“Masha”, un espectáculo de gestualidad coreográfica (Antic Teatre)

Un montaje de sorprendente sencillez y belleza en el que la imagen sustituye con ventaja a la palabra

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"Masha"

 

Junto a teatros a la italiana, en los que la cuarta pared es siempre el escenario donde se desarrolla la acción dramática, hay otros espacios que permiten su transformación según las exigencias de cada montaje. Y ello suele ocurrir con frecuencia en las salas de pequeño formato que son por su propia naturaleza más maleables que las convencionales. Pese a ello, siempre cabe la sorpresa del espectador cuando accede al interior y se encuentra con una ambientación que difiere de la habitual. Tal cual nos ocurrió cuando entramos en el Antic Teatre y vimos que el acomodo de los espectadores se había preparado de forma paralela a cada uno de los lados de una tarima o cinta central de linóleo de ocho metros de largo por uno de ancho cuya función ignorábamos. Hasta que empezó la función de “Masha” a cargo de la compañía Palimsesta.

Aparecieron entonces Andrea Rodríguez de Liébana y Sergi González que se colocaron sobre la cinta que resultó estar recubierta de un producto oleaginoso -luego nos explicarían que era aceite de almendra, debidamente recuperado y reutilizado tras cada representación-, lo que facilitaba su deslizamiento en una y otra dirección. Lo que inicialmente pareció un juego con poco recorrido fue poco a poco capturando la atención del público que quedó -quedamos- progresivamente seducidos por la belleza de las formas, y la elegancia de los movimientos en un montaje teatral de fuerte impronta coreográfica que prescinde casi completamente de la palabra, excepto en algún momento en que Andrea interroga a algún espectador. Hay, eso sí, música y efectos sonoros y todo invita a pensar en que lo que se está contemplando va mucho más allá de un mero placer estético y supone un epítome de la propia existencia humana a lo largo de la cual nos deslizamos en una y otra dirección, sin detenernos nunca y tratando de conservar el equilibrio y salir bien parados. Tal cual lo consiguen los dos intérpretes de esta función que siempre mantienen el dominio de su cuerpo, pese a lo atrevido de algunos de sus movimientos.

Todo ello exige una rigurosa preparación que más tarde sabremos por boca de los interesados que tiene su base en una larga experiencia circense donde se especializaron en los ejercicios de manos en pareja. Así Andrea ha sido gimnasta y se graduó en circo en la escuela de Rogelio Rivel y Sergi González, graduado a su vez en el Centro Nacional de Circo contemporáneo de Londres, ha trabajado en diversas formaciones circenses.

“Masha” no es un espectáculo convencional, sino un reto a la imaginación y una intensa búsqueda de la belleza, pero también una exhibición de rigor técnico y de esforzado trabajo.

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