Millet y Montull, en capilla y Mas, en un club privado

Carmen P. Flores

Caspalau

Momento en el que Félix Millet, Jordi Montull y su hija han llegado a la ciudad de la Justicia

Foto: CCMA


Dicen que, generalmente, los padres son capaces hasta de dar su vida, si fuera necesario, por sus hijos. Esta afirmación suele cumplirse. Montull, uno de los grandes implicados -no el único- en el eterno Caso Palau, estaría dispuesto a contar como recibía, presuntamente, el dinero CDC para su financiación a través de uno de los tótem sagrados de Catalunya como es el Palau de la Música. Lo hace no por arrepentimiento, sino por salvar a su hija de la cárcel, después de la petición de 26 años  que solicita el fiscal.


Menudo panorama para los convergentes, que últimamente no ganan para sustos en todos los terrenos: judicial y político. Millet se hace el enfermo para ver si jueces y fiscales se apiadan de él. Montull, por necesidad, está dispuesto a cantar hasta la Traviata si hace falta. Ya ha declarado que el tal "Daniel" que figura en los papeles incautados por la Guardia Civil es, ni más ni menos, que Daniel Osácar, el extesorero del partido de Pujol y Mas, también implicado en el otro caso del 3%, con conexiones directas con el Caso Palau. Son los vasos comunicantes de la trama de una presunta financiación de CDC y el lucro personal de bastantes individuos sin escrúpulos como se está destapando de una forma lenta pero ¿segura? ¿Saldrán todos los implicados? Esa es la gran pregunta que se hace la gente.


Las aportaciones "voluntarias" estaban directamente relacionadas con las concesiones de obras públicas, como prueban la coincidencia de "pagos" con las adjudicaciones de éstas. Hay anotaciones, ingresos, testigos que han hablado del tema. De todo esto, Mas no sabía "nada", ni se lo imaginaba. El astuto estaba en Babia. Por ello, cuando comienza el juicio que durará hasta el mes de junio, Mas se va de gira a Inglaterra, a la Oxford Union Society, una sociedad privada de debate, ubicada en Oxford, para hablar de independencia y de lo mal que trata España a Catalunya. Para darle boato al acontecimiento, su círculo virtuoso explica que por allí han pasado el Dalai Lama, Churchill y una lista de grandes personalidades. Pero no se lleven a engaño, lo invitan no por su altura intelectual o política, como le gustaría que le reconocieran. No, es sencillamente por la buena gestión de esa empresa contratada que pagan con el dinero de todos los contribuyentes y, como dice el refrán popular, pagando hasta Sant Pere canta.


Mientras, Montull, Millet y compañía estarán más solos que la una, delante de la justicia, eso sí, con los bolsillos bien llenos y el orgullo vacío.


Se inicia el juicio después de ochos años de espera, en el que más de uno puede llevarse una sorpresa. Es la hora de cantar, de pactar hasta con el diablo con el objetivo de evitar el hotel de cinco estrellas de Brians o la Roca. ¿Cantarán lo suficiente? Tres meses por delante dan para mucho y aquí se puede aplicar aquello de "cuando veas la barba de tu vecino cortar, pon la tuya a remojar".


Una hija es una hija y todo lo demás, a cierta edad, poco importa. El pasado está pasado y bien disfrutado, el futuro, no lo hay para ellos. Por eso, deben pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor y que lo digan. Su futuro tiene poco recorrido

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