“Oblatus. Jaque a la fe”: un testimonio sobre la vida en una comunidad monástica de clausura

Reseña del libro escrito por Simón Martínez Rubio

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La evolución experimentada por las sociedades contemporáneas en la última centuria hace difícil comprender las razones que pueden inducir a alguien a renunciar a una vida convencional para recluirse en un cenobio y dedicarse a la vida contemplativa. Pero mucho más incomprensible resulta hoy en día aceptar el ingreso de niños impúberes en internados destinados a formarles para su posterior incorporación a una orden religiosa de este tipo como ocurría hasta hace muy poco tiempo.

 

Ciertamente todo hay que contextualizarlo en su momento histórico y este supuesto que hemos citado, que fue muy real en la España de hace poco más de cincuenta años, venía respaldado por alguna necesidad social: o bien la de procurar una educación a niños procedentes de áreas con insuficientes centros de enseñanza o sencillamente con ninguno de secundaria; o bien, en el caso de familias de escasos recursos, asegurar un futuro sin estrecheces a cualquiera de sus vástagos (caso del hermano Renato, que se hizo monje para esquivar el hambre, como se explica en el libro que vamos a comentar) Posiblemente fue la primera de estas causas, amén de otras de orden familiar, como la religiosidad de su madre y la condición profesora de dos de sus hermanas, la razón por la que Pedro, nombre imaginario tras el que se esconde la experiencia personal del autor, fue enviado con tan solo diez años -estamos hablando de los años cincuenta- al oblatado de la Orden Trapense o Benedictinos de Estricta Observancia de Santa María de Viaceli, situado en Cóbreces, entonces provincia de Santander. Una orden contemplativa que se regía y se rige por el principio de ora et labora, cuyos miembros profesan cinco votos (los clásicos de castidad, pobreza y obediencia, más los peculiares de estabilidad en el mismo monasterio durante toda la vida y de “conversión de costumbres” o búsqueda de la perfección) e incluso mantienen una dieta atenuadamente vegetariana.

 

Una vida que resulta difícil de asumir desde más allá de los muros del monasterio pero que describe con viveza, realidad y convicción Simón J. Martínez Rubio en su libro “Oblatus. Jaque a la fe” (Éride ediciones) en el que relata cómo “Pedro” ingresó a los diez años sin apreciable vocación religiosa en el oblatado (seminario menor) de Viaceli para cursar los estudios secundarios, pasó luego el postulantado y noviciado, profesó votos temporales a los 17 años, votos solemnes a los 21 y se ordenó como presbítero a los 25. Un proceso vital que se desarrolló en una estricta clausura y al margen de la vida ordinaria, de tal modo que sólo pudo ver televisión con ocasión de la inauguración del Concilio Vaticano II o la elección de Pablo VI, o cuando salió por primera vez a la calle no supo cómo utilizar el teléfono o interpretar un semáforo. Y por supuesto, le resultó punto menos que imposible saber cómo relacionarse con el sexo femenino.

 

Ese mundo cerrado y endogámico, tan desconocido para los ajenos, es pormenorizadamente descrito por Martínez Rubio. Y así sabemos de la intensidad de la vida interior que contempla interminables rezos y devociones (que se inician con maitines a las tres de la madrugada) y una intensa formación intelectual, pero que se traduce también en una no menos intensa actividad manual en las huertas y predios del monasterio y en la construcción (de un cementerio o de una nueva vía de agua, por el deseo de los monjes de ser plenamente autosuficientes).

 

No por ello oculta las pequeñas miserias humanas que, como en todo colectivo humano, anidan entre ellos (celos, tensiones, denuncias, ambiciones, etc.) y que un sistema de confesión pública de culpas intenta atenuar. Pero, sobre todo, y éste sería el eje fundamental de este libro, Martínez Rubio revela la trágica ruptura que supuso la detención por Pablo VI del proceso de reformas iniciado en la Iglesia católica por su antecesor Juan XXIII con el Concilio Vaticano II, que acabó fracturando la comunidad trapense de Viaceli en progresistas y conservadores y condujo, velis nolis, al protagonista, hasta su separación de la orden con la dispensa de los votos profesados y la reducción al estado laical y la renuncia a una vida que, aún dentro del voto de pobreza, habría estado asegurada hasta su muerte.

 

En estos tiempos de acentuada secularización y de profundo desconocimiento de los valores morales de la vida religiosa, la lectura de “Oblatus. Jaque a la fe” constituye un excelente testimonio, a la vez que facilita una información muy válida y objetiva sobre una forma muy concreta de experiencia personal.

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