“Poesía y universo de la copla”: reivindicación de la estirpe literaria e histórica de un género popular

Crónica de la publicación del último libro del filólogo Luciano López Gutiérrez

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No hay peor mentira que la que se repite hasta la saciedad y llega al punto en que es admitida como una verdad incontrovertible. Algo de esto ha pasado con un género tan excelso y español como la copla al que se ha querido vincular con el franquismo, como si no hubiera existido mucho antes de dicha etapa histórica y sobrevivido en plena lozanía hasta nuestros días. Lo demuestra fehacientemente el filólogo Luciano López Gutiérrez en Poesía y universo de la copla (Renacimiento). 

 

Como especialista en el Siglo de Oro, López Gutiérrez  tiene plena autoridad para encontrar precedentes o paralelismos de la copla en los pliegos de cordel, las jácaras, las mojigangas o los pregones, así como el flamenco e incluso en ciertos textos literarios (el autor cita, entre otros, El caballero de Olmedo)  A partir de ahí va surgiendo un género estrechamente vinculado a la poesía, pero que alcanza su plenitud cuando es cantado y que dio lugar a diferentes especímenes -entre ellos, el cuplé- que pueden ser reunidos bajo la común denominación de copla. Un género que nace, canta y populariza el pueblo y que actúa como puente entre la tradición y la literatura culta.

 

El autor analiza pormenorizadamente todos los aspectos de este género poliédrico. Advierte que su contenido puede adquirir la estructura de microrrelato o de obra teatral abreviada y que "en las coplas más que pasar muchas cosas, las pocas que pasan se sufren". Sea como fuere "el hilo narrativo es el justo y necesario para abrir la espita al desahogo lírico". Tiene una estructura más o menos fija con dos partes: el estribillo y el desarrollo, aunque admite la utilización de diferentes métricas. Suele ser tributaria de ciertos recursos estilísticos: abundancia de interjecciones, diálogos, uso de diminutivos, repeticiones, concatenaciones y metáforas (muchas asociadas a nexos religiosos) y lo que López denomina el "juego de los opuestos" o choque de términos contradictorios. Hay, además, una omnipresencia de lo español, que se expresa en la nostalgia, la evocación de figuras históricas o el elogio de las diferencias con lo ajeno. Y no está de más añadir una cierta predilección por algunos grupos marginados, como es el caso de los gitanos. 

 

Dicho todo lo cual, "la estrella sobre lo que gira todo el sistema planetario de la copla es el amor, un amor generalmente encarnado desde la perspectiva de una mujer", aunque también hay que reconocer que desde un papel ancilar de ésta en el que no destacan sus valores intelectuales o laborales, sino más bien sus virtudes familiares. Pese a ello "en las coplas hay sobradas muestras de lo que oculta ese oropel retórico de la reina y señora de la casa: un envoltorio engañoso de lágrimas y humillaciones abyectas". Todo ello le lleva a López Gutiérrez a sospechar que “en esta España del siglo XX no se ha avanzado mucho en cuanto a ideología y costumbres con respecto al Siglo de Oro” y de ahí que sobreviviesen durante décadas visiones hoy obsoletas del donjuanismo, la filiación ilegítima, la maternidad extramatrimonial o la prostitución, aunque también es cierto un cambio paulatino en el tratamiento de los mismos desde la transición.

 

Poesía y universo de la copla constituye una reivindicación necesaria de este género "mezcla de lo popular y lo culto" que ha sido cultivado por nombres tan ilustres como García Lorca, Rafael de León o los Machado. 

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