García Navarro: "Residentes y familiares deben tener mayor participación en la gestión de las residencias de ancianos"
El presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) asegura que si los ancianos hubieran vivido con sus familias, la mortandad se habría reducido considerablemente.
La situación que se está viviendo en las residencias de personas de la tercera edad por causa de la pandemia ha generado un debate sobre cómo se han venido gestionando estos centros tanto desde el sector público como el privado.
La alta tasa de mortalidad que han sufrido estos centros ha servido para poner en entredicho su funcionamiento y ha provocado una reacción desde numerosos sectores sociales exigiendo que un cambio sustancial en el funcionamiento de esto centros y en las atenciones que se dispensan a los residentes.
El presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), José Augusto García Navarro, asegura en una entrevista a CatalunyaPress que los cambios son necesarios y urgentes, que se deben modernizar los sistemas de gestión y que se debe aprender de cómo se hace en otros países para evitar que en el futuro vuelvan a producirse situaciones como las vividas durante la pandemia en las residencias de la tercera edad.
¿Cómo ve la situación actual de las residencias de ancianos?
En estos momentos, yo creo que están en el punto de mira de la sociedad al ser donde se han acumulado mayor número de muertos en la epidemia de coronavirus. El 70% de las personas fallecidas durante la epidemia son personas que vivían en residencias de mayores.Además, se están articulando reflexiones en torno a si son el nivel más adecuado para tratar a las personas mayores con dependencia y múltiples enfermedades crónicas, si su dotación económica es la adecuada, si ha habido fallos en la protección de los residentes, etc.Probablemente, de forma injusta, se les está haciendo culpables de esa alta mortalidad, cuando realmente es un servicio que no teníamos preparado para hacer frente a una enfermedad tan agresiva como la COVID19.
¿Cree que si los ancianos hubieran estado cuidados por sus familiares la situación habría sido diferente?
Sin ninguna duda la mortalidad hubiese sido claramente inferior.El ejemplo son los países asiáticos, donde existen pocas o ninguna residencia de mayores, y las personas con edad avanzada, múltiples enfermedades y dependencia son cuidados en sus casas, en la mayoría de casos por sus familiares. En estos países cuando se decretó el confinamiento domiciliario también se protegió de la infección a los mayores.En los países occidentales (en todos, no sólo en España), en cambio, el confinamiento domiciliario no protegió a estas personas que son las más vulnerables de nuestra sociedad ante una infección. De hecho las residencias eran un foco concentrado de personas muy susceptibles de padecer la infección de forma grave y eran establecimientos donde se favorecía la propagación del virus.
¿Por qué ha habido tantos muertos en las residencias?
Por tres grandes razones: las personas que allí viven, el trabajo que en ellas se desarrolla y la tardanza en la detección del virus y en la protección del mismo.Las personas que allí viven acumulan una alta carga de enfermedad crónica (tienen una media de 7 enfermedades distintas) y de dependencia. Son personas que necesitan ayuda para las actividades básicas de la vida diaria como asearse, vestirse, comer, desplazarse, etc. Esto hace de ellas personas muy susceptibles a una infección altamente transmisible como la COVID19. Además son personas muy débiles y con pocas reservas físicas para hacer frente a la infección, por lo que suelen tener más gravedad y más mortalidad que las personas más jóvenes.En segundo lugar, estas personas necesitan que les ayuden a vestirse, asearse, desplazarse, etc. Es decir, los profesionales de las residencias necesitan hacer un trabajo de alto contacto físico y de proximidad.
"Aquí no valen las distancias de seguridad de un metro y medio, porque no se puede cuidar de un dependiente a un metro y medio"
Y esto favorece la transmisión de unos residentes a otros y de residentes a profesionales y viceversa.En tercer lugar hay un alto porcentaje de residentes que son asintomáticos. Es decir, tienen la enfermedad y la pueden transmitir, pero no tienen síntomas. Y la realidad fue que en el pasado mes de marzo y hasta bien entrado el mes de abril no dispusimos de suficientes test diagnósticos (los test PCR), ni tampoco equipos de protección individual (EPIs). No nos dábamos cuenta y el virus se iba expandiendo fácilmente en cuanto entraba en una residencia.
Por lo tanto, las residencias eran el terreno idóneo para la transmisión del virus y dónde éste nos ha enseñado su peor cara: personas muy débiles, que necesitan ser cuidadas con alto contacto físico en un contexto donde no había equipos de protección para los trabajadores.
¿Cuáles son los principales errores que se han cometido?
Se consideró tarde a las residencias y cuando nos dimos cuenta la infección se había extendido mucho y había causado una alta mortalidad. Ha habido un problema clarísimo de enfoque. Nuestra máxima preocupación eran los respiradores y las camas de cuidados intensivos y el virus iba expandiéndose en la retaguardia, en las residencias de mayores. Se tenían que haber considerado los dos frentes a la vez.
También ha habido un problema de delimitación de competencias: se intervino tarde desde los servicios sanitarios. Al ser las residencias servicios sociales, se consideró que eran los servicios sociales de cada comunidad autónoma quien tenía que hacerse cargo. Pero la realidad es que un virus es un problema sanitario y no social.
Y, por último, ha habido un problema clarísimo de asunción de responsabilidades entre administraciones. Un ejemplo son los casos donde se ha forzado la intervención de salud de las residencias de mayores, después de brotes con alta mortalidad. Otro ejemplo es que no dispondremos de un sistema fiable de reporte de datos reales de afectación del virus en residencias hasta el mes de septiembre: es decir 7 meses después del primer fallecimiento de una persona por coronavirus que vivía en una residencia de mayores (una mujer de 99 años que falleció en Madrid el 3 de marzo).
¿Se deber replantear la gestión de las residencias de ancianos a tenor de lo vivido?
Sin ninguna duda. Es necesario que exista una mayor participación de los residentes y sus familiares en la gestión del día a día de los centros.
"También creo que hay que incrementar la transparencia de lo que realmente pasa en cada residencia"
En Estados Unidos, por ejemplo, las residencias de financiación pública tienen toda la información disponible en una página web que se llama “nursing home compare”. En ella se pueden ver las últimas inspecciones de la residencia, los ratios de personal, los traslados que hay al hospital, etc. Un servicio que en su gran mayoría está financiado públicamente debe ser absolutamente transparente y accesible a todos los ciudadanos.
Además, tenemos que orientar la atención que damos más hacia resultados. No se trata sólo de saber si se cumple un procedimiento o un protocolo, sino de si las personas de la residencia hacen actividades recreativas o físicas, o si sufren caídas, o si mejoran su calidad de vida, o si tienen infecciones, etc.
Por último, hay que planificar las residencias de mayores junto con los servicios sanitarios de cada territorio en concreto y hacer que realmente los servicios sanitarios y sociales para atender a estas personas trabajen de forma conjunta. Que se haga una verdadera integración de servicios sanitarios y sociales.
¿Están las residencias preparadas para los posibles rebrotes?
A tenor de lo que se pactó en la primera semana de agosto entre los Servicios Sociales de las comunidades autónomas, la Secretaria de Estado de Derechos Sociales y la Federación Española de Municipios y Provincias no estamos preparados. En este acuerdo, que por cierto llega 5 meses después del inicio de la epidemia en residencias de mayores, se indicó que en septiembre es cuando hay que tener reservas de equipos de protección individual y planes de contingencia en todas las residencias. Es decir, de forma implícita nos están diciendo que ahora no los tenemos. Como nos pasa muchas veces, la situación es heterogénea y existen algunas comunidades autónomas muy avanzadas en sus respuestas y que sí que están preparadas, mientras que otras aún no.
¿Cuánto material sanitario les haría falta?
Se aconseja que cada residencia disponga de una reserva estratégica de material sanitario, es decir, de EPIs de 4 semanas.Cada residencia de mayores tiene que multiplicar por cuatro la semana de más consumo del primer brote y dejarlo en el almacén por si hay rebrote.
¿Es necesario reforzar las plantillas de personal para atender adecuadamente a los ancianos?
Absolutamente sí. Desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología hemos estudiado todas las normativas autonómicas y estatal de ratios de personal en residencias de mayores y las cifras son escalofriantes.
"Por ejemplo, la comunidad autónoma que menos tiempo dedica por enfermera a residente le dedica sólo 5 minutos al día; la que más, 22 minutos"
De gerocultor (que son los que llevan la mayor carga de trabajo porque se encargan de la higiene, el vestido, el desplazamiento y la alimentación) entre 43 y 81 minutos al día.De fisioterapeuta entre 1 y 12 minutos al día...¡Imagínese qué sesión de fisioterapia podemos hacer con esta dedicación!Cualquier persona que cuide o haya cuidado a una persona con dependencia sabe que estas cifras son escandalosamente bajas.Es necesario incrementarlas de forma urgente si queremos prestar una adecuada atención a nuestros mayores más dependientes.
El personal de las residencias llevan años quejándose de sus condiciones laborales, de la falta de personal, y las denuncias por maltrato a los ancianos son habituales. ¿Por qué falla tanto el sistema?
Es cierto que el personal de las residencias de mayores está mal remunerado. Según las categorías profesionales se cobra entre un 35% y un 44% menos que la categoría equivalente en un hospital. Por ejemplo: un gerocultor cobra 7 € por hora, una enfermera 11 € o un médico 15€.El ratio como antes decíamos es también muy bajo.Las consecuencias de estas dos variables son muy claras: alta rotación de profesionales, alto absentismo laboral, escaso estímulo para progresar profesionalmente, escasa implicación en proyectos de medio y largo plazo, etc.Es necesario incrementar la financiación para conseguir incrementar la profesionalización y la implicación. Y para mejorar los cuidados.
¿Qué medidas se deberían adoptar para mejorarlas, independientemente de este tipo de situaciones?
Lo hemos señalado anteriormente.A nivel del funcionamiento: mayor participación de residentes y familiares, más trasparencia, orientación a resultados y calidad de vida e integrar servicios sanitarios y sociales. A nivel de los profesionales: mejorar los ratios de personal, mejorar las condiciones laborales e incrementar el profesionalismo y la formación. A nivel global: pensar en que atender a personas mayores con dependencia y enfermedad comienza en el domicilio y la residencia ha de ser el último paso, cuando no hay más remedio. Potenciar, por tanto, los servicios domiciliarios y priorizarlos antes que las residencias de mayores.Y las nuevas residencias hacerlas más pequeñas, con unidades separadas de convivencia (que permiten aislar mejor ante las infecciones) y adecuadas para poner en práctica la telemedicina cuando sea necesario.
¿Nuestras residencias están mejor o peor preparadas que las del resto de los países de nuestro entorno?
La situación es muy similar en todos los países mediterráneos. Existe un modelo diferente de residencias en el norte de Europa, donde los establecimientos son más pequeños en tamaño y están organizados en pequeños unidades de convivencia que son diferentes. Aunque a este modelo también le ha afectado mucho la epidemia de coronavirus (por ejemplo, en Noruega la mortalidad en residencias ha sido del 48% del total de mortalidad) es probable que este modelo sea el que veamos en el futuro. Las residencias de mayores son una asignatura pendiente del mundo occidental y tenemos que ponerlas en la primera línea de actuaciones prioritarias PostCOVID. Es nuestra obligación como sociedad.
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