​Vox y la Reconquista de España: relatos inventados para electores ingenuos

Genís Carrasco

Si alguna idea sintetiza bien el pensamiento xenófobo, machista y antidemocrático de Vox es la de la Reconquista de España. La imagen de su líder, Santiago Abascal, cabalgando en una cruzada contra los marxistas, traidores, independentistas e islamistas que se han apropiado de España es una imagen folclórica, esperpéntica e inverosímil pero que desgraciadamente ha arraigado en casi 400.000 ingenuos electores andaluces. En realidad, este planteamiento no es más que cierta reactualización de la ultraderecha hispana del tardofranquismo y la transición homologada a las tendencias actuales de la nueva extrema derecha europea.


En estricta coherencia con la más rancia tradición nacionalcatólica, las apelaciones de Vox a la Reconquista han sido una constante desde que esta formación, escindida del Partir Popular, se convirtió en partido político. Vox daba inicio a su campaña para las elecciones de 2015 en Covadonga, cuna de Don Pelayo y mítico escenario de la historiográficamente incierta primera victoria contra el enemigo musulmán. En enero de 2018, con motivo de la conmemoración de la Toma de Granada, Santiago Abascal proclamaba su orgullo imborrable para una hazaña de siete siglos, así como la determinación de no someternos al Islam.


Pero tanto la idea neofranquista de la Reconquista de España como la de la mayoría de los otros postulados políticos de Vox no son más que una falacia populista sin ningún rigor histórico ni el más mínimo ápice de realidad.


LA RECONQUISTA DE ESPAÑA NO ES MÁS QUE UN MITO


Hasta finales del siglo XIX ningún historiador hablaba de Reconquista. El término fue acuñado en el nuevo relato histórico elaborado por el nacionalismo español decimonónico, según el cual la llegada del Islam a la península a comienzos del siglo VIII y la consiguiente formación de al-Andalus fueron una auténtica "catástrofe nacional" que sólo se pudo corregir gracias a la Reconquista llevada por los reinos cristianos, interpretada en clave de lucha de liberación nacional que culminaba con la conquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492.


Vox Andalucu00eda


Obviamente, cuando se produjo la llegada del Islam a la Península no existía una nación española (no existió como concepto hasta el siglo XVIII y como entidad jurídica nació tras la aprobación de la Constitución de 1812 por las Cortes de Cádiz), ni tampoco la conquista cristiana de al-Andalus dio lugar a la formación de España como nación ni como Estado. La vinculación de la Reconquista con España constituye, sencillamente, el resultado de una lectura identitaria del pasado, sesgada y tendenciosa dado que no hay nación sin enemigo, la función principal de la Reconquista fue convertir al "moro" en el mayor peligro para la nación, el decano de los enemigos de España.


"Una reconquista de seis siglos no es una reconquista" afirmaba Ortega y Gasset y con esta frase zanjaba la cuestión de la Reconquista. La realidad es que hace más de 500 años unos pueblos católicos echaron de su casa a otros musulmanes que la habían ocupado durante más de siete siglos. Estos conquistadores afirmaban estar reconquistando un territorio que otros católicos (visigodos y otros germanos también invasores) habían poseído durante menos de siglo y medio.


El mantra nacionalcatólico de Vox de que España es una nación forjada en la lucha contra el Islam y que la Reconquista medieval salvó España de los moros es tan falso como el de que la guerra liderada por Franco en 1936 la salvó de rojos, ateos y masones.


LAS POLÍTICAS DE VOX SON UN CALCO DE LA ULTRADERECHA EUROPEA Y NORTEAMERICANA


Las propuestas de Vox son copia exacta de las de la ultraderecha europea (francesa, holandesa, alemana, austriaca o italiana), y también de los eslóganes usados por el ultraconservadurismo que ha surgido en América con Donald Trump en Estados Unidos o Jair Bolsonaro en Brasil.


El centralismo y la recuperación de la "soberanía del pueblo" fueron apuestas claves del Frente Nacional de Le Pen. Vox aboga por "transformar el Estado Autonómico en Estado de Derecho unitario" con un "solo gobierno y un solo parlamento" y en el que no haya policías autonómicas.


En relación a la inmigración, el partido español bebe de todos sus colegas europeos. La formación habla de"deportación de los inmigrantes ilegales", de "incapacitar de por vida a legalizar su situación" a los extranjeros que hayan entrado de forma ilegal o de expulsar los legales que delincan. Le Pen ya había prometido "expulsar automáticamente a los criminales y los delincuentes extranjeros".


Pero la copia más descarada es la del eslogan de Donald Trump "America first" que Vox reproducía en su manifiesto como: "España, primero" y la propuesta de Abascal de construir un muro en Ceuta y Melilla como el propugnado por Trump con México.


Abascal, en sus propuestas de "Vida y Familia", está igualmente influenciado por la ultraderecha europea, pero sobre todo por la americana. Sus ideas de "derogar la ley de violencia de género", "suprimir los organismos feministas radicales", el apoyo a la "familias numerosas" ya la "familia natura" y sus posiciones contrarias al aborto están en el discurso de Trump, pero también -y mucho- en el de Bolsonaro.


EL "REALISMO MÁGICO ECONÓMICO" DE VOX


Vox propone, entre otras, medidas económicas alocadas como la reducción y eliminación de impuestos, la reducción de normativas reguladoras europeas en industria y comercio, la eliminación de instituciones públicas superfluas y la reindustrialización de España al estilo del decreto de 1936 que fundó el Instituto Nacional de Industria franquista. El resultado de estas propuestas señalan Vox como un partido neoliberal en cuanto a los impuestos y populista en cuanto al gasto con un programa que es un batiburrillo de imposible aplicación y cuyos resultados tendrían un impacto muy negativo en nuestra economía. Las reducciones de impuestos que proponen -bajar el IRPF un 20%, reducir el IVA y los impuestos de sociedades o eliminar impuestos sobre la vivienda- no tienen equivalente en la necesaria reducción de los gastos.


En otras palabras, las cuentas fiscales de Vox no cuadran, y la puesta en marcha de su programa supondría un incremento bastante notable del déficit y la deuda pública, amenazando nuestra pertenencia a la Eurozona. 


El despropósito no acaba aquí, sino que continúa con una política de mercados que propone la eliminación de las regulaciones europeas en materia de comercio e industria a la vez que postula que el sector público contrate preferentemente empresas nacionales desatendiendo las leyes comunitarias del libre mercado. Sin duda, las posiciones económicas ultramontanas de Vox nos expulsarían del Mercado Único.


Tanto desenfreno refleja una especie de "realismo mágico económico" en que bajar impuestos y aumentar prestaciones es posible al mismo tiempo, en que la culpa de los problemas económicos siempre recae fuera -sea en los inmigrantes, en la Unión Europea o en el comercio internacional- y en el que los beneficios de eliminar las famosas duplicaciones o ineficiencias se puede estirar indefinidamente.


Daría risa si no fuera porque una vez Vox se ha instalado en este pensamiento mágico, irracional y demagógico, las consecuencias -si llega a gobernar- nos perjudicarán a todos.


Vox hace buena la frase de Edmond Thiaudière; "La política es el arte de disfrazar de interés general el interés particular".


Hasta el momento, el éxito de Vox en Andalucía no es más que la reacción enojada de una parte pequeña del pueblo andaluz contra unos políticos que no les representan y la inhibición de una parte mayoritaria desencantada por la falta de resultados. Pero debemos estar alerta porque el futuro no está escrito.

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