Este artículo ha sido escrito conjuntamente por Raúl Jimenez, Profesor ICREA en la Universitat de Barcelona, y Luis Moreno, Profesor Emérito de Investigación del IPP-CSIC. Ambos son autores del libro “De fuera hacia adentro. Reflexiones de cambio en tiempos de pandemia, 2019-21”.
Es desalentador corroborar cómo los humanos rara vez confrontamos la solución de situaciones que no suponen un claro e inminente peligro. La capacidad de retrasar la recompensa en la decisión es un don auténticamente humano y que no existe en el caso de los simios, nuestros ancestros biológicos. Los caminos de la ciencia sí son escrutables.
Quizá un conflicto armado como el que se desarrolla en Ucrania no sea tan sorprendente. Ya nos ha venido sucediendo con el calentamiento global. Hemos renunciado a ‘mirar para arriba’ (véase la película de referencia Don´t look up). Se han dejado las manos libres a la cleptocracia regidora de una globalización que ahora se despieza. Nuestras necesidades energéticas en el Viejo Continente han pasado a estar manipuladas por un cártel de oligarcas al Este, y también en connivencia con algunos del Oeste. Pero habrá que ‘mirar hacia arriba’ si pretendemos que el meteorito de la destrucción económica no impacte irremisiblemente en Europa.
Como hemos venido apuntando en los últimos años, muy a contracorriente frente a una extendida oposición al desarrollo ulterior de las fuentes energéticas nucleares, ahora se hace más necesario que nunca que revisemos nuestros prejuicios acientíficos. Es casi patético observar cómo los países europeos más afectados reclaman ahora que se paralice el cierre de las centrales nucleares aún operativas. La dependencia política del gas (y también petróleo) ruso es asunto muy serio para el desarrollo económico y el mantenimiento del Modelo Social Europeo.
Otra cuestión que se presenta como crucial para ‘luchar’ contra el patriotismo expansionista ruso y su órdago a la Unión Europea es la neutralización de la corrupción internacional, y en este caso de los multimillonarios rusos, y el aumento del uso de las criptomonedas como vía para esquivar el pago de impuesto y facilitar el lavado de capitales. Las sanciones ahora aplicadas son timoratas. Según Thomas Piketty no se trata de actuar sobre un puñado de oligarcas ricos. Por ejemplo, si se actuase sobre aquellos que tienen más de 10 millones de euros en activos y pasivos, que son unos veinte mil ciudadanos rusos, se conseguiría descabezar 20 trillones de EUR de la economía rusa.
Hablemos, en primer lugar, de la dependencia energética. El problema reside en la obsesión de muchos países europeos, liderados por Alemania –y seguidos en parte por España e Italia– por desmantelar a toda costa la muy ecológica, verde y limpia energía nuclear que poseían y que dotaba a estos países de una parcial independencia energética. Ahora se teme el uso torticero que Putin hace del suministro energético a Europa en forma de gas y petróleo. Ambos combustibles fósiles (técnicamente son hidrocarburos y se distinguen sólo en la longitud de los enlaces entre sus átomos de carbono e hidrógeno), son responsables de una parte del efecto invernadero, y por lo tanto del calentamiento global que está degradando fatalmente a nuestra querida Gaia, La falta de independencia energética está condicionando la reacción política de la UE frente al imperialismo de la Rusia putinesca.
El gran ‘bufón’ de la política británica que es Boris Johnson asevera que conseguirá energía extra independiente con el uso del viento del Mar del Norte, que según él Putin no podría controlar como el gas o el petróleo procedente de la Siberia rusa. Pretende que granjas de viento “off-shore” puedan suministrar toda la energía necesaria para el Reino Unido. Una extravagancia más del inefable BoJo. En realidad, la independencia energética ya la teníamos, pero decidimos pegarnos un disparo en el pie cerrando las centrales nucleares.
El ejemplo alternativo es el de Francia, que decidió apostar sin complejos por la energía nuclear y ha conseguido mantener una independencia considerable con respecto al suministro energético ruso. Las nuevas tecnologías de centrales nucleares modulares proporcionan un gran paso adelante en seguridad y abaratamiento para poder no solo incrementar la independencia energética de Europa sino también la absoluta y necesaria reducción de gases invernadero. Es importante resaltar y remarcar el papel de las nuevas tecnologías en el desarrollo de nuevas centrales nucleares que nada tienen que ver con las antiguas de refrigeración activa. Naturalmente hay que priorizar la generación de recursos energéticos mediante la promoción e implantación de las renovables. Pero debe actuarse en paralelo con la nuclear, si no queremos que los tanques con la “Z” crucen la frontera polaca. O, peor aún, se recurra “to drop the bomb” (conflagración nuclear)
El segundo ámbito que entendemos crucial para reaccionar frente a la nueva geopolítica del globalización despiezada, y en donde Europa y EE.UU deberían actuar diligentemente es el relativo a las criptomonedas. Estas son utilizadas por los oligarcas rusos para escapar de las sanciones económicas. Y ‘aprenden’ a hacerlo siguiendo las prácticas de los defraudadores fiscales occidentales que ya ven con satisfacción cómo se realiza publicidad con ellas (Ej. Crypto). Ya hemos incidido en anteriores ocasiones que el uso de la criptomoneda es proporcionar un medio a los delincuentes y dictaduras para ocultar dinero del control de los estados democráticos. No hay ningún otro uso de una tecnología que además es extremadamente dañina para el medio ambiente e incrementa la emisión de gases invernadero. En estas líneas, quizás la criptomoneda sea el arma más poderosa que tienen los autócratas y criminales que en el mundo son. Hay que ‘mirar arriba’ antes de que el meteorito de la destrucción financiera nos alcance.
Un punto final importante sobre el que insistir es la implementación de una legislación eficiente que regule las criptomonedas y otros subterfugios donde los oligarcas se refugian mediante una promoción eficiente de la robotización de nuestras sociedades democráticas. Se requiere más control sobre nuestra producción y generación de riqueza. No debemos oponernos a la globalización siempre que no esté conformada en grandes regiones mundiales manipuladas por autocracia y dictaduras capitalistas (Ej. China). En realidad, la robotización de nuestras democracias ofrece una oportunidad para poder desarrollar plenamente los ideales del Modelo Social Europeo.
Rusia es un adversario militar incompetente y diletante en materias de eficiencia y modernización de su ejército con una economía comparable al tamaño de la española (y con tres veces su población). ¿Qué ocurriría si Chairman Xi decidiese emular a Genghis Khan y no se parase en los Cárpatos como el conquistador mongol? Mejor es dejar de ‘mirar hacia abajo’...
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