Bahréin, un minúsculo país insular de mayoría chiita, gobernado despóticamente por una monarquía sunita

El periodista Emilio Sánchez Mediavilla relata en “Una dacha en el Golfo” su experiencia en este archipiélago de 30 islas la mitad de cuya población es inmigrante.

|
Libros Una dacha en el golfo

 

El Golfo Pérsico, que ahora algunos países denominan Golfo Arábigo, es un microcosmos de Estado de enormes recursos petrolíferos y, por tanto, inmensamente ricos, pero caracterizados por un común denominador: casi todos están gobernados despóticamente por monarquías tribales. Uno de los más desconocidos es el antiguo emirato, hoy reino, de Bahréin, que se asienta sobre un archipiélago de treinta islas -la mayor es la que da nombre al país- situadas entre Arabia Saudita y Qatar. Es un país pequeño, de 760 kilómetros cuadrados y poco más de 1’2 millones de habitantes, de los que la mitad son extranjeros. Con una peculiaridad muy acusada en lo que respecta a su componente humano y es que, si bien se trata de una comunidad musulmana, la población originaria y la actualmente mayoritaria es de confesión chiita, mientras que la dinastía gobernante, la dinastía Al Jalifa, y con ella toda la élite dominante, es sunita y aunque ambas viven en un mismo país, lo hacen en zonas perfectamente diferenciadas. A este minúsculo y conflictivo lugar fue a parar el periodista Emilio Sánchez Mediavilla siguiendo la estela de su compañera Carla y el resultado de su experiencia bareiní es “Una dacha en el Golfo” (Anagrama), libro con el que obtuvo el primer premio de crónica Sergio González Rodríguez.


Libros Una dacha en el golfo




“Sexo, política y religión” son los tres grandes tabúes de Bahréin según le explicó al autor, en su exilio de Berlín, el poeta Ali al Jalawi. El primero de ellos es común a la mayoría de los países islámicos aunque curiosamente Bahréin se distingue de todosm los demás en que la homosexualidad entre mayores de 21 años fue despenalizada hace medio siglo, mientras que los otros dos están íntimamente unidos porque la religión, o por mejor decir, la diferencia entre las dos ramas mayoritarias del Islam, determina la política del país y la totalidad de la vida nacional, lo que no impide que los que profesan otras confesiones no puedan vivirlas sin dificultad. El problema está en que la población mayoritariamente chiita está subyugada y permanece marginada de la vida pública hasta el extremo de que el gobierno prefiere contratar egipcios, jordanos o iraquíes para las fuerzas armadas o la policía. “Tenían los bareiníes una magnífica habilidad para desviar el tema de conversación cuando les preguntas por hechos concretos relacionados por la política”. Y con razón, por cuanto el sistema represivo del régimen es atroz permanentemente, pero mucho más aún cuando se producen protestas como la habida en 2005 contra el nuevo código de familia o la multitudinaria manifestación de la plaza de la Perla en 2011.


Para esta tarea, Bahréin, país perteneciente al Consejo de Cooperación del Golfo, cuenta con la incondicional asistencia de Arabia Saudí, vecino al que permanece unido por un puente de 27 kilómetros y que envía tropas para sofocar a sangre y fuego cualquier intento de insumisión. Una vecindad curiosa puesto que, como dice Sánchez Mediavilla, “yo vivía en una isla con vistas a Arabia Saudí… pero no podía entrar en ella”.


Claro que el régimen intenta ocultar esta situación con la presencia de personalidades y por allí han desfilado desde Plácido Domingo a Michael Jackson, pasando por Kim Kardashian “Estas visitas -dice-sirven para contrarrestar las campañas de denuncia de la organización de derechos humanos”, al igual que el patrocinio de la Fórmula 1.


La memoria de la estancia de Sánchez Mediavilla incluye muchas anécdotas, ambientes y situaciones, alguna historia colateral, como la de la familia del comerciante de perlas Ahmed Bu Khalaf -el comercio de perlas era el principal medio de subsistencia de los bareiníes hasta el descubrimiento del petróleo- todo ello envuelto en numerosas situaciones dramáticas -persecuciones policiales, detenciones arbitrarias, torturas asesinatos…- Y es que “no es fácil informarse de los que ocurría en Bahréin… ni siquiera viviendo allí”.


Sin comentarios

Escribe tu comentario




He leído y acepto la política de privacidad

No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes. Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
AHORA EN LA PORTADA
ECONOMÍA