España y el Sáhara Occidental: ¿Defender los derechos humanos o los intereses nacionales?
Se dice poco, pero España es la potencia administradora del Sáhara Occidental
España es la potencia administradora del Sáhara Occidental, aunque nunca ha hecho honor a ese título. Hace once días se declaró una guerra en el territorio entre el Frente Polisario, que representa al pueblo Saharaui y Marruecos, que no quiere ceder ni un centímetro del Sáhara a sus habitantes. La situación cada vez es más dramática y el Ejecutivo español mira hacia otro lado. Desde Exteriores explican que la postura del Gobierno "no se ha movido" y que apoyan "los esfuerzos del secretario general de Naciones Unidas para alcanzar una solución pacífica en el marco de resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU". Es decir, no van a hacer nada más que sentarse a mirar.
El Frente Polisario lleva luchando contra Marruecos desde 1976, cuando España se retiró del Sáhara Occidental sin previo aviso y dejando a la población totalmente desprotegida ante los caprichos de Rabat. Desde entonces, los sucesivos ejecutivos españoles han ignorado por completo la situación en el territorio y parece que, en esta ocasión, seguirá ocurriendo lo mismo. Mientras, el conflicto en el Sáhara Occidental "está llevando a la población al límite de la supervivencia" denuncian desde la Fundación Nepp, que desde hace más de 20 años está dando asistencia médica a los menores de los campos de refugiados y a las personas con patologías mentales del Sáhara Occidental.
ESPAÑA, UN GOBIERNO CON DOS SENSIBILIDADES
La posición del Gobierno español es la ya mencionada, no hacer nada. Sin embargo, hay distintas sensibilidades dentro del Ejecutivo: mientras el PSOE se inclina por no implicarse en el conflicto, desde Unidas Podemos reclaman una intervención que frene los abusos de Marruecos. En concreto, Pablo Iglesias exigió que España intervenga para que finalmente se realice un referéndum de autodeterminación en el Sáhara Occidental, una votación que el pueblo saharaui espera desde hace casi 30 años, cuando la ONU se comprometió a realizarlo.
Por otro lado, desde Izquierda Unida han llevado la problemática ante la Comisión de Asuntos Exteriores de la Eurocámara, reclamando el envío de un comisario especial para cumplir con la promesa de Naciones Unidas. Desde la formación denuncian que la alianza España - Marruecos "sigue vulnerando el derecho internacional sobre el Sáhara Occidental impunemente" y culpan a la ONU de "no estar cumpliendo con su mandato".
¿PERMITIRÍA MARRUECOS EL REFERÉNDUM DE AUTODETERMINACIÓN?
La respuesta a esta pregunta es clara: "No", a no ser que se viesen obligados. El Sáhara Occidental tiene un gran valor estratégico para Marruecos, con un territorio de 266.000 kilómetros cuadrados y un litoral de 1.1000 kilómetros frente al Atlántico
Por otro lado, controlar el Sáhara es una de las principales aspiraciones del actual monarca marroquí, Mohammed VI. " La costa atlántica sur del reino constituirá una interfaz marítima para la integración económica y un centro de influencia continental e internacional ", pronunció el Rey marroquí el 7 de noviembre de este año durante el discurso para conmemorar el 45 aniversario de la Marcha Verde.
Además de la promoción de la pesca marítima, principal actividad económica de la región, la hoja de ruta elaborada por el rey incorpora los principios de lo que denominan "economía azul", para apoyar el desarrollo de la zona mediante la inversión en la desalinización de agua del mar y en las energías renovables de origen eólico y mareal.
Mohammed VI también quiere desarrollar el turismo en la región, dando un nuevo impulso al plan Azur con el fin de establecer el Sahara como un verdadero destino costero. El plan Azur prevé la creación de seis balnearios respetuosos con el medio ambiente, entre ellos el de “Guelmim Plage blanche”, así como otro en Dakhla. Sin embargo, el Covid-19 y la guerra en el territorio harán que previsiblemente el plan turistico sea un gran fracaso.
POR QUÉ ESPAÑA NO HACE NADA
Los Gobiernos españoles han ignorado sucesivamente el conflicto en la región y de hecho, intentan ni mencionarlo. La razón es sencilla: Marruecos es clave para los intereses de España, por lo que es preferible que haya una relación estable. Numerosas cuestiones que afectan a las relaciones con Marruecos se consideran como parte de la política nacional española, además de problemas de alcance internacional (la inmigración, el Sáhara Occidental, las posesiones españolas en el norte de África, la amenaza terrorista y el tráfico de drogas, entre otras).
Sin embargo, muchos españoles y algunos partidos políticos consideran que España tiene una responsabilidad histórica y moral con los saharauis por haberse retirado apresuradamente de la antigua colonia en febrero de 1976 sin antes haber permitido la autodeterminación. La existencia de un amplio movimiento social de solidaridad con la causa saharaui ha dado lugar a fricciones periódicas entre España y Marruecos. Los sucesivos gobiernos han tratado de evitar que éstas contaminen al conjunto de la relación bilateral.
Todos los gobiernos democráticos se han visto atrapados entre la presión de una opinión pública que apoya la autodeterminación en el Sáhara Occidental y un enfoque de realpolitik, desde la creencia compartida por dirigentes españoles de que ejercer presión sobre la monarquía marroquí para que se adhiera a la legalidad internacional podría debilitarla internamente y complicaría mucho más las relaciones hispano-marroquíes.
El miedo a lo desconocido ha sido hábilmente utilizado por Marruecos para mantener el statu quo y recibir el apoyo de las potencias occidentales a su posición en el conflicto del Sáhara Occidental. España ha tenido un limitado margen de maniobra para solucionar el conflicto debido a diversos factores, como una opinión pública interna predominantemente pro-saharaui (en todo el espectro ideológico), la persistencia de la rivalidad argelino-marroquí, los vetos de facto que impone Marruecos y la ausencia de una coalición internacional amplia y creíble que esté dispuesta a aplicar cualquier acuerdo al que lleguen las partes.
UNA SITUACIÓN LÍMITE
Desde la Fundación Nepp alertan que los combates en la zona de Guerguertat -- el territorio fronterizo entre el Sáhara Occidental y Mauritania -- "han empeorado una situación muy precaria porque aumenta el número de personas con necesidades de asistencia sanitaria". Del mismo modo, señalan que las tropas paramilitares marroquís están intentando desgastar a los saharauis "matando a los animales que les sirven para alimentarse". Concretamente, fuentes del gobierno Saharaui denuncian una matanza de camellos que busca dejar sin recursos a las familias que se han desplazado a la zona para dar apoyo logístico a las tropas que combaten en la frontera.
Además, Marruecos ha construido un nuevo muro de tres kilómetros en la zona rodeado con minas para evitar nuevos cortes en el paso de Guerguerat. Las mismas fuentes informan a Nepp que en los campos de refugiados, donde desde hace meses ha menguado la llegada de la ayuda humanitaria, empieza a llegar el hambre, que podría afectar a más de 50.000 niños y niñas. Las ONG’S, como la Fundación NEPP, no pueden acceder y evaluar la situación ni enviar ayuda alimentaria o sanitaria.
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