'La Sala Beckett es a la sociedad cultural lo que el departamento de I+D es a una empresa'

David Puig .- La Sala Beckett celebra sus 20 años y su director artístico, Toni Casares, nos abre las puertas de su despacho en la calle Alegre de Dalt para conocer más de cerca este pequeño gran universo que es la Sala Beckett.
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David Puig .- La Sala Beckett celebra sus 20 años y su director artístico, Toni Casares, nos abre las puertas de su despacho en la calle Alegre de Dalt para conocer más de cerca este pequeño gran universo que es la Sala Beckett.

--Hace casi un cuarto de siglo, Luis Miguel Climent y Sanchis Sinisterra, alquilaron este espacio en el que nos encontramos, un espacio de creación y experimentación teatral. Le podría preguntar cómo han ido estos 20 años pero la trayectoria de la Sala y el tiempo que lleva en funcionamiento hablan por sí solas. ¿Tiene mérito, tantos años y, además, con una propuesta digamos, alternativa? ¿Ha sido difícil?

-- Evidentemente ha habido momentos alegres, tristes, momentos más fáciles, más difíciles. Pero estamos muy contentos, con mucha ilusión y ganas de salir adelante. 20 años son pocos o son muchos, depende de cómo lo mires. En todo caso, cumplir veinte años tiene un sentido y es el de detenerse y preguntarse si tiene sentido lo que hacemos y si seguimos adelante. Y sí, decidimos seguir adelante y celebrarlo.

--Casi un cuarto de siglo. ¿Cómo lo están celebrando? ¿Qué actos se han hecho y cuales se harán durante este año?

-- Lo empezamos a celebrar a principios de julio con la programación que propusimos en el Grec, que fue la última obra de Sanchis Sinisterra, 'Vagues notícies de Clamp, dirigida por él mismo, un nombre que suena mucho en la Beckett, entre otras cosas porque es el fundador, al que, además, en la celebración de este 20 años le hemos prestado una especial atención. Durante estas semanas de octubre y noviembre, hacemos cuatro cosas importantes para celebrar estos 20 años. Por un lado, la edición de un libro que resume la historia de la Sala Beckett desde un poco antes de sus inicios. Hace un retrato de los precedentes de la sala sobre todo a través del papel de la compañía que la fundó, 'El Teatro Fronterizo' y después repasa todas las temporadas hasta la actualidad.
En cuanto a la programación de espectáculos, hay tres. Una reposición histórica, 'Ñaque o de piojos y actores', de Sánchez Finisterra, que es una de las obras emblemáticas de la compañía Teatro Fronterizo. En su época gustó mucho y tuvo muchos premios.
También hemos representado otra obra basada en textos de Sánchez Sinisterra pero esta vez en un espectáculo inédito, que no se había visto antes en Barcelona, interpretado por un actor argentino de mucho prestigio, Mario Bedoya. Es un espectáculo que reflexiona sobre el hecho de hacer teatro pero más en clave meta-teatral.
Y finalmente, mi pequeño y humilde homenaje al creador de esta sala, la adaptación de una novela que fue la que a mí me hizo conocer el Sanchis Sinisterra. Es una novela, Jakob von Gunten, de un autor suizo de principios del siglo XX, Robert Walser, que tiene muchos paralelismos con la obra que se escenificó cuando se inauguró la Sala Beckett. El espectáculo que estrenamos se llama 'Aquí se aprende poco'. El espectáculo refleja el diario personal de un personaje en un instituto extraño y decadente, una especie de refugio del mundo exterior.

--Para mí sinceramente, antes de venir, creía que el espacio estaba sólo dedicado a la representación. Pero la sala Beckett es mucho más, es experimentación, es creación, es punto de encuentro de dramaturgos. Explíquenos todo lo hace de la Sala Beckett una propuesta singular.
-- La filosofía de la sala es que es un espacio de creación y nosotros creemos que para que lo sea debe cumplir toda una serie de requisitos. Es un lugar donde la gente que ya ha empezado a tener inquietudes, que siente que tiene ganas de escribir y le interesa el teatro, se pueda encontrarse con otra gente con las mismas inquietudes y con gente que tiene más experiencia o que tiene menos, con gente de diversas procedencias y, finalmente y sobre todo, con los espectadores. Para nosotros, un espacio de creación es donde van de la mano las actividades de formación, de experimentación, las de creación, las de producción y de exhibición, porque cada faceta enriquezca a la otra. Nosotros no somos un teatro de cartelera, que abre la persiana cuando empieza la función y la cierra cuando termina sino que somos un espacio donde pasan cosas durante todo el día. Yo siempre digo que lo que en los otros teatros se llaman actividades paralelas, las que complementan la exhibición, en la Beckett, normalmente son lo más importante.

--Además, hay propuestas muy novedosas como el TER, siglas de Traducir-editar representar, o el Catanadrama.
-- Estas son novedades de estos últimos años porque hemos querido acentuar algo que se había hecho siempre en la Beckett pero ahora lo intentamos hacer de una manera más metódica que es servir de contacto internacional entre la dramaturgia catalana contemporánea con otras dramaturgias del mundo, en las dos direcciones. Tanto para que la dramaturgia catalana pueda salir y enseñarse fuera, tanto para que nos llegue a Barcelona lo más importante e interesante de los dramaturgos del resto del mundo.
Por otra parte, el Catalandrama, es un servicio on-line que hemos puesto en marcha hace año y medio, en el que se dan a conocer textos de autores contemporáneos catalanes. Entonces, cualquier persona que le interese conocer la obra de un determinado autor o texto, puede ponerse en contacto con nosotros y, con las pertinentes autorizaciones de las editoriales, le podemos facilitar los textos.

--Vamos a cosas menos gratificantes. La Sala Beckett está en este edificio desde que Luis Miguel Climent y Sanchis Sinisterra firmaron un contrato de alquiler indefinido veinte años atrás. Pero en 2006, Núñez y Navarro les envió un burofax diciéndoles que habían comprado el edificio y que tenían dos meses para irse. ¿Qué hicieron?
-- De entrada es muy fuerte. Vivimos en una ciudad, en un país, en un mundo en que desgraciadamente un contrato firmado entre dos partes donde se explicita de manera clara y profunda que tiene, el contrato, una vocación indefinida, que mientras no se pongan de acuerdo las dos partes, lo que se estipula no tiene caducidad, de golpe se pueda convertir en papel mojado. Hasta dónde llega la decencia de las leyes que imperan en nuestro país. También es muy grave que en Barcelona, los espacios donde tienen lugar actividades culturales no sean espacios protegidos de las reglas salvajes de la especulación y del mercado inmobiliario. Ahora estamos en un litigio y pendientes de una sentencia. La puesta en marcha de este proceso sirvió para disparar las alarmas y darnos cuenta de que la Sala Beckett, este espacio físico, se nos estaba quedando pequeño. Por eso se ha puesto en marcha la búsqueda, junto con las administraciones públicas que nos permita crecer con moderación y control. Tenemos que crecer para que todas estas actividades, de experimentación, formación, etc se puedan hacer con unas reglas de funcionamiento y normas de seguridad óptimas. Por ejemplo, para nosotros, en los locales de ensayo tiene que poder entrar el espectador y, por tanto y tiene que haber unas normas de seguridad. Y, finalmente, también necesitamos una sala de exhibición en mejores condiciones. Ahora tenemos unas 80 localidades de aforo pero Beckett ha llegado a un grado de incidencia en los espectadores que permite pensar en un aforo de unas 200 localidades. Pero este espacio se ha de acondicionar y necesitaremos los recursos para, primero arreglarlo y después, crecer en la dirección que te estaba apuntando.


--¿De dónde saldrán esos recursos para acondicionar la nueva sede de la Beckett?
-- Los recursos deben salir de las tres administraciones ministerio, Generalitat y Ayuntamiento, que son las que, desde el primer momento que nació la Beckett, la han apoyado. Yo creo que estas administraciones deben continuar ayudando y velando por que la Beckett pueda continuar funcionando entre otras cosas porque la Beckett está cumpliendo una función muy determinada y reconocible por todos. Para entenderlo, la Beckett haría la función en la sociedad del que en una empresa hace el I + D, el espacio donde se forman los nuevos creadores.

--¿Han pensado en alguna otra opción que no pase por las administraciones?
-- Hemos estudiado la posibilidad de crear una fundación para la Beckett. El patronato de esta debería estar formado íntegramente por autores dramáticos. Estos no serían, en principio, los que aportarían los recursos pero si los que velarían para que la sala mantuviera siempre sus postulados estéticos, artísticos e incluso ideológicos. Y si hiciéramos una fundación sería para evidenciar el interés público de nuestras actividades y para que se hiciera evidente que todos los recursos que se utilizaran revertirían en la propia actividad. Por otra parte, no cerraríamos la puerta a que en este patronato entraran las administraciones públicas.

--Parece que ya tienen una nueva sede, aunque parece que todavía hay mucho trabajo por hacer. ¿Cuándo se podrán trasladar?

-- No tengo ni idea. De hecho hubo una cierta prisa al anunciar esta solución, que ya estaba apuntada antes del verano aunque quedaban algunas cosas por concretar. Cuando, finalmente, se concretó que el ayuntamiento sí que nos podía ceder este espacio hubo una cierta prisa en anunciarlo porque las noticias vuelan y queríamos ser nosotros quienes lo anunciáramos. A pesar del anuncio todavía no sabemos cuál será la fórmula exacta, cuáles los procedimientos o cuál será el calendario. Yo, pecando de ingenuidad, quiero pensar que estamos hablando de dos o tres años, como mucho. Más allá de tres años, mal. Si perdemos el juicio tendremos que marcharnos y entonces la Beckett, por mucha trayectoria y prestigio que tenga no puede estar parada dos años o actuar como compañía invitada en otras sedes. Por tanto, la cuestión de la nueva sede debe resolverse con cierta urgencia.

--¿Tienen algún espacio pensado para hacer de puente si se diera el caso de que tuvieran que irse antes de que la nueva sede estuviera a punto?
-- No, porque queremos creer que podremos aguantar aquí, en la calle Alegre de Dalt hasta que podamos inaugurar la nueva sede, sino, mal vamos.

--Ahora, ya en un ámbito más general. Háblenos del Teatro en Barcelona y Catalunya, ¿Cómo lo ve, tanto a nivel de oferta como de relación con las administraciones?
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- Yo creo que el teatro catalán vive una de sus mejores épocas, eso es indudable. Tiene unos niveles de calidad que lo ponen a la altura del mejor teatro internacional. Además, los autores de teatro también viven un buen momento, tenemos bastante diversidad y mucha calidad. Pero en Barcelona hay una carencia en cuanto a salas de teatro de medio formato, que no son ni las grandes salas con muchas localidades ni los espacios más pequeños como la Beckett. El teatro de mediano formato ayuda a que el sistema en general tenga mejor salud. En Barcelona faltan teatros de estas dimensiones, de 300 a 500 localidades. De mediano formato debería haber muchos más y en cuanto al pequeño formato, creo que casi se debería triplicar el número. Y luego, a nivel más artístico, echo de menos algo más de sorpresa. Tengo la sensación que las cosas que voy a ver no me sorprenden. Cada creador, cada compañía tiene su lenguaje, su estilo, su manera de explicarse y hay pocas sorpresas.


--¿El público catalán es '' treatrero '?
--La gente que va al teatro forma un público militante. Barcelona, en este sentido, tiene suerte, porque los que van a teatro les gusta, es de los que más de una función al año. Además, a la persona que ha ido a ver un gran espectáculo, un musical, también lo puedes ver en una sala alternativa y, también, a la inversa. Además esto ocurre, tanto con el público como con los profesionales, tanto autores, directores, como actores que trabajan en los diferentes ámbitos del sector. Esto es muy sano y no es habitual. Por ejemplo, en Madrid, esto no ocurre tanto y los que trabajan en salas alternativas es más difícil verlos después en salas comerciales y los grandes autores públicos no se les ve en salas alternativas.

--Finalmente, y si me permite. Me podría contar un deseo, a nivel personal, profesional, ...

--Yo tengo dos deseos, los dos muy egoístas. Uno es que el estreno de mi espectáculo vaya bien y que a la gente le guste lo que le propondremos y después que la Beckett pueda estrenar muy pronto la nueva sede de Poble Nou.

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