La nueva, flamante y numerosa ejecutiva del PSC tiene un toque de película de los hermanos Marx. Sus multitudinarias reuniones me traen a la memoria la entrañable escena de ‘Una noche en la ópera’ en la que, en un abarrotado camarote, se acumulan el barullo y las estrecheces. El film, estrenado en 1935, nos cuenta una historia que refleja -con un sarcasmo inigualable- una sociedad con profundas desigualdades sociales que observa, impotente, el avance imparable de los movimientos fascistas, autoritarios y populistas.
Han pasado varias décadas pero nuestro presente tampoco está exento de dramatismo y de situaciones surrealistas. Tanto en lo político, como en lo social, emergen situaciones preocupantes. En la película, antes mencionada, Groucho solicita al camarero una larga lista de viandas y, cuando concluye, se oye una voz al otro lado de la puerta que grita: ¡Y también dos huevos duros!. Instantes después suena la bocina de Harpo y, el del poblado bigote, interpreta y dice que en lugar de dos van a ser tres… Y así podríamos seguir hasta el infinito.
Pues bien, entre las estrecheces del abarrotado camarote de la ejecutiva socialista, hay siempre alguien que pretende añadir un huevo duro a la ‘comanda’ sin preocuparse por las existencias ni la disponibilidad del cocinero. No sé si lo hace por mimetismo con los emergentes, para singularizarse o para hacer currículo de cara al futuro. No lo sé, ni me interesa. Es tan grande el ego, el cálculo y el afán de protagonismo de algunos personajes que sospecho que, llegado el día, no dudaran en practicar la tesis marxista que dice: ‘Estos son mis principios, si no les gustan tengo otros’. Y, tan panchos, nos los venderán como fruto de los nuevos tiempos y de la eternamente demandada renovación. Aunque, amigos, todos sabemos que el jugador que se desmarca no siempre acierta a marcar gol e, incluso, puede quedar en claro fuera de juego.
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