La contaminación aumenta la mortalidad de los pacientes trasplantados de pulmón
La reducción de la contaminación en el aire podría reducir un 10% el riesgo de muerte. / Barcelona supera los niveles recomendados por la OMS.
Un estudio internacional, liderado por la Universidad de Lovaina (Bélgica) y con la participación de investigadores del Vall d’Hebron Institut de Recerca (VHIR), ha demostrado la relación de la contaminación del aire con la mortalidad y la aparición de disfunción crónica del injerto de los pacientes trasplantados de pulmón. La investigación, publicada en el European Respiratory Journal, ha contado con la cohorte más grande analizada hasta ahora: 5.700 pacientes trasplantados de pulmón en 13 hospitales de 10 países europeos diferentes entre el 1987 i el 2012.
Los pacientes trasplantados de pulmón son extremadamente vulnerables por su estado inmunocromprometido. En estos individuos, el trasplante ha sido la última opción de tratamiento, después de haber sufrido patologías respiratorias como la fibrosis pulmonar, la fibrosis quística o el enfisema pulmonar. A pesar de ser una técnica que se aplica desde los años 80, la supervivencia al trasplante de pulmón es una de las más bajas comparadas con la de otros órganos sólidos, y se sitúa alrededor de los 5 años después de la intervención, principalmente porque los afectados desarrollan disfunción crónica del injerto, que es el rechazo del órgano trasplantado.
Para determinar si la contaminación está asociada a la mortalidad de los pacientes trasplantados y a la disfunción de su injerto, los investigadores decidieron analizar el impacto de las partículas en suspensión del aire menores de 10 μm, llamadas PM10, en la residencia de los pacientes trasplantados. Estas partículas flotan en el aire y penetran en los bronquios y los pulmones de las personas cuando respiran. Para medir estas partículas se tomaron los niveles de PM10 fijados en un estudio europeo realizado el año 2007.
Como referencia, la OMS recomienda que la exposición anual media a las partículas en suspensión no supere los 20µg/m3 y un límite medio diario de 50µg/m3, unos datos que están por debajo de los actuales niveles de contaminación de Barcelona. Según los datos proporcionados por el Departament de Territori i Sostenibilitat, el año 2015 la media anual de partículas en suspensión en el Área Metropolitana de Barcelona fue de 27µg/m3, y se superó el límite de 50µg/m3 fijado por la OMS durante 20 días en diferentes puntos de la ciudad.
GEOLOCALIZACIÓN DE PACIENTES
Los investigadores del VHIR aportaron al estudio la información clínica de cerca de 450 pacientes trasplantados de pulmón desde el 1997 al 2011 en el Hospital Universitario Vall d’Hebron, y los datos relacionados con la contaminación del aire y el tráfico alrededor de su residencia. “Paciente a paciente, contamos el número de vías principales y secundarias próximas a su residencia en radios desde 50 a 1.000 metros, así como la longitud de éstas, para determinar si la exposición al tráfico era un factor que influía en la mortalidad”, explica el Dr. Antonio Román-Broto, jefe de sección del Servicio de Neumología, coordinador médico del programa de trasplante pulmonar e investigador del VHIR.
Una vez analizados los datos geocodificados de los 5.700 pacientes participantes en el conjunto del estudio, los investigadores observaron diferencias entre los pacientes que habían tomado un tipo de antibióticos, llamados macrólidos, respecto a los que no los tomaban.
En concreto, determinaron la asociación entre la tasa de mortalidad y la contaminación en los pacientes no tratados con macrólidos (3.556 pacientes). Según el Dr. Román-Broto, los resultados del estudio demuestran que “si reducimos los niveles de contaminación a los niveles recomendados por la OMS, podríamos prevenir el 10 por ciento de la mortalidad en los pacientes trasplantados de pulmón que no toman macrólidos”. El estudio revela también que dos terceras partes de los pacientes analizados vivían en zonas urbanas con bastante tráfico y valores superiores a los 20µg/m3 recomendados por la OMS.
Por otra parte, los pacientes que tomaron macrólidos –que normalmente se recetan cuando se produce la disfunción crónica del injerto–, presentaron un efecto protector ante la contaminación, que requiere más estudios para ser valorado.
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