Sólo los “traidores” firmarán la paz

La que ha liado Pedro Sánchez pronunciándose a favor del reconocimiento de un Estado palestino. “Apoyo al terrorismo”, vocifera el extremista Netanyahu – que gobierna con la extrema derecha más fanática. “Ocurrencia irresponsable”, dice el PP. Pero, ¿es viable un Estado palestino? El laborista Shlomo Ben Ami, antiguo embajador de Israel que consagró su vida a la paz fundada en ese objetivo, lo cree condenado por la historia: se malograron las oportunidades y los extremistas de uno y otro bando acabaron por imponerse. Décadas de ocupación desesperaron a Palestina y corrompieron la democracia israelí. La ANP ha perdido todo prestigio. El terrorismo de Hamás es el aullido nihilista del odio total. Quizá tenga razón Ben Ami.

Cuesta imaginar ahora una solución, impensable,  sin conexión terrestre entre Gaza y Cisjordania, sin desmontar el enjambre de carreteras y asentamientos de colonos ultras, sin resolver de algún modo la cuestión de Jerusalén y de los refugiados… Y todo eso se antoja una ensoñación en medio de la barbarie de la guerra y los raudales de resentimiento desbordado. Y,  sin embargo… no habrá seguridad para Israel sin esperanza para Palestina. El valor de las palabras de Sánchez es la de un llamamiento. El llamamiento a futuros liderazgos.

Al resurgir de una izquierda israelí, hoy arrinconada en medio del fragor patriótico de la guerra tras la mayor matanza de judíos desde la Shoah. La recomposición de una dirección Palestina laica y dispuesta a convivir con Israel. La paz la firman los “traidores”. Como Rabin, que pagó con su vida intentarlo. Aquellos “traidores” que osan decir a su pueblo que no habrá victoria total, sino compromiso razonable. O un legado de guerra para las próximas generaciones.

Esa verdad es el valiente posicionamiento de Pedro Sánchez. Que aúllen los lobos. Nunca la noche es tan fría ni oscura como en el preciso instante en que va a romper el alba.