Controlar la tensión arterial y llevar una vida saludable, claves para minimizar el riesgo de ictus
Andalucía es la que más casos registra al año (21.000), seguida de Catalunya (12.000), Madrid (11.000), Comunidad Valenciana (10.500) y Galicia (7.000).
Controlar los factores de riesgo, sobre todo la hipertensión arterial y un estilo de vida saludable, evitando el sedentarismo, la obesidad o el tabaquismo, son las medidas más eficaces para minimizar las posibilidades de sufrir un ictus, según el presidente de la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia (SETH), José Antonio Páramo.
Cada año, unas 120.000 personas en España sufren uno de estos eventos cerebrovasculares, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), de los que aproximadamente la mitad quedarán con secuelas. Representa la segunda causa de muerte en España (la primera en mujeres), la primera causa de discapacidad adquirida en el adulto y la segunda de demencia.
Por comunidades autónomas, Andalucía es la que más casos registra al año (21.000), seguida de Catalunya (12.000), Madrid (11.000), Comunidad Valenciana (10.500) y Galicia (7.000).
Se produce por la obstrucción del flujo sanguíneo de una arteria (trombosis, embolia), lo que origina una disminución del riego sanguíneo en esa parte del cerebro. Sus consecuencias en el cerebro pueden ser graves y los síntomas producidos muy incapacitantes. Sus síntomas aparecen de forma brusca e inesperada, y los más comunes son las dificultades para hablar o entender, la pérdida brusca de fuerza o sensibilidad en una parte del cuerpo y la alteración de la simetría facial, así como problemas de visión y dolor de cabeza muy intenso.
La gran mayoría de los pacientes suelen presentar una combinación de varios de estos síntomas, y con solo experimentar uno de ellos, incluso si son reversibles o transitorios, ya es motivo de urgencia.
Por lo general, estas secuelas afectan de manera importante a la calidad de vida. Por todo esto, el experto considera "vital" acudir de manera precoz a un centro hospitalario para instaurar el tratamiento cuanto antes, así como aprovechar la neuroplasticidad del cerebro que hace que, en esas primeras horas, sea más fácil recuperar las funciones cerebrales afectadas.
El ictus puede ser isquémico (el más frecuente, corresponde al menos al 75% de los casos) o hemorrágico. El primero se debe a la obstrucción del flujo sanguíneo en una arteria (trombosis) que da lugar a una disminución del aporte de sangre al cerebro, mientras que el hemorrágico tiene su origen en la rotura de una arteria. "La naturaleza del ictus condiciona su tratamiento, pero la rapidez es el denominador común a todos ellos: cada minuto que pasa sin atención médica complica la recuperación. Tiempo es cerebro", insiste Páramo.
Los factores de riesgo cardiovascular suelen estar detrás de la mayoría de los ictus (hipertensión arterial, hipercolesterolemia, obesidad, sedentarismo), y ser mayor de 60 años y mujer incrementan las posibilidades de padecer este accidente cerebrovascular.
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