El PP vasco y gallego se consolidan como contrapoder interno al proyecto de Pablo Casado

Feijóo y Alfonso Alonso ejemplifican la pugna en el Partido Popular entre quienes proponen un rearme ideológico para frenar a Ciudadanos y Vox y quienes temen perder el centro si se abandona la línea de Rajoy.

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Pese a que Pablo Casado alcanzó la presidencia del PP aupado por las bases, no es lo mismo ganar un congreso que ganar un partido. Y el nuevo líder conservador lo está viviendo en su día a día. El principal escollo de Casado para afianzar su liderazgo entre sus correligionarios es la sensación de ruptura que desde el principio ha presentado con el proyecto de su antecesor, Mariano Rajoy. 


El nuevo presidente se ha rodeado de un círculo de afines que están en sintonía con él a la hora de rearmar ideológicamente el partido, algo que había quedado en segundo lugar en la etapa anterior. Frente a la gestión diaria de la economía, la batalla de las ideas. Esa es la premisa que cincela la nueva actuación de la dirección popular.


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Pero las contradicciones internas suscitadas por ese mismo debate ideológico no han tardado en manifestarse. Las delegaciones gallegas y vascas se han mostrado reacias a entrar en liza tanto con Ciudadanos como con Vox en cuestiones como inmigración, feminismo y nacionalismo. Estas demarcaciones territoriales del PP consideran que esto les aleja del centro y erosiona sus posibilidades de voto.


GALICIA Y EUSKADI NO SIGUEN A CASADO


Este mismo fin de semana, esta actitud se ha ejemplificado con el Congreso del Partido Popular Vasco. En palabras de Alfonso Alonso, líder de la formación en Euskadi, cada autonomía tiene sus particularidades y el PP vasco debe marcar un "perfil propio" frente a las propuestas que emanan de Génova.


También Feijóo no termina de ver con buenos ojos este giro dirigido por Casado. El barón gallego es el único que ostenta una mayoría absoluta conservadora en toda España y se permite criticar con libertad los movimientos de la central --ha rechazado recientemente la propuesta de un 'España Suma' que aglutinara a PP, Vox y Ciudadanos--. Hasta ahora, Pablo Casado ha rehusado entrar en polémicas con uno de sus principales activos en el partido, pero las disonancias siguen adelante y se tiene miedo de que terminen en estridencias.


El pasado viernes se produjo uno de los primeros enfrentamientos públicos entre ambas familias. Borja Sémper arremetió contra Cayetana Álvarez de Toledo, que había criticado en una emisora de radio lo que consideraba una deriva nacionalista de sus colegas vascos. Sémper criticó a la portavoz parlamentaria por considerar que sus palabras tenían un tono clasista y desconocían la realidad del País Vasco.


Casado va con pies de plomo. No quiere que la sangre llegue al río en pleno periodo preelectoral. Pero es evidente que a la larga ambas posturas deberán debatirse abiertamente en el partido, quizá en un nuevo congreso, para elucidar si el PP quiere tomar un nuevo rumbo o bien seguir anclado en las fórmulas que el equipo de Rajoy diseñó durante las últimas legislaturas.

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