Pues mire, llevamos un mes sin gobierno y, de momento, vamos tirando. Unos años atrás, Bélgica estuvo más de 500 días sin gobierno, batiendo probablemente todos los récords. En ese tiempo mejoró su economía y bajó el paro. Italia pasó décadas con gobiernos-desgobiernos muy italianos (cosa para mí buena), que nos hacían cuestionar a los visitantes si realmente el gobierno es tan necesario como dicen, pues el mundo seguía girando.
España parece estar convirtiéndose en un criptoautoritarismo o democracia no liberal, y no sólo en las leyes (Ley Mordaza, derecho penal “del enemigo”), sino en las mentalidades, pues mucha gente común parece aceptar que no tener gobierno es una tragedia. Y por cierto que esa actitud sugiere que la dictadura en España no cayó de las nubes como la lluvia. Toda persona liberal (con liberalismo político, pues el económico y el ético pueden estar cómodos sin libertad política) debería alegrarse de ser un poco menos súbdito, de estar un poco menos gobernado, incluso pagando un cierto precio en seguridad o eficiencia. Las mentalidades liberales se preocupan si falta la libertad y el poder crece; las autoritarias, si faltan la seguridad y la organización (que también son necesarias).
Ahora bien, ¿realmente estamos sin gobierno? Ahí están los gobiernos locales, provinciales y autonómicos; la administración del estado recaudando y sancionando como siempre, y ahí está la UE, que un día regulará hasta nuestra respiración. Dejo de lado los “fragmentos de gobierno” ejercidos indirecta pero realmente sobre nosotros por Merkel, Obama, la OTAN, la OMC, el grupo de Davos, los altos jueces y funcionarios transnacionales, etc. Realmente, ¿conoce usted alguna generación más gobernada que ésta en la historia de la humanidad? ¿Desarrolla usted muchas actividades no reguladas ni controladas en absoluto, sea educar al niño o fumar un pitillo en el lugar y momento permitidos?
No creo que estemos mucho tiempo más sin gobierno, pero si, por hipótesis, estuviéramos 500 días, ¿qué pasaría? Pues que el legislativo seguiría legislando (aunque menos), los jueces, juzgando, los gobiernos autonómicos y locales gobernando sus parcelas, Mario Draghi dirigiendo el BCE y la UE produciendo directivas y reglamentos, que España cumpliría. En realidad ni siquiera nos faltaría un gobierno español, pues el que está en funciones seguiría gobernando, y no poco.
Indirectamente, vemos ahí la ventaja del federalismo y afines, sobre todo si la sociedad civil es fuerte. Si la tierra se tragase la Casa Blanca hoy, la vida en Texas y Florida seguiría (casi) igual, aunque con problemas en relaciones exteriores, defensa y viajes espaciales. En cambio, en un estado unitario, si la tierra se traga el poder central, sería el apocalipsis (bueno, no tanto).
España es unitaria-autonómica y su sociedad civil, como su economía, es bastante dependiente del BOE. Además, Rajoy ha recentralizado todo lo posible mediante leyes, control del gasto, ministros como Wert, políticos autonómicos como Feijóo, agencias acreditadoras y demás. Por este lado, el gobierno central español se ha hecho más imprescindible que en Bélgica o USA. Pero en el fondo, por otro lado, lleva tiempo haciéndose prescindible. Me explico exagerando un poco: para atenderle el teléfono a Bruselas y transmitir a los gobiernos inferiores las órdenes sobre déficit o gasto, bastaría una gran administración debidamente supervisada. Grecia va por ese camino, si bien su estado es internamente más imprescindible que el español por ser unitario y centralizado. ¿Y en cuanto a la escena internacional? Pues como realmente España no pesa mucho más que Holanda o Suecia, la falta de gobierno no implicaría dejar muchas grandes cosas sin hacer.
Y esto nos lleva a un interesante asunto, que quedará para otro día: aunque omnipresentes y omnicontroladores dentro, en los hechos, los gobiernos españoles llevan tiempo caminando a la prescindencia. Mi impresión (fundada pero no demostrable) es que la propia España acepta ser prescindible y va por ese camino (Aznar quiso frenarlo, con resultados bien conocidos). Con los hechos, se diría que España ya se ve a sí misma como una especie de gran protectorado alemán, pero de habla inglesa (¿volviendo así prescindible, con el tiempo, también al español?).
Escribe tu comentario