El Ballet Nacional de Georgia en Barcelona (Apolo)

El vigor y la fuerza de los hombres de las montañas, unidos a la cálida elegancia y feminidad de la mujer georgiana constituyen los mimbres de un espectáculo de danza que sorprende por su autenticidad

|
Ballet Nacional Georgia
Ballet Nacional de Georgia

 

Hay ocasiones que es necesario pescar al vuelo. Como ha sido el caso de la visita a Barcelona de Aphkhazeti, Ballet Nacional de Georgia, que, dentro de su gira por territorio peninsular, ha ofrecido una actuación única en el teatro Apolo del Paralelo en una única velada pletórica de sorpresas.

La primera de ellas, la acogida alcanzada por esta presencia ya que el enorme aforo del patio de butacas de este más que centenario teatro estuvo prácticamente al completo y todo hizo pensar que con un público diferente al habitual, puesto que en buena parte de los espectadores era perceptible una relación directa, personal, familiar o cultural con el país al que representa dicha formación. La segunda, el valor de un espectáculo que quiere ser expresión y síntesis de la cultura georgiana. La tercera, la belleza y perfección técnica de un quehacer artístico que cabe presumir de exigente y agotador. Y la última, la misma composición de esta compañía en gira, en la que intervienen quince bailarines varones, nueve mujeres, cinco cantantes y ocho músicos, un total de treinta y siete profesionales entre los que no solo hay georgianos, sino también griegos, armenios y uzbecos y a los que hay que sumar quienes aportan silenciosa y anónimamente su concurso tras las bambalinas,

El espectáculo de Aphkhazeti quiere ser calidoscopio de cada una de las regiones georgianas, incluidas la de Abjasia, ocupada desde hace unos años por la vecina Rusia y cuyo denominador es la fuerza de los pasos ejecutados por los hombres, expresión de la rudeza de la vida entre montañas y de la lucha por la supervivencia frente a vecinos históricamente inamistoso. Hay bailes como kartuli, jorimi, gandagana, kazbeguri, khevsuruli, el khanjluri o baile de las dagas, mitiuluri avluri, parikaoba y el mikhedruli o baile de los caballeros. En todos ellos se suceden prodigiosos saltos con movimiento circular de los cuerpos en el aire y caída de rodillas sobre el suelo, así como bailes de puntas hecho por hombres, que se incardinan con la intervención femenina, más delicada de movimiento y con un desplazamiento sobre el escenario en aparente deslizamiento, todo lo cual hace de este espectáculo algo único que se desarrolla de forma exacta y milimétrica, con ausencia de incertidumbres y una conjunción perfecta entre todos los componentes de la compañía.

Contribuye a la espectacularidad de programa la utilización de un vestuario colorista -en las mujeres-, variado y rico, en el que no falta, en el caso de los hombres, el imprescindible puñal al cinto y la cobertura de cabeza con diversos sombreros -adminículos ambos que podían adquirirse, junto a cedés de música georgiana, en el ambigú-, mientras que el femenino es imaginativo y magnificente.

La música en directo, con percusión, cuerda y viento, y las voces masculinas, profundas, pétreas, armónicas, marcan la evolución de los pasos de baile con la fuerza de un ritmo de alto voltaje. No es aventurado, por ende, afirmar que el Ballet Nacional de Georgia, que en 2031 cumplirá su centenario, es una de las mejores formaciones coreográficas que hemos tenido ocasión de disfrutar desde hace años.   

Sin comentarios

Escribe tu comentario




He leído y acepto la política de privacidad

No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes. Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
AHORA EN LA PORTADA
ECONOMÍA