Josep Laporte Salas: entre el olvido y la memoria histórica

Genís Carrasco

Catalunyapress laporte
Foto: Col·legi de Metges

 

Hay noticias que pasan injustamente desapercibidas para el público general. Una de ellas es la presentación del libro "Josep Laporte, la grandeza de un estilo de hacer política" que tuvo lugar el pasado día 5 de junio en Reus. El libro forma parte de la colección que edita el Colegio de Médicos de Barcelona (CoMB) dedicada al personaje que se conmemora en el año vigente, en homenaje a su actividad en vida. Tal y como afirmaba el conductor del acto, el Dr. Miquel Bruguera, Laporte fue un ejemplo de modernidad y un referente cívico, el verdadero ordenador de la sanidad catalana, un maestro estimulante y un transformador de la Atención a la Salud catalana, a pesar de la mezquina financiación de la Sanidad transferida.

 

Laporte fue un hombre con un entusiasmo y una efectividad extraordinarios. Abordó la reforma de la Atención Primaria, transformando una actividad de dos horas —individual y sin conexión entre los médicos— en una jornada de seis horas de trabajo en equipo en los CAPs con historias clínicas y sesiones clínicas, instituyó la Red de Hospitales de Utilización Pública (XHUP), creó el Instituto Catalán de la Salud (ICS) para gestionar los servicios sanitarios y puso en marcha una serie de programas para actuar en temáticas específicas (donación de sangre, hemodiálisis, trasplantes de órganos, SIDA). ..).

 

No cabe duda de que las muchas cosas buenas que tiene el Sistema Sanitario catalán se las debemos a él. Las malas, como la infrafinanciación de la sanidad, son culpa de los políticos que no han sabido estar a la altura de este gran personaje y han fracasado en obtener el dinero necesario del gobierno central.

 

Aunque Josep Laporte es uno de nuestros catalanes más universales, nuestra sociedad ha empezado a olvidarlo, como hace a menudo. Sólo hace falta que pregunte a sus amigos sobre él y observará que ni siquiera uno de cada diez recuerdan al personaje y muchos menos su obra.

 

Se ha escrito mucho sobre la necesidad de conocer nuestra historia, de recordar y no olvidar lo ocurrido a nuestro alrededor. Esto es lo que da sentido a nuestra realidad. Porque nuestra historia personal se enmarca en un espacio de acompañamiento y complicidad, de vivencias simultáneas que tejen una cosmogonía rodeada de los grandes relatos universales. Es muy importante encontrar los canales para acceder a estos registros, dado que son ellos los que nos permiten saber quiénes somos y de dónde venimos.

 

Contra la rendición del tiempo, la restauración de la memoria es un vehículo de liberación, es una de las más notables labores del pensamiento humano.

 

La memoria histórica lo que pretende, con objetividad y rigor, no es más que conocer la verdad del pasado para poder construir una sociedad mejor. La memoria —según Jacques Le Goff— intenta preservar el pasado sólo para que le sea útil al presente y al futuro.

 

Por todas estas razones, queridos lectores, deberíamos suscribir las propuestas que hace el Dr. Miquel Bruguera en su blog. No es suficiente con el homenaje que se le hizo durante el año 2022, cuando se cumplía el centenario de su nacimiento. Hay que hacer otras cosas que permitan que su obra llegue a más ciudadanos: poner su nombre a una calle de las capitales catalanas (como hizo Reus), poner su nombre en un gran hospital y nombrar el día 18 de marzo ( su cumpleaños) como la fecha del memorial Josep Laporte. Un memorial que debería implicar a las cinco universidades catalanas y que serviría para rememorar su figura ante todos los estudiantes de Medicina y, a través de la prensa, de muchos más ciudadanos.

 

Hay que rescatar a Josep Laporte de la muchedumbre de vidas pasajeras y anónimas destinadas a cruzar el arco de la intrascendencia.

 

Hay que reconocer la trayectoria, el compromiso y la contribución que Laporte tuvo con la sociedad, convirtiéndolo en una figura clave para entender nuestra realidad.

 

Es necesario recordarlo como referente para no olvidar y mantendré la conciencia de nuestra propia historia.

 

Hay que luchar contra el olvido, contra el olvido que, reiteradamente, todo nos lo arrebata.

 

Su memoria debe ser nuestra gran aliada en el deseo de que su obra deje la impronta perenne de una vida que transformó nuestra Sociedad.

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