A los venezolanos les estallaron todas las desgracias juntas con el populismo salvaje del chavismo. El Superintendente de los Precios, William Contreras, al que denominan el “terror de los comerciantes”, ahora se ha metido con las zapaterías, que se han arruinado porque las obligó a bajar un 50% los precios.
Pero no solo ha arruinado a las zapaterías, que han tenido que cerrar las tiendas por no poder operar por debajo de sus costes, sino que ha dejado a los clientes especialmente a los niños descalzos sin la posibilidad de estrenar zapatos en esta navidad, que es la temporada propicia para renovar el calzado.
Con su populismo el régimen de Nicolás Maduro obliga a los comerciantes a rebajar los precios, lo que alegra a los consumidores, para captar votos de cara a las elecciones municipales del domingo 10 en los que el chavismo aspira arrasar en las urnas.
El superintendente, también conocido como “la pesadilla” navideña, comenzó con regular los precios de la carne y el pollo, lo cual produjo el cierre de las carnicerías. También los detergentes y los productos de aseo personal, por lo que inmediatamente desaparecieron del mercado.
Contreras también se ha ganado la mala fama de Atila, no porque no vuelve a crecer el césped, sino porque donde pasa no vuelven a abrir los comercios. El año pasado arrasó con la principal empresa Kreisel a la que decomisó casi 4 millones de juguetes. Después estos juguetes se vendieron en locales chavistas y de los colectivos o bandas paramilitares.
Con su operativo de bajar los precios de manera obligatoria, el bulevar caraqueño de Sabana Grande se ha convertido en un desierto esta navidad. Tras las rebajas obligadas que ha venido realizando la SUNDDE (Superintendencia de precios) , muchos comercios han decidido bajar su Santamaría y declararse en bancarrota. Los compradores hacen largas colas afuera de las pocas tiendas que todavía tienen rebajas.
Y para la patronal Fedecámaras es arbitraria la manera como la Sundde lleva adelante sus inspecciones contra los comercios, obligándolos a vender por debajo del costo, en detrimento del sector y a la larga del mismo consumidor.
El Gobierno profundiza un modelo claramente fracasado, sin importarle que acciones como estas más allá del disfrute en lo inmediato de unos pocos venezolanos, signifique el cierre definitivo de empresas, el aumento del desempleo y la profundización del desabastecimiento, dicen los patronos.
Este populismo salvaje es comida para hoy y hambre para mañana dicen los comerciantes, que temen ir a prisión por denunciar que son víctimas del abuso de poder de los fiscales.
Escribe tu comentario