En este primer lunes de Febrero la sociedad celebra, puro eufemismo, el "día contra el cáncer", palabra que esconde tras de sí lo mejor y lo peor del ser humano. A saber: el valor, la solidaridad, la inteligencia, la medicina más avanzada… son factores que juegan contra la enfermedad. Por el contrario son aliados de la enfermedad maldita la falta de medios en la sanidad pública, que es la que tira adelante los proyectos de investigación y organismos como el ICO; la escasez de los mecenazgos, no solo de los que tienen más dinero, sino de todos nosotros en la medida de las posibilidades de cada uno; y también, por qué no -como se hace en el resto del mundo- la vista gorda del Estado para que vehicule fiscalmente esas energías financieras que son fundamentales para vencer la enfermedad que nos afecta a todas las familias, en uno u otro grado.
El cáncer aparece un día, te lo dicen, y te preguntas por qué te ha tocado a ti, que no eres fumador y perteneces a una familia de consumidores pertinaces del dulce vicio de fumar a los que la nicotina no les privó de la vida. Pero de esos porqués todavía no lo sabemos todo. Yo solo sé, de cierto, que la enfermedad también se cura. Mi esposa la padeció con 24 años y el mundo se me vino abajo. Hoy, gran periodista ella, y valerosa mujer y madre, dirige este grupo editorial y es el mejor apoyo en mi diaria lucha contra la enfermedad emblema del siglo XX, ya que en el que vivimos, el alzhéimer, le va ganando terreno, silenciosa, pero implacablemente.
Dicen los oncólogos que cuando enfermas la noticia te impacta emocionalmente. Debe ser así, y lo afirmo en ese tiempo del verbo, porque el dolor y la preocupación que me supuso la enfermedad de mi esposa en el año olímpico, creo que me ha ayudado muchísimo ahora para superar con serenidad esa primera etapa del diagnóstico. Me siento bien conmigo mismo. Sé que la enfermedad me puede matar, aunque los médicos piensen que soy de los que también la puede palmar de otra cosa. Obedezco ciegamente el tratamiento experimental que se me ha puesto y como sigo mi vida sabiendo que esta durará lo que dure, me he vuelto a los orígenes de mi profesión, para poder disfrutar del día a día, escribiendo lo que creo mejor para mis conciudadanos, con la sinceridad de los locos o la de los borrachos, que no es menor, y así me entretengo llenado de opiniones esta sección pensada para Vds. en la que, lo que menos importa es el riesgo que asume el autor defendiendo causas perdidas.
Ánimo a todas y todos, el cáncer nos mata, pero también saca de nosotros lo mejor que tenemos. Únanse, si todavía no lo han hecho, a la lucha común para que a nuestros médicos y enfermeras no les falten medios para avanzar en su lucha contra la enfermedad y, sobre todo, para que los que menos tienen, estén bien cuidados. En un día como hoy, el día del cáncer, a mí solo me gusta gritar: ¡Viva la vida!
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