“Guía para lesbianas en un colegio católico”, un relato juvenil sobre diversidad y tolerancia
Reseña de esta novela juvenil dedicada a un lector adolescente de Sonora Reyes
Los editores saben medir muy bien el valor del título de un libro y algunos autores también. Es una herramienta legítima de marketing con la que se trata de atraer la atención del posible lector. Aunque a veces resulte un tanto equívoca. Porque un título como el de “Guía para lesbianas en un colegio católico” (Nube de tinta) invita a pensar en un manual para ayudar que jóvenes con dicha identidad sexual puedan desenvolverse sin dificultad como alumnos de un centro docente confesional y en este caso no hay tal. Porque lo que ha escrito Sonora Reyes es una novela y, si mucho se nos apura, una novela juvenil dedicada a un lector adolescente.
El eje de la trama argumenta gira en torno a los problemas que vive su protagonista, la joven Yamilet, de familia de origen mejicano emigrada en Estados Unidos (con padre desterrado de este país), no tanto para asumir su sexualidad, que tiene perfectamente digerida, sino para informar de ella a sus progenitores, que profesan una fe católica muy estricta y también a su hermano César. La casualidad hace que las cosas con este último resulten mucho más sencillas cuando descubre que también a él le gustan sus congéneres del mismo sexo. Pero con los padres de ambos es distinto y curiosamente más dificultoso con el que parecía menos riguroso. Del mismo modo, tampoco es fácil el acomodo de los hermanos en el ambiente escolar, puesto que el carácter confesional del mismo obliga a mantener unas normas relativamente estrictas.
Estos condicionamientos hacen que Yamilet y César tengan que mantenerse a todo trance en el armario y hasta simular que el amigo de éste aparezca como el novio de su hermana. Por otra parte, Yamilet, escarmentada por haber confesado a su mejor amiga Bianca su condición, lo que motivó el alejamiento de ésta, no se atreve a confesar la atracción que siente por su nueva amiga Bo, de origen chino y adoptada por un matrimonio local, ante la que simula una heterosexualidad que está muy lejos de poseer.
Con todos estos mimbres Reyes bien habría podido escribir una novela dramática, pero ha optado por pergeñar un relato sencillo e ingenuo sobre las peripecias de los dos hermanos, lo que no excluye un momento particularmente tenso que se resuelve sin embargo satisfactoriamente. Es, por tanto, una novela lineal, de lectura fácil, en la que, pese a que trata precisamente del reconocimiento de la identidad sexual, no hay ni un ápice de sexo, ni de morbo y en cuyas sus páginas subyace un mensaje de tolerancia hacia la diversidad no solo sexual, sino también de raza y origen, en una sociedad tan heterogénea como es la norteamericana.
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