Hace más de 40 años que un ataque de corazón nos arrebató a Josep Pallach i Corolà. Murió el 11 de enero de 1977, tres días después de haber sido elegido copresidente del Partido Socialista de Catalunya-Reagrupament. Su muerte prematura privó a Catalunya de uno de sus políticos más lúcidos, valientes y honestos, una personalidad única que fue el máximo exponente del socialismo democrático, pedagógico, reformista y catalanista.
Ahora que el día 20 de septiembre de este año se cumplirán 11 años de la espléndida exposición sobre su figura en el Palau Robert es un buen momento para rendirle el homenaje que la historia parece negarle.
Conocí a Pallach en 1970, después de su segundo regreso. Yo acababa de cumplir 15 años y militaba en el Movimiento Socialista de Catalunya -MSC- o sea que era un "músico" tal como éramos conocidos en la jerga antifranquista de la clandestinidad los militantes de nuestro partido. Cuando en Pallach me estrechó la mano pensé, inicialmente, que saludaba a un gigante, a una leyenda inaccesible de la resistencia democrática. Yo me había acostumbrado a tratar a otros líderes clandestinos imbuidos de una aureola ideológica autocomplaciente, dogmática, rígida e inexpugnable. La sonrisa de Josep Pallach me hizo ver que él era muy diferente.
A partir de entonces, fui uno más de los jóvenes militantes anónimos, cautivados por su empatía y su talante progresista, que defendíamos un socialismo estimulante y pedagógico. Su ejemplo nos hizo continuar militando en la clandestinidad hasta participar el 10 de noviembre de 1974 en Montserrat en el Reagrupamiento Socialista y Democrático de Catalunya (RSDC) que llevó a la fundación del Partido Socialista de Catalunya-Reagrupamiento en 1977. fueron tiempos difíciles, tiempos en que una parte de la izquierda nos sometió a un asedio ideológico feroz. No nos perdonaban nuestra defensa de la socialdemocracia humanista y solidaria. Recuerdo que fuimos acusados por otros socialistas catalanes -de la línea Reventós, Obiols y Narcís Serra - ser gestores del capitalismo y de estar al servicio del capital para que no éramos partidarios de la alianza con los comunistas ni unirnos a planteamientos marxistas hegemónicos. Yo y muchos otros fuimos defender las tesis del socialismo democrático con la indignación y el enfurismament de la juventud que se cree en posesión de la razón absoluta. Estábamos orgullosos de unas ideas que el tiempo ha verificado como acertadas.
Muchas personas de mi generación nos preguntamos, aunque, ¿qué hubiera pasado en Catalunya en general y al socialismo catalán en particular si Pallach no nos hubiera dejado en plena madurez política. Nadie puede saberlo a ciencia cierta, pero creo que el panorama político actual sería muy diferente en dos aspectos.
El primero es que, muy probablemente, el socialismo catalán no hubiera tenido tanta subordinación estatal al PSOE hasta el punto de difuminarse. El entreguismo al socialismo centralista español no se habría producido con el liderazgo de una figura tan carismática como en Pallach que propugnaba un socialismo catalán identitario dentro de una gran coalición de centro.
El segundo es que su liderazgo plausiblemente hubiera evitado la hegemonía del pujolismo que se vivió tras la transición democrática. Su carisma era suficientemente vigoroso para equilibrar el peso del centroderecha dentro del catalanismo.
Sus ideas evolucionaban y se adaptaban inteligentemente a las transformaciones políticas y sociales. Recuerdo que nos repetía una y otra vez que la independencia de Catalunya, había que hablar poco, pero pensar en ello siempre.
Nadie tiene las respuestas al enigma Pallach. Es imposible adivinar el final de situaciones que no han sucedido. Las ucronías son un magnífico recurso literario pero no son la realidad. Sin embargo tres aseveraciones pueden considerarse razonablemente seguras.
La primera no admite réplica. Josep Pallach fue uno de los pioneros en la construcción de la Catalunya democrática y sin su legado no se pueden entender los cambios políticos y sociales que han llevado a la Catalunya actual.
La segunda deja poco margen a la discusión. Sus convicciones éticas eran indestructibles y las defendía con una pasión contagiosa. Sus postulados plantean un socialismo inequívocamente humanista y democrático centrado en los ciudadanos que tenemos el deber insoslayable de luchar siempre para mejorar la Sociedad porque tal como nos dejó escrito: "No será el cambio político e institucional lo que hará posible la democratización sino, al contrario, será la lucha por la democratización la que debe hacer posible los cambios políticos e institucionales".
La tercera también es meridianamente cierta. Fue un visionario que previó hacia dónde se encaminaba nuestra sociedad con postulados que se adelantaron décadas. Nos alertó, con 40 años de antelación, de que nos encaminaban hacia una sociedad individualista y consumista, sometida al dominio alienante de las grandes corporaciones y de una clase política -cada vez más carente de credibilidad- que intentaría manipular los electores para que votaran a favor de intereses populistas muy alejados del bien común.
Su marcha dejó huérfanos a toda una generación de jóvenes socialdemócratas y catalanistas. A nivel personal, su pérdida cambió mi vida hasta el punto de que después de llorar por aquel ataque de corazón -que se lo llevó de forma tan injusta y brutalmente decidí especializarme en este tipo de enfermedades.
Muchos de nosotros dejamos la militancia cuando después de su muerte el partido se difuminó fagocitado por el socialismo estatal. Pero nunca olvidaremos sus consejos, sus enseñanzas sobre la verdadera democracia que debe servirnos para construir, como personas y como ciudadanos, nuestro destino. Un destino que tenemos que forjar nosotros mismos, con nuestro esfuerzo y trabajo y nuestra forma de vivir con la certeza de que nadie lo hará por nosotros.
Te echo mucho de menos, Josep. Lamento algunas cosas pequeñas como el hecho de que no conocieras mi verdadero nombre dado que por ti yo era Jordi según el apodo que me impuso la clandestinidad. Te echo mucho de menos, especialmente en estos últimos años que en Catalunya vivimos tiempos convulsos y nos harían mucha falta tus consejos, tu lucidez y serenidad. Pero sé que no has ido del todo. Siempre serás aquí mientras alguno de nosotros te recuerde.
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