En los últimos tiempos, en unos casos por falta de recursos económicos y en otros por ignorancia, en España, que cuenta con un patrimonio cultural extraordinario, la mayoría de él en manos de la Iglesia, se vienen realizando una serie de restauraciones de obras de arte que nos lleva a ser noticia en todo el mundo.
Un buen ejemplo de esos trabajos lo encontramos, entre otros, en el realizado al Ecce Homo de Borja, donde una ama de casa, con "nociones" de pintura -un curso en la escuela municipal de pintura- viendo que la pintura del cuadro estaba algo "vieja", no se le ocurrió mejor idea, después de consultárselo al párroco, que dedicarle unas cuantas horas de trabajo no remunerado, para poner en práctica lo que había aprendido en el curso rápido. El resultado final fue un verdadero desastre y un destrozo total de una obra de arte de unos cuantos siglos.
Algo parecido ocurrió con la restauración, también por una mujer, del San Jorge de Estella. La talla, toda una joya, necesitaba con urgencia una puesta a punto, y allí estaba la vecina para darle una mano de pintura que dejó al San Jorge tan lleno de colorines como las chaquetas de Sala Martín.
El castillo de Matrera, que se encuentra en Villamartín, provincia de Cádiz, construcción del siglo IX, también fue objeto de una restauración, en este caso hecha por profesionales. El resultado ha dejado con la boca abierta del susto a los habitantes del municipio. Muchos catalogan la restauración como una chapuza, aunque hay opiniones para todo.
No solo en España suceden estas cosas, no. Un grupo de empleados del Museo del Cairo, sin querer, rompió la barba de la máscara mortuoria de Tutankamón cuando la estaban limpiando. ¿Qué hicieron? Pegarla con algo de resina. Evidentemente, semejante chapuza era más que visible. Todo se hizo con buenas intenciones.
Ahora, Quim Torra, haciendo de guía de un grupo de personas que estaba de visita en el Palau de la Generalitat: Cuando recabaron en el salón más importante y representativo, el de Sant Jordi, cuyos techos cuentan con unas frescos extraordinarios, el presidente por delegación, les comentó a sus invitados que ese salón no le gustaba por sus pinturas. Según él, se ve una historia extraña de Catalunya. Hay demasiadas escenas de los Reyes Católicos que están en todas partes. Alguna cosa habrá que hacer. Los asistentes les rieron la gracieta. Es el presidente. Además, eso de cambiar la historia de Catalunya, es algo que sucede con bastante asiduidad.
Por ejemplo, la cara de la reina Isabel Católica, ¿quiere cambiarla por la de Pilar Rahola? Para Rey Fernando, tiene varias opciones: Tony Albà que vive del momio, o en el mejor de los casos, Lluís Llach. Los restos de personajes pueden ser sustituidos por el elenco de palmeros que tiene en su corte celestial. ¿Será así más representativo de la historia de Catalunya?
Si las tres restauraciones primeras que menciono están hechas sin ninguna mala intención, la atrocidad –esperemos que alguien le pare las manos- que quiere llevar a cabo "transformando" las pinturas del salón Sant Jordi en no sé que, con el fin malintencionado de enseñar a los niños y no tan niños una historia manipulada de Catalunya, la obra que quiere emprender Torra, estaría hecha con toda la mala intención del mundo.
¿Será una broma que quiso gastar a sus visitantes? Igual sí.
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