El consumo está contenido pero rebrotará a partir del verano, según estimaciones del Banco de España
Según el análisis realizado sobre la evolución del consumo privado, desde mediados de marzo la demanda se habría visto enormemente condicionada por el devenir del grado de intensidad de las restricciones a la movilidad.
El Banco de España estima como previsible un eventual rebote del consumo de los hogares a partir del verano ante la existencia de una demanda acumulada no satisfecha consecuencia de los meses de confinamiento, en los que los hogares habrían pospuesto sus decisiones de adquisición de bienes duraderos como suele ocurrir en las crisis.
Así lo ponen de manifiesto José González Mínguez y Alberto Urtasun, de la Dirección General de Economía y Estadística del Banco de España, y Miguel Pérez García de Mirasierra, de la Dirección General de Operaciones, Mercados y Sistemas de Pago, en un artículo analítico publicado este martes.
En cualquier caso, el comportamiento del gasto dependerá de que la proporción de empleos que puedan ser salvados mediante Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) sea lo más elevada posible o que las medidas de protección de las rentas y de ayuda a los hogares más vulnerables constituyan un elemento de soporte.
Según el análisis realizado sobre la evolución del consumo privado, desde mediados de marzo la demanda se habría visto enormemente condicionada por el devenir del grado de intensidad de las restricciones a la movilidad.
"El Covid-19 ha supuesto una perturbación extraordinariamente inusual, de carácter puramente exógeno, con características que hacen que la evolución observada del consumo privado a partir de la declaración del estado de alarma solo pueda explicarse de forma imperfecta a través de sus determinantes tradicionales", señala el artículo.
Una peculiaridad de la crisis actual que pone de manifiesto el estudio es que, a diferencia de lo que suele ser habitual, la contracción del consumo ha sido mucho mayor que la de la renta, lo que ha ocasionado un aumento muy fuerte de la tasa de ahorro, que se elevó en casi 3 puntos porcentuales, hasta el 11,2% de la renta disponible.
En parte, los autores del estudio creen que este comportamiento puede ser consecuencia del incremento de la incertidumbre, pero la elevada magnitud del aumento sugiere que han debido de desempeñar un papel relevante los esquemas públicos de protección de las rentas de los hogares y el factor más puramente idiosincrásico de esta crisis.
En este último caso se refieren al hecho de que una proporción significativa de la perturbación sufrida haya sido la propia imposibilidad de consumir determinados bienes y servicios. Al inicio del segundo trimestre, la incidencia negativa de las restricciones impuestas por el estado de alarma sobre la adquisición de bienes y servicios de consumo habría alcanzado su punto máximo, coincidiendo con la suspensión de las actividades no esenciales.
Así, en las fechas previas al confinamiento, el gasto acometido se centró en las compras de productos de primera necesidad, "probablemente porque los hogares hicieron acopio de ellos en previsión de que fuera más difícil adquirirlos con posterioridad".
Inmediatamente después de la declaración del estado de alarma, el consumo privado, aproximado por el indicador de gasto con tarjetas, experimentó una caída "drástica", igual o superior al 50% interanual, durante un período que comprende los diez últimos días de marzo y los veinte primeros de abril.
PROCESO DE DESESCALADA
A partir de los últimos días de abril, los descensos en el valor de las operaciones realizadas con tarjetas comenzaron a moderarse, tendencia que se intensificó gradualmente a lo largo de mayo y junio, con el desarrollo del proceso de desescalada.
Esta nueva normalidad facilitó una ampliación paulatina de modo heterogéneo por actividades y territorios de gasto de los hogares, al permitirse la reapertura de los diversos establecimientos de comercio minorista que habían permanecido cerrados durante el confinamiento y la realización de un número mayor de desplazamientos.
Desde el inicio de la desescalada el gasto presencial se ha comportado de modo más favorable, lo que reflejaría que la compra física en establecimientos ha vuelto a ser una opción para los consumidores.
CAÍDA PRONUNCIADA DEL EFECTIVO
El artículo pone de manifiesto también que el confinamiento habría afectado al medio de pago utilizado. Durante las restricciones se observaron descensos en pagos con tarjeta en compras presenciales, así como en compras online y en las retiradas de efectivo.
Ya en mayo, el efecto positivo del comienzo de la desescalada se produjo únicamente en el pago en terminal punto de venta (TPV), mientras que las retiradas de efectivo en cajeros han seguido mostrando retrocesos interanuales muy pronunciados.
Este comportamiento, que los autores del estudio consideran que podría deberse a la incertidumbre acerca de una hipotética percepción de riesgo de contagio asociada al manejo de efectivo, sugiere que una eventual calibración de la caída del consumo en el segundo trimestre realizada a partir exclusivamente del uso de tarjetas en TPV estaría quizá sobreestimando la mejora de este componente de gasto.
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