Xavi Cutillas: "Si no trabajas en red, tu capacidad de actuación es mucho más limitada"

Xavi Cutillas es presidente de la Asociación Catalana por la Paz, una entidad comprometida con el desarme y con la transformación de las relaciones Norte-Sur.

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Xavi cutillas acp

 

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Xavi Cutillas preside la ACP


Xavi Cutillas es, desde hace más de 15 años, presidente de la Asociación Catalana por la Paz (ACP), una ONG que nació vinculada a los movimientos sociales comprometidos con el desarme y con la transformación de las relaciones Norte-Sur. En esta entrevista, hablamos con él de la actualidad en Próximo Oriente, de uno de los ejes de la entidad como es Colombia y de la defensa de los Derechos Humanos.


Comenzáis una campaña con población desplazada en Irak, ¿en qué consiste este proyecto?


Es una campaña de asistencia sanitaria a la población refugiada de la guerra en Siria. Hablamos de la misma guerra: de Siria la gente sale desplazada por cuestión de una serie de actores y de Irak salen desplazadas por la presión de otros actores, en algunos momentos son los mismos y en otros no, pero el conflicto es el mismo. Los meses de junio, julio y agosto hubo un intento de tomar Mosul por parte de Estado Islámico. De los desplazados, algunos fueron hacia el sur de Irak, pero la mayoría fue a la zona del Kurdistán iraquí.


Con nuestro socio local en Irak, una asociación que se llama Al Amal, que quiere decir la Esperanza, conseguimos capturar algunos fondos para hacer hacer resistencia sanitaria. Lo conseguimos gracias al festival 'Casa nostra, casa vostra', en el Palau Sant Jordi de Barcelona, y tenemos cerca de 60.000 euros que sirven para atender a las víctimas del conflicto en Siria y en Irak.


¿Es la primera vez que trabajáis en Irak?


Ya habíamos trabajado con Al Amal. En 2002 nos pusimos en contacto con ellos para trabajar en la ciudad de Erbil, y en 2003, cuando hubo la invasión americana en Irak, por temas de acción humanitaria tras la guerra.


¿Es más difícil acceder que en Líbano o Palestina, donde tenéis años de experiencia?


Las condiciones generales son más complicadas, pero el socio que tenemos allí está muy asentado en el territorio, hace muchos años que trabaja, más de 13 o 14 años, lo que hace que esté en todo el país.


¿Qué se hará en la campaña sanitaria que lleváis a cabo?


Una de las características de los países árabes en temas sanitarios es el alto porcentaje de médicos por número de habitantes, en comparación con otras culturas. En el mundo árabe la profesión de médico es una profesión de prestigio, por lo tanto, muchas familias de clase media tienen un hijo o dos que son médicos en ejercicio. De hecho, los orígenes de la medicina también los encontramos en el mundo árabe. Esto es un rasgo diferencial del mundo árabe, que no te encuentras cuando trabajas en África o América Latina.


La organización dispone de personal sanitario y con nuestra aportación compramos una unidad móvil, similar a una ambulancia, que va por diferentes municipios donde no hay asistencia sanitaria de manera regular.


Si bien es verdad que el porcentaje de médicos es alto, está muy concentrado en las zonas urbanas. Se trata de llegar a las zonas más remotas, y en la unidad móvil hay desde jeringuillas y medicamentos hasta kits de ayuda humanitaria urgente.


También hacéis campañas de solidaridad con los refugiados en Catalunya, como el caso del pianista palestino-sirio Aeham Ahmad, que tuvo que huir del campo de refugiados de Yarmouk, en Siria, y ha sido un caso de éxito en toda Europa en cuanto a sensibilización. ¿Por qué crees que ha funcionado tan bien?


En el caso del Aeham se juntan tres cosas. Él es una persona que ya es refugiada desde que nació. Es hijo de refugiados palestinos en Siria y ha vivido en un campo de refugiados.


Esto no le ha impedido hacer una vida relativamente normal desde el punto de vista de tener competencias en el ámbito profesional y artístico. Ha accedido al mundo sanitario y a la universidad como cualquier sirio. Esto hizo que se convirtiera no sólo en un músico sino, además, en un buen músico.


Un tercer elemento són las características personales de él. Es una persona muy resistente, de enormes capacidades, y no pierde el sentido del humor. Además, su gran capacidad de conectar con los demás ayuda a que sea en estos momentos una persona de referencia en la comunidad refugiada palestina en Europa.


Documental de la ACP y el pianista Aeham Ahmad durante su estancia en Barcelona



Otro de los ejes fuertes de la ACP es Colombia, donde hace muchos años trabaja. Originalmente acompañábais sobre todo a comunidades campesinas. Con los Acuerdos de Paz, ¿como ha evolucionado vuestro trabajo?


Empezamos a trabajar en Colombia en 2001. Desde 2001 hasta ahora, la población objetivo, por decirlo de alguna manera, es la población campesina. En primer lugar, antes de la firma de los Acuerdos de Paz, porque era la población en que de alguna manera impactaba más el conflicto, en las zonas agrarias del país, con todas las consecuencias que tiene el conflicto armado, pero también como implementación de los Acuerdos de Paz porque entendemos que en el marco de los Acuerdos de Paz, si algo tienen de positivo es que una vez acabada la guerra, puede generar, con los años, la transformación de las condiciones del campo. Son cosas que van ligadas a las causas del conflicto, y si se solucionaran como marca el Acuerdo podríamos estar hablando de transformaciones muy profundas, aunque será muy costoso.


En esta etapa, también la población objetivo en Colombia debe ser la población campesina. Las organizaciones con las que seguimos trabajando son las mismas que había antes de la firma del Acuerdo de Paz.


¿Qué cambios ha habido en vuestro trabajo de campo en Colombia?


Nos habíamos centrado mucho en la defensa de los derechos humanos, en el derecho a la vida y, ahora, en este periodo también nos estamos orientando hacia estructuras productivas, proyectos de comercialización, que van un poco más allá del derecho a la vida, para empezar a transformar también las condiciones de la gente. De alguna manera es nuestra aportación al proceso de paz, entendiendo que el hilo conductor del conflicto en Colombia está en el campo, en la propiedad de la tierra.


¿Cómo lo hacéis?


Estamos empezando a trabajar para abrir una vía de colaboración con las organizaciones que vaya orientada específicamente a la incorporación de guerrilleros a la vida civil. Es complicado para la persona que ha estado 10, 15 o 20 años en la montaña, de repente, tener un cambio de vida. Si se dan las condiciones productivas para que esta persona pueda tener un sueldo es más fácil. Una parte importante de la gente que ha estado en la montaña, en la guerrilla, ha sido una actividad armada no legal, por lo tanto, una de las líneas de trabajo que estamos haciendo es favorecer las condiciones productivas.


Todavía existen la guerrilla del ELN, que no ha dejado las armas definitivamente, y asesinatos a líderes sociales. ¿Crees que hay una oportunidad para la paz?


Desde la firma del Acuerdo de Paz en Colombia hace más de un año hasta ahora, lo que ha pasado es de una trascendencia muy grande. El principal conflicto armado del país, que provocaba anualmente entre 1.500 y 2.000 personas muertas y heridas graves, entre militares y civiles, se ha acabado.


Hoy los hospitales militares de Colombia están vacíos. Hace tres años, por ejemplo, teníamos 500, 600, 700 militares mutilados, por las minas antipersona o por combates.


Este conflicto se ha acabado, y esto tiene muchísima trascendencia, más allá de que las condiciones en que se acaba, y la madurez de una parte de la sociedad colombiana todavía no hace que se puedan abordar todas las consecuencias de la paz. Hay un sector, sobre todo de militares, y vinculados al paramilitarismo, que siguen conspirando. Pero el conflicto está terminado.


Pero hay tensiones.


A pesar de ello, existe una línea de tensión sobre dos puntos, dos grupos de población. Una, son los dirigentes sociales, en las zonas más remotas, en las zonas donde hay más paramilitarismo históricamente, y en zonas bajo disputa. Hay un hecho, la salida de las FARC, una guerrilla que controlaba parte de un territorio y deja parte de un territorio para ser controlado por el Estado, pero hay paramilitarismo y narcotráfico, como se ve en algunas partes del país , como zonas de Nariño o el Cauca. Los líderes sociales con permanencia en estas regiones sufren las consecuencias.


Hay otra parte, que son los exguerrilleros. Yo no diría que hay una política predeterminada para su liquidación, pero en algunos lugares han muerto este año 2017 desde que se firmó el Acuerdo de Paz. Personas que habían hecho la opción de vida civil pero han sido asesinadas, en muchos casos en su propia comunidad.


¿Lo esperábais?


Esto no genera el mejor clima para implementar los Acuerdos de Paz, pero cuando se firmaron sabíamos que este sería el clima que tendríamos. No éramos ajenos a que la historia de Colombia es la que es, de poca presencia del Estado en muchas partes del país, con una parte de la población muy acostumbrada a resolver las disputas no con la política sino a través del plomo, y que la firma del acuerdo no cambiaría estas cuestiones de un día para otro.


Uno de los temas que tratáis son los Derechos Humanos, como la alimentación o los derechos de las mujeres, que son intangibles. ¿Es más difícil hacer entender la necesidad de temas como los derechos de las mujeres antes de que la construcción de un hospital?


Cuesta mucho más. Absolutamente todo el mundo está de acuerdo sobre la necesidad de construcción de un hospital. En el lugar más remoto de África es necesario hacer un hospital. Hay que ser muy enfermo por no entenderlo. En todo el mundo es necesario que a una persona enferma la curen. Ahora, el paso siguiente, que es entender que esto es un derecho, que es un derecho que está asociado a otros derechos, esto muchas veces cuesta mucho explicar.


A alguna parte de la gente le cuesta mucho más entender el hecho de que hay momentos en que tan importante es poner en marcha un servicio médico como empoderar o ayudar a organizar asociaciones de mujeres para que sean ellas mismas las que recaven un servicio médico para que sean ellas mismas las que lo defiendan.


Para conseguir servicios básicos y mantenerlos a veces existe la presión de la ciudadanía organizada: en la salud, la educación, la agricultura... Hay una parte de nuestra acción que se debe orientar a aquellas organizaciones de sociedad civil para conquistar derechos, para mantenerlos.


¿Las ONG pequeñas y medianas deben trabajar en red entre ellas para tener éxito?


Depende. Trabajar en red es necesario siempre. A veces una organización mediana o pequeña por sí sola no tiene acceso a un sitio o un sector. Para nosotros es imprescindible. La capacidad de llegar al mundo es limitada, si no estuviéramos trabajando en red no podríamos llegar a otros habitantes, y viceversa. Así lo hacemos en Colombia, Próximo Oriente, Guatemala, o Filipinas. Y también trabajamos en red en Europa.


Parte de nuestro aprendizaje y experiencia se hace así a la hora de trabajar con otros países. En la República Democrática del Congo trabajamos de la mano de la organización belga M3M aprovechando su experiencia de hace más de 20 años. Igual con El Salvador, donde estamos trabajando con el Secours Popular Française en un proyecto conjuntamente.


Si no trabajas en red, tu capacidad de actuación es mucho más limitada. Por ejemplo, en Oriente Medio, buena parte de nuestro trabajo ha tenido su origen en el Líbano y desde allí se ha hecho de enlace del resto del mundo árabe, en Irak, Jordania, Egipto... Con redes tendrás más capacidad. Hay cosas que no las puedes hacer solo.


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