“Carmen” inicia el ciclo de ópera de NovAria Artists en el Palau de la Música

 

Promover el acercamiento de nuevo públicos a la música clásica en general y a la ópera en particular es la principal finalidad de NovAria Artists, una entidad surgida en 2015 que pretende además servir de palanca de promoción de jóvenes valores de la lírica. Con este fin ha organizado un ciclo que se desarrolla en el Palau de la Música que incluye dos óperas, “Carmen” de Bizet -que inauguró la temporada- y “La Traviata” de Verdi, así como una sesión de concierto con “Las cuatro estaciones” de Vivaldi.

El espléndido ambiente del salón de conciertos del Palau resulta un espacio singular no sólo para la audición de grandes conciertos, sino también para espectáculos escénicos puesto que, prescindiendo de algunas de las primeras filas, el escenario se agranda y ello hace posible que se reúna más de cincuenta personas, como ha sido el caso de la puesta en escena de la ópera de Bizet a cargo de Jesús Fernández y Josep Miquel Mindan. Como es bien sabido, el músico francés instrumentó un texto de Halevy y Meihlac inspirado en una novela homónima de Prosper Mérimée. Fue este uno de aquellos viajeros del siglo XIX que se enamoró de España, país al que viajó con frecuencia en una época en que circular por las trochas y caminos de la península, en particular por los de Sierra Morena, era toda una aventura pletórica de albures. Conoció pues, por ciencia propia, aquel mundo trufado de aristócratas y bandidos, militares y contrabandistas, toreros y bailaoras y llegó a anudar una buena amistad con la condesa de Montijo, madre de la futura emperatriz Eugenia, lo que le granjearía una situación de privilegio durante el Segundo Imperio. Cuando su novela fue transformada en ópera no tuvo inicialmente la acogida que esperaba Bizet aunque, como ha ocurrido en otros casos, el éxito de “Carmen” llegó tras la muerte de su autor hasta el punto de convertirse en el título más popular y representado del repertorio francés.

Pero al indiscutible amor de Mérimée por España, a los españoles “Carmen” siempre nos ha parecido un retablo de los peores tópicos sobre nuestro país, con mujeres malvadas -la protagonista- con la faca en la liga, amores turbulentos y apasionados de toreros y barbianes prestos al lance navajero y que acaban en tragedia y una sociedad estamentalizada y anclada de ritos y prejuicios ancestrales. Pero si despojamos este hilo argumental de los elementos superficiales que lo incardinan en la España del siglo XIX no sería aventurado intuir que, con otros ropajes, sería perfectamente ajustable a cualquier otro ambiente y contexto geográfico.

La puesta en escena habida en el Palau resultó una experiencia sorprendente y muy agradable. Por una parte, una compañía de medio centenar de cantantes con voces excepcionales como las de la mezzo Rosana Cooper en Carmen, Ignacio Guzmán en Don José y Alberto Cazes en Escamillo, arropados por un coro bajo la dirección de Adolf Gassol, un conjunto coreográfico flamenco a cargo de Yasmina Pulido y el acompañamiento de la Orquesta Terrasa48 dirigida por Xavier Puig, que lucía con toda elegancia -no nos atreveríamos a decir si también con oportunidad- el churro amarillo sobre su vestimenta. Y, en fin, la intervención del coro del Orfeó Infantil Badaloní, que dirige Marta Mateu, suscitó auténtico entusiasmo por la, a pesar de su corta edad, excelente desenvoltura de sus componentes, muy en particular la de una niña que no tendría más de tres años y cuya ingenuidad cautivó a todo el público del Palau.