En el año 2021 comenzaron los trabajos previos para la modificación de la Ordenanza de Circulación de Barcelona para regular el uso de los patinetes o VMP, Vehículos de Movilidad Personal, y hace un año se aprobó inicialmente su texto. Sin embargo, aún no lo ha sido de forma definitiva y, por lo tanto, sigue sin ser aplicable. El pasado 22 de enero lo que si entró en vigor fue el nuevo Reglamento de la DGT que regula, entre otras, las características técnicas que han de tener los patinetes.
Comparto la intención municipal, acorde con el Estado, de limitar su velocidad de los VMP, de obligar al conductor a portar casco o el prohibirles su circulación en aceras, pero considero que la norma se queda corta.
Si los patinetes circularán obligatoriamente por la calzada, por qué no se les exige, como al resto de vehículos, un seguro obligatorio de accidentes, el estar matriculados, o un carnet o licencia para conducir que conlleve un mínimo conocimiento de las normas de tráfico. Además, se consienten los agravios. Así circular en patinete, a diferencia del resto de conductores, bajo los efectos de las drogas o el alcohol, con exceso de velocidad o con auriculares, no supondrá la pérdida de puntos en su licencia de conducción por no precisar de ella, salvo tengan carnet de conducir de terceros vehículos, y la sanción se limitará a la económica.
Debiera aprovecharse este cambio de Ordenanza para ampliar su alcance y habilitar a las motos y ciclomotores para poder circular por el carril bus/taxi. Es un elemento de seguridad para los motoristas y no se perjudica la velocidad comercial del transporte público y en las grandes ciudades españolas ya pueden hacerlo. De no circular en Barcelona, capital europea de la moto con 300.000 de estos vehículos de dos ruedas, el tráfico sería aún más caótico. Esta prohibición es incongruente cuando las bicicletas sí pueden circular en ciertos carriles bus/taxi. Por cierto, las motos han de poder circular por razones de salud por los arcenes de los túneles si hay atascos en su interior.
En su día impugné, sin respuesta hasta la fecha, la Ordenanza. En el expediente el informe de la Guardia Urbana era de un escaso folio de extensión y de nulo contenido y era flagrante la ausencia de estudios aportados por entidades especializadas como el RACC. Pudiera ser controvertida su aplicación en parques como el de Collserola cuando es notorio que no se trata de una vía urbana. Por otra parte, en demasiados artículos el texto pretendido es deficiente por su inconcreción, carencias e incluso confusiones en sus redactados e incongruencias. Así es difícil que la Ordenanza sea entendida por el administrado que debe respetarla y por la Guardia Urbana llamada a hacerla cumplir.
En su preámbulo o disposiciones adicionales, la norma debiera contener distintos consejos de seguridad y de compromisos municipales. Por ejemplo, ofrecer a la Guardia Urbana los medios necesarios para la intervención o inmovilización de los VMP, controlar su trucaje, etc. La prohibición de patinetes en túneles o recomendar utilizar prendas reflectantes no sería sobrero. Tampoco una mayor concreción de las características técnicas para que un VMP reciba tal consideración o concretar de forma diáfana que solo pueden circular en ellos el conductor y no una segunda o más personas. Aunque parezca una obviedad, e incluso ciertos aspectos lo recoja la normativa estatal, la realidad luego la desmiente.
Es preciso derogar la “cochefobia” de la exalcaldesa Ada Colau. Y hacerlo con auditorías céleres y rigurosas y sin improvisaciones en carriles-bicis, de zonas 30, restricciones injustificadas, cambios de sentidos en la circulación. En paralelo, fortalezcamos el transporte público. Se quiso aprobar la Ordenanza con precipitación antes de las elecciones municipales y ahora su ratificación va con retraso. Mientras, se circula con patinete y a lo loco y las motos siguen sin hacerlo legalmente por el carril bus/taxi. Unas motos sin carril y un patinete descarrilado.
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