En su querida Costa Brava tuvo lugar la sesión de fotografías con la colaboración de cinco modelos, un paisaje muy costero y el entusiasmo de los habitantes de Cadaqués.
Salvador Dalí a sus 69 años se aventuró a trabajar con Pompeo Posar. El fotógrafo que trabajó durante muchos años para la revista norteamericana.
Dalí se guió por sus bocetos para dirigir la sesión desde una perspectiva surrealista muy propia de su arte y su persona.
Las imágenes se publicaron un año después en el número de diciembre de 1974. Un trabajo que distaba mucho de sus pinturas y de sus escritos aceptado por una motivación puramente económica, tal y como él afirmó.
Las conejitas de Playboy tuvieron que posar ante el foco de la cámara, las órdenes del director y uniéndose a los originales decorados. Un huevo gigante rodeado por una serpiente enorme de mentira, un cisne que sostenía una botella de Coca-Cola todos ellos mezclados con esculturas sin sentido.
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