El año comienza con cierta estabilidad pandémica respecto a las infecciones víricas respiratorias, pero con un rebrote inconcebible y peligroso del negacionismo sanitario en las redes sociales. En Psicología, el negacionismo se define como un tipo de pensamiento irracional que consiste en no aceptar una realidad que se puede verificar fácilmente de manera empírica. Las causas pueden ser múltiples. En ocasiones son de tipo religioso ya que la realidad presentada entra en conflicto con las creencias de la persona. En otras, se deben a creencias políticas ya que la realidad choca con sus ideales y tendencias. Algunas veces se deben al propio interés económico o social de la persona, aunque en la mayoría de los casos la negación puede estar generada por una mezcla de estos factores que he enumerado. En todos los casos, al negacionista le resulta más sencillo optar por no creer en las evidencias, aunque sean fácilmente comprobables, que aceptar una verdad incómoda para él.
El negacionismo no es un movimiento homogéneo, sino que está formado por colectivos muy diferentes entre sí que incluyen desde los que niegan el holocausto o la llegada a la Luna, los terraplanistas, los que niegan el cambio climático hasta los anti-vacunas.
Sin embargo, estrenamos el año con la aparición de otro colectivo negacionista, si cabe, más peligrosos y aberrante. Los que se oponen a que se intube a un paciente trasladado a la UCI por insuficiencia respiratoria crítica. En este caso, no se trata de respetar opiniones como el ponerse o no una vacuna, decisión libre y personal totalmente legítima. Se trata de decidir erróneamente, en la mayoría de los casos, sobre la vida de un familiar inconsciente que de no intubarse fallecerá irremisiblemente. Y en este contexto, la desinformación tiene sus culpables concretos y adquiere la categoría de delito contra la salud pública.
Examinemos el caso de una usuaria de Twitter que solicitaba ayuda urgente al colectivo negacionista para oponerse a que intubaran a su hermano recién trasladado a la UCI en situación de hipoxemia crítica. Afirmaba que no estaba de acuerdo con que lo intubaran porque había visto un video en YouTube de una tal Dra. Acevedo que aseguraba que la intubación mata a los pacientes y que los ciudadanos no deben aceptarla en ningún caso. Después de confirmar que el video existía y que la Dra. Karina Acevedo también, me aseguré de contestar a la paciente que solicitaba ayuda para rechazar la intubación de su hermano. Le expliqué que la decisión de intubar a un paciente puede ser rechazada por el mismo si mantiene la consciencia o por sus allegados que ejerzan como tutores legales. En esos casos no se intuba. Pero en el caso de su hermano no había nadie presente y el paciente no tenía voluntades anticipadas ni documento notarial contrario por lo que el equipo médico actuó de forma correcta tanto técnicamente (el proceso era recuperable9 como éticamente para salvarle la vida. También le expliqué que la intubación electiva no tiene nada que ver con la intubación de emergencia como último y único recurso. En el primer caso, sabemos −desde la primera ola pandémica− a través de los estudios de McKay et al. que en la neumonía COVID se debe intentar retrasar en lo posible la intubación utilizando antes si se puede ventilación no invasiva con máscara facial o cánulas nasales con alto flujo de oxígeno. Esta aproximación clínica disminuye el riesgo de infecciones y otros efectos adversos causados por una vía aérea artificial. En el caso de su hermano la situación era la contraria, la del segundo escenario, el de la intubación de emergencia: paciente inconsciente con una falta de oxígeno crítica que de no intubar para restaurar la respiración acabaría falleciendo irremisiblemente. Más allá de que no la convencí ni a ella ni a las decenas de usuarios negacionistas que la apoyaron, me consta que el paciente salvó la vida y pudo ser extubado.
Sin embargo, esta aberración nos lleva a la fuente de la información, la Dra. Acevedo. Una revisión de su perfil profesional nos muestra una buena experiencia investigadora y que es doctora, pero en veterinaria y zoología marina. He intentado contactar con ella sin respuesta. Desconozco si tiene experiencia en intubar ballenas o merluzas, pero su perfil profesional no la capacita para divulgar información tan errónea como aberrante que puede comportar la pérdida de vidas humanas. Existen líneas rojas que no se deben traspasar. Difundir este tipo de barbaridades es intrusismo profesional y un delito contra la salud pública tipificado en el artículo 372 del código penal y castigado con penas de inhabilitación profesional de 10 años.
Los profesionales sanitarios tenemos el deber de luchar contra este tipo de desinformación en absoluto inocente. Somos responsables de luchar contra este tipo de desinformación letal.
No debemos permanecer callados cuando se engaña a los ciudadanos impidiendo que puedan decidir adecuadamente en temas relacionados con su salud y su vida.
Con posterioridad a la publicación del artículo se ha puesto en contacto conmigo la Dra. Karina Acevedo. Su amable respuesta me ha tranquilizado. La realidad es que se desvincula totalmente de la página web (manosunidas.org) que ha usurpado su video fraudulentamente, y aclara que cuando afirma (textual) que "la intubación (en el Covid) es casi casi la muerte" lo hace con referencia a las estadísticas de salud pública de un país concreto (México) y en una situación concreta (2021). También queda meridianamente demostrado que cuando los editores de la página titulan: "Video 2.- La Dra. Karina Acevedo explica porque no se debe intubar a pacientes/personas que les da covid-19" bajo el epígrafe "LOS ESTÁN ASESINANDO" ese lamentable y difamante texto es responsabilidad única de los editores de manosunidas.org que han usurpado, tergiversado y descontextualizado un pequeño fragmento de lo que era una clase a alumnos de Medicina. Además lo han perpetrado sin conocimiento ni, mucho menos autorización, de la Dra. Acevedo.
Me alegra que una profesional con tan magnífico perfil académico no esté en contra de la intubación de pacientes Covid en UCI y que considere el protocolo de intubación como último recurso una parte esencial de la Medicina Crítica. Lamento si la Dra. se ha sentido difamada, nada más lejos de mi intención, cuando en realidad se ha demostrado que ella ha sido la primera víctima de los ultranegacionistas que consideran la intubación como un acto criminal y los ventiladores como máquinas revientapulmones.
También me han informado que la usuaria de Twitter que cita el artículo hace referencia a un hermano que nunca se llegó a intubar, sino que fue tratado con cánulas nasales de alto flujo. Lo celebro por la usuaria y por el paciente anónimos agradeciéndoles que su caso haya identificado una peligrosa página web negacionista y haya sacado a la luz la existencia de un movimiento ultranegacionista que hasta entonces personalmente desconocía. Gracias.
Escribiré un segundo articulo aclaratorio intentando condensar su réplica y le ofreceré la posibilidad de revisar el texto previamente para que se ajuste a la realidad. Creo que sus aclaraciones la exoneran totalmente de cualquier responsabilidad y restauran su merecida fama. Los lectores interesados podrán leer el segundo artículo aclaratorio resumiendo sus argumentos en los próximos días. Previamente a su publicación, le ofreceré la posibilidad de revisar el texto para hacer sus aportaciones con el fin de que se ajuste al máximo a la realidad.
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