Katie Kitamura presenta en Barcelona su novela “Intimidades”

La californiana, descendiente de japoneses, es profesora de escritura creativa aparte de escritora

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“Yo siempre me arrepiento de lo que he escrito” nos dijo la autora californiana Katie Kitamura con motivo de su presentación en Barcelona de “Intimidades” (Sexo piso), novela con la que The New York Times la clasificó como uno de los mejores cinco libros de ficción de 2021.

 

Libro de ficción, sí, pero muy vinculado con la realidad del mundo en que vivimos. Por de pronto, porque la peripecia personal de la protagonista, una joven intérprete y traductora que se traslada a vivir a La Haya para prestar sus servicios en el Tribunal Penal Internacional, ejemplifica la situación en la que pueden sentirse inmersos muchos coetáneos suyos, obligados por circunstancias de carácter laboral a desplazarse de un lugar a otro, a cambiar incluso de continente con el fin de poder desarrollar un empleo acorde con su formación. Este hecho conlleva un cierto desarraigo, que tendrá consecuencias en la vida de cada cual, por la consiguiente integración con una sociedad distinta y, en fin, por el reflejo que ello supone en sus relaciones personales y sentimentales. Tal cual le ocurre a la protagonista de Intimidades, reflejo acaso de algunas vivencias de la propia autora que, aún siendo norteamericana, vivió durante su etapa formativa las influencias de sus orígenes familiares nipones.

 

Hay, por otra parte, un eje narrativo muy vinculado a la actualidad cual es el de la actuación del Tribunal Penal Internacional que Kitamura sitúa en el proceso de un sanguinario exjefe de Estado de un innominado país africano -podría ser cualquier de los numerosos casos que se han producido- y de cómo afronta su encarcelamiento y la presencia ante los jueces, cuáles son las argucias de los defensores y cómo una ejecutoria genocida puede quedar impune por discutibles criterios garantistas. La autora subsume a la protagonista de la novela en el relato de los crímenes que alguno de los testigos del fiscal tiene que declarar y de la dificultad sicológica que supone para ella traducir con obligada neutralidad unos hechos criminales cuando al hacerlo tiene que explicarlo como si fuera ella misma la ejecutora de tales delitos. Y todo ello después de haber tenido que actuar en entrevistas previas con el propio procesado y de tener un contacto directo y personal con él.

 

Novela al fin, hay además una historia de amor entre la traductora y Aadrian, recién separado de su esposa con la que tiene pendiente acordar el oportuno divorcio, pero cuya presencia en el que fue domicilio familiar sigue estando presente, desde los marcos con fotografía a toda suerte de detalles menores, circunstancia que dificulta la consolidación de la nueva relación. 

 

Katie Kitamura añadió que Intimidades, que está escrita en primera persona, trata también de marcar algunas pautas como la persistencia de lo que denominó “micromachismos”, es decir actitudes implícitas, a veces inadvertidas, ocasionalmente irrelevantes, pero que contempladas en conjunto reflejan la persistencia de un machismo si no insuperable sí difícil de erradicar; del mismo modo que existe la agencialidad, algo que detecta en sus clases de escritura y que ocurre cuando la persona no es dueña de sus propias acciones. Conceptos del lenguaje que según Kitamura tuvieron mucho que ver en el punto de partida de esta novela. 

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