La inmunoterapia, la nueva esperanza de acabar con el cáncer

Las pruebas que certifican que puede funcionar son tan sólidas como las de su tremenda selectividad: solo surte efecto en el 24% de los enfermos. El reto es saber por qué. 

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Inmunoterapia

 

Inmunoterapia


El cirujano neoyorquino William Coley observó, hace ya más de un siglo, que lo que conocemos como cáncer son aquellos casos que las células malignas consiguen burlar nuestro sistema inmunitario y propagarse. Así pues, las personas podríamos tener casos de muchos tumores que nunca son detectables porque nuestras defensas los frenan antes de que puedan mostrarse. 


El propio Coley intentó llevar a cabo una investigación para demostrar su teoría, que consiste en ayudar a las propias defensas del cuerpo a localizar y erradicar el cáncer. Ahora bien, sus pruebas acabaron en muchos más fracasos que éxitos ya que, inoculando estreptococos a los tumores para avisar a las defensas, provocaba más problemas que otra cosa por la toxicidad de las bacterías. Por este motivo, las investigaciones sobre el cáncer fueron por otros derroteros y se descrubrieron tratamiento mucho más afectivos pero también más agresivos: la quimioterapia o la radioterapia.


Estas dos técnicas tampoco han aportado una solución definitiva contra el cáncer y, además, provocan muchos efectos secundarios. Así, la idea de Coley de estimular el sistema inmunitario volvió a ponerse sobre la palestra y los avances que se hicieron, le valieron el reconocimiento de hallazgo científico de 2013 según la revista Science. A partir de este momento, los estudios presentados sobre esta técnica han ido duplicándose y triplicándose.


De hecho, este tipo de tratamientos oncológicos ha sido el tema estrella en el Congreso Internacional de Inmunología que se celebró hace una semana en Melbourne. 


REALIDAD RELATIVAMENTE ASENTADA EN ALGUNOS TIPOS DE CÁNCER


Susan Harris es un ejemplo viviente de que este tipo de tratamiento es ya una realidad relativamente asentada para según qué tipo de cáncer. Para otros aun son muy experimentales. 


Harris sufrió hace nueve años un melanoma que se resitía a desaparecer con las terapias convencionales y en 2013 decidió participar en un ensayo. Cada tres semanas, y durante media hora, se sometía en Sydney a que le inyectaran Keytruda, un fármaco. 


En menos de dos meses el tumor ya estaba remitiendo, en un año casi no se veía y este noviembre hará un año que no recibe ningún tipo de tratamiento ya que el tumor acabó desapareciendo. Todo ello, sin ningún tipo de efecto secundario. 


Ahora bien, el reto es saber por qué sólo funciona en unos pocos sujetos ya que las pruebas que certifican que puede funcionar son robustas pero también lo son las de su tremenda selectividad: solo surte efecto en el 24% de los enfermos. 


EN EL MELANOMA, ESPECIALMENTE ESPERANZADOR 


El melanoma nunca ha salido especialmente beneficiada de la quimio y la radioterapia. Sin embargo, la inmunoterapia sí parece funcionar y la FDA americana ha aprobado media docena de tratamientos. 


Éstos van desde la neutralización de una proteína de la superfície de las células cancerígenas, hasta la vacunación una vez detectada la enfermedad o la extracción de glóbulos blancos. 

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