LAPORTA PRESIDENT, CATALUNYA INDEPENDENT

Sergio Fidalgo

Joan Laporta, ese pedazo de patriota que se dejaba querer por dictadores de nombre exótico mientras presidia el Barça, está disponible. Tras su fracaso en las últimas elecciones azulgrana en las que intentó convencer a los mismos socios que en su momento votaron para que se largara (en un referéndum más del 60 % pidió que se dedicara al macramé y dejara el palco), se aburre.


Y es que tras su triunfante paso por la política, en la que aspiraba a ser el Kennedy catalán y acabó de palanganero de Xavier Trias, y en la que pasó de ser cortejado por los líderes de los principales partidos a ni siquiera ir en la lista-ensalada de Junts pel 3 %, el hombre busca su lugar al sol. Si no hay micro, no hay Laporta, y el hombre ha decidido ponerse ‘al loro’ para estar lo mejor posible.Y ahora le ha dado por justificar a los Pujol. Y, de paso, decir que eso de intentar evadir en el pasado impuestos a la Hacienda española no está tan mal, ya que oprime a Cataluña como pueblo al no darnos toda la pasta que nos merecemos.


En esta competición de locuras diversas y continuadas que se está convirtiendo la política catalana Laporta ha decidido intentar entrar en el podio.Debe pensar, si los de las CUP las dicen cada vez más gordas, y mírales como mandan ahora, ¿por qué no voy a encontrar mi lugar al sol? La fórmula es fácil. Lo nuestro es de puta madre y lo que venga de España es oscuro y tenebroso. Si vuelven a haber elecciones anticipadas en marzo es un mensaje perfecto para encabezar alguna lista. La de Junts per la Xorrada sería perfecta para sus cualidades.


El cántico “Laporta president, Catalunya independent” que más de un culé bien cargadito con sesenta cubatas de Aromas de Montserrat con Alter-Cola ha entonado en múltiples ocasiones seguro que es el sueño del hoy en día abogado de a pie. Y el bon Jan, que siempre ha tenido un gran concepto de sí mismo, si igual ya no aspira a ser el Kennedy catalán, seguro que piensa que podría ser la Thatcher catalana. Si París bien valía una misa, el Palau de la Generalitat bien vale una operación de cirugía estética.  

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