Los catalanes pagarán 224 euros más en la declaración de la renta

Todos los ciudadanos que paguen a Hacienda verán como aumenta su carga fiscal.

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La ministra de Hacienda, María Jesús Montero.

 

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero.

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero @ep


Mientras el Estado decide cómo sera la futura reforma fiscal, ya ha aplicado la primera medida tributaria importante respecto al impoesto de la renta de las personas físicas, el IRPF. Según ha un estudio elaborado por José Félix Sanz, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), el Ejecutivo de Pedro Sánchez ha aplicado una subida de impuestos al no deflactar el tributo en función del IPC. 


La alta tasa de inflación que se registró en 2021 - del 6,5% - se ha juntado con la inacción del Gobierno de Pedro  Sánchez para acabar dando un gran sablazo a los contribuyentes: 4.110 millones de euros, lo que supone una media de 199 euros por pagador. Todos los ciudadanos que paguen a Hacienda verán como aumenta su carga fiscal.


Según informa el estudio a través de datos del Instituto de Estudios Fiscales y de la AEAT, los madrileños y los catalanes serán los que más sufran esta subida de impuestos. En Madrid los contribuyentes pagarán 240 más de media en su declaración de la renta, mientras que la mordida para los catalanes ascenderá a los 224 euros adicionales


Les siguen los asturianos, que deberán pagar 208 euros más de IRPF. Cierran este trágico podio Aragón y Cantabria, con subidas de 206 euros. 


Las comunidades menos afectadas son Ceuta y Melilla, con subidas de 80 euros, y La Rioja, donde la subida en la declaración de la renta se quedará en 99 euros. 


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Tabla publicada en el estudio de la Fundación Disenso


POR PROVINCIAS


El estudio también especifica qué provincias serán las más afectadas por la alteración del IRPF. En Catalunya hay notables diferencias: los que sufrirán un aumento menor son los contribuyentes de Lleida, con un alza de 190 euros. En Girona, el incremento será de 209 euros; en Tarragona, de 200 euros y en Barcelona, de 232 euros. 


FISCALIDAD FRÍA


No es necesario subir los impuestos para que suba la recaudación a los contribuyentes, a veces basta con quedarse quieto y esperar.  Y esto es lo que ha hecho el Ministerio de Hacienda de María Jesús Montero, aplicar la fiscalidad "en frío". Es decir, no ha actualizado la tarifa del IRPF y el resto de elementos en función de la inflación, lo que se ha traducido en una mordida a todos los contribuyentes.


"Esta sobrecarga impositiva en el IRPF asociada a la inflación es un fenómeno sobradamente conocido por los economistas, denominado progresividad en frío o rémora fiscal", explican en el estudio publicado por la UCM. 


Esta forma de ir subiendo impuestos "en frío"  tiene la peculiaridad de pasar desapercibida para el público, ya que supone una subida impositiva encubierta que no necesita de acciones discrecionales por parte del gobierno. Es decir, "la inflación incrementa la factura fiscal de los contribuyentes sin que explícitamente se tengan que subir los tipos impositivos u otros elementos estructurales del impuesto", afirma el autor. 


"Se trata, por tanto, de un incremento impositivo poco visible y que, precisamente por ello, suele ser del agrado de los gobiernos al no imponerles costes políticos", concluye. 


HAY QUE AJUSTAR LA FISCALIDAD A LOS ÍNDICES DE INFLACIÓN ACTUALES PARA QUE LOS HOGARES NO PIERDAN MÁS PODER ADQUISITIVO EN PLENA CRISIS PANDÉMICA



En una economía de mercado los precios de los bienes y de los servicios están sujetos a cambios. Algunos aumentan y otros disminuyen. Existe inflación cuando se produce un aumento general de los precios, no solo de artículos individuales, que da como resultado que por cada euro puedan adquirirse hoy menos bienes y servicios que ayer. Es decir, la inflación reduce el valor de la moneda con el tiempo.


Por eso la inflación en sí misma, según los economistas, es un impuesto ciego e injusto donde los haya. Ciego, porque no atiende a la capacidad económica de quién la soporta, e injusto, porque no discrimina entre los diferentes niveles de ingresos de cada persona o familia o empresa.  Engorda la presión fiscal al someter a gravamen rentas que no corresponden a una efectiva capacidad contributiva, primero y principal postulado de justicia tributaria redistributiva. 


Cuando el impuesto se somete a una escala de gravamen de carácter progresivo, como es el caso del IRPF, aparece la tan denostada progresividad en frío. Es decir, el aumento de la carga tributaria que soporta el contribuyente por el crecimiento nominal, que no real, de sus rentas, dado que sufren el pago de unos productos o servicios más caros. Esta situación es, por tanto, un goloso mecanismo de financiación adicional que tiene la administración y ha ejecutado ahora. 


La solución técnica del problema pasa por ajustarla a la tasa de inflación para obviar el mero gravamen nominal de la renta. La deflactación parcial,  sólo resuelve el problema parcialmente y habría que buscar alguna fórmula de deflactación anual de la tarifa, dotada de mayor automatismo legal, similar a lo que ocurre con las pensiones para mantener su poder adquisitivo.Una  actualización legal que debería extenderse también a los mínimos personal y familiar para ser equitativa y ajustada lo máximo posible a la realidad de todos los hogares que soportan una crisis pandémica. 




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