El drama de Ucrania en teatro: “Em dic llibertat” (La Gleva)
En la Gleva se representa “Em dic llibertat”, un montaje escénico sobre guión de Olena Romaniuk, que ha dirigido Yana Tereshchuk y en el que intervienen Lyubov Petlovana, Daria Tkachenko, Mykola Pashyn, Ostap Petrushchak y la niña Arina Vasylyk.
El drama de Ucrania en teatro: “Em dic llibertat” (La Gleva) @Pablo-Ignacio de Dalmases
Vivimos un tiempo en el que, pese a la cierta lejanía geográfica que nos separa de Ucrania, no podemos abstraernos de la tragedia que se está viviendo allí a consecuencia de la invasión de su territorio nacional por el ejército de la vecina Federación Rusa, operativo que está causando un sufrimiento indecible a sus habitantes y enormes perjuicios y destrucciones al conjunto del país. La consecuencia más inmediata ha sido la huida de cientos de miles de personas en busca refugios más acogedores y aunque la mayoría de ellas se han establecido en algunos de los países vecinos, otras han llegado a España donde ya se había establecido con anterioridad una pequeña colonia ucraniana.
Esta situación está siendo reflejada a diario a través de los medios de información, pero no ha tardado en ser también asumida por el teatro. Todo empezó a partir de la iniciativa de montar un espectáculo público en plena pasa de Catalunya con el fin de concienciar a la sociedad barcelonesa en torno a la tragedia de Ucrania y de sus habitantes. Y de ese espacio público ha pasado a una sala, concretamente a La Gleva, donde se representa “Em dic llibertat”, un montaje escénico sobre guión de Olena Romaniuk, que ha dirigido Yana Tereshchuk y en el que intervienen Lyubov Petlovana, Daria Tkachenko, Mykola Pashyn, Ostap Petrushchak y la niña Arina Vasylyk.
Se trata de un espectáculo sencillo hecho por personas ajenas al mundo del espectáculo, pero sumamente voluntariosas y que conocen el problema en su exacta dimensión. Podemos decir, por tanto, que el espectador se encuentra ante una dramatización sencilla y lineal de la historia de Ucrania que subraya cada momento del devenir de ese país a través de las intervenciones de los intérpretes, de su palabra, de algunas músicas y de oportunos fondos sobre pantalla. Todos cumplen su trabajo con el máximo esfuerzo, de tal forma que suplen la insuficiente profesionalidad con la vocación de transmitir un mensaje bien claro que trata de suscitar la solidaridad del público. Y a fe que lo consiguen, sobre todo a juzgar por la escena final de fuerte impronta patriótica porque interpretan un canto que dedujimos, vista la reacción de la mayor parte de los asistentes que se pusieron en pie, era el himno nacional ucraniano.
A destacar la intervención de Arina, una niña de cuatro años que puso la nota más humana en este espectáculo de acusado contenido didáctico, pero a la vez de fuerte tensión dramática.
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