El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez ha anunciado Elecciones Generalesanticipadas para el 28 de abril, apenas un mes antes del 26 de mayo, fecha en que estaban anunciadas las elecciones europeas, autonómicas y municipales. Los españoles encaramos un proceso electoral vertiginoso con dos llamadas a las urnas en dos meses consecutivos y parte de lacampaña electoralen plena Semana Santa. Insólito, ¿verdad?
¿Por qué tanta prisa?
Si la moción de censura fue el fracaso político más importante de Mariano Rajoy, las elecciones generales han sido el fracaso más grave de Pedro Sánchez. Tres elecciones en España en los últimos cuatro años ―2015, 2016 y 2019― reflejan la palmaria incapacidad de los dos grandes partidos españolesno solamentepara encontrar una solución alconflicto con Catalunya sino también para realizar los imprescindibles esfuerzos de consolidación fiscal de cara a afrontar la desaceleración económica que experimenta la Eurozona. Y este último problema es crucial, dado que la OCDE ha rebajado el crecimiento previsto para España dos décimas por año y en línea descendente (2,7% en 2018, 2,2 en 2019 y 1,9 en 2020). Con ese ritmo de desaceleracióngalopante, a España le resultarátotalmente imposible enfrentarse a la más que probable crisis económica y financiera que los expertos auguran para finales de este año.No olvidemos que estamos en un escenario donde la incertidumbre plantea una perspectiva económica mucho más pesimista que la de años anteriores debido aproblemas candentes como el Brexit duro, la interminable guerra comercial entre China y los EEUU yelpesimista futuro del euro.
Estos datos macroeconómicos tienen mucho que ver con que Sánchez haya tirado la toalla sin importarle lo más mínimo el delicado momento que vive la democracia española.En mi opinión, la precipitación de Sánchez se debe a su interés personal no a las necesidades del país. Hoy, aunque las encuestasle igualan al tripartito derechista, aún conserva algunas opciones de ganar. Y pretende aprovecharlas.
¿Por qué no espera unos meses para las elecciones generales?
Para salvar su presidencia. Considero que la razón fundamental es que España está entrando, según todos los expertos, en una desaceleración económica que augura un final de año macroeconómicamente difícil y Sánchez no quiere que la crisis económica sea su tumba, como fue la de Zapatero en el año 2011.
Sánchez confía en su suerte.Ha sobrevivido en dos ocasiones al fracaso y ha renacido como el ave Fénix. No parece tenermucha estrategia, pero domina perfectamente la táctica política.
Pero con él o con otro presidente en la Moncloa losdos problemas más importantes de la democracia española —el independentismo catalán y la amenaza de una grave desaceleración económica—seguirán estando ahí sin que nadie parezca tener claroque los problemas de la democracia sóloresuelven con más democracia.
Relación entre el conflicto catalán y la desaceleración económica
No me cabe ninguna duda que los dos grandes problemas de España que citaba —el conflicto con Catalunya y la peligrosa desaceleración económica— están intrínsecamente interrelacionados. Para afrontar la probable crisis económica es imprescindible la cooperación plena de Catalunya.
Sólo con el esfuerzo conjunto de todos sortearemos los peligros económicos que se avecinan. Por lo tanto, ni maltratar a Catalunya, la locomotora económica de España (que aporta el 20% del PIB con sólo el 30% de deuda pública), con la demagogia del “a por ellos”, las amenazas del 155 perpetuo o los juicios politizados, por un lado, ni las vías unilaterales independentistas o las ofertas vacuas de diálogo por el otro. son estrategias inteligentes para preparar al país para una más que probable crisis económica. Son posicionamientos alocados y oportunistas que solo aumentarán la fractura entre España y Catalunya y nos dejarán a todos en una situación muy frágil para enfrentarnos a los cambios económicos que se vislumbran.
El diálogo: la única solución
Obviamente, no existe ninguna solución mágica a esta situación, pero si existen estrategias atolondradas que sólo conducen al abismo.
Tengamos una cosa clara: sólo el diálogo político sincero y constructivo resolverá el “embrollo catalán”. Un diálogo que el contexto actual hace imprescindibleel consenso de todas las fuerzas políticas para establecer una negociación sincera y realista que resuelva definitivamente un problema que se ha enquistado en nuestra Sociedad desde la sentencia de l’Estatut de 2010. Dialoguemos y negociemos.
Sentémonos a dialogar cuanto antes. Es lo que quiere el 52,6% de los españoles según la última encuesta de La Vanguardia. Después ya veremos si es mejor un referéndum de autodeterminación pactado y vinculante con todas las garantías legales nacionales e internacionales como quiere el 86,7% de los catalanes o una consulta no vinculante para conocer la opinión de los ciudadanos. Dialoguemos y negociemos.
De seguir así, todos perderemos
Son ya 9 años de estira y afloja, de falta de negociación y de judicialización de un problema que nunca debería haber cruzado la frontera del diálogo político. Ahora mientras soplan vientos de un posible huracán económico, nos vemos ante un juicio forzado a 12 políticos catalanes del que no saldrá nada bueno ni para los acusados ni para la Justicia de nuestro país. Para los acusados porque si son condenados deberán sufrir penas de prisión que ninguna buena persona se merece.
Para el país porque la apelación al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo pondrá a la Justicia española ante un examen internacional que difícilmente podrá aprobar. Dialoguemos y negociemos.
Voto crítico y sensato
En este contexto, aunque no parece el mejor momento para unas elecciones serenas y constructivas, los demócratas debemos asumir el dictamen de las urnas. Un dictamen en el que cada voto es imprescindible y debe ser decidido con espíritu crítico, sensatez y rigor.
Lean con atención los programas electorales de los partidos.Aunque desgraciadamente nuestro sistema democrático no sanciona el incumplimiento de lo prometido en campaña, los electores tienen la legítimaopción de sancionar en las urnas a los políticos queles defraudaron.
Los electores debemos decidir con nuestro voto como afrontaremos lo que se nos viene encima sin olvidar que en la batalla electoral el arma más peligrosa es el voto. Y el voto, que es lo más deseado y temido por los políticos, está en posesión exclusiva de los ciudadanos.
Los políticos deben tener en cuenta que el sufragio en estas condiciones es una especie de ruleta rusa que puede acabar mal tanto para las formaciones que ganen como para las que pierdan. Para los que ganen porque tendrán que enfrentarse al enquistado problema que no se ha resuelto ni con la fuerza de la derecha ni conlas ofertas vacilantes de la izquierda. La victoria puede pasarles factura. Y a los que pierdan porque se deslegitimarán sus propuestas y aumentará aún más su desencuentro con los ciudadanos.
La paradoja del candidato Sánchez es que perdiendo las elecciones llegó a La Moncloa y ganándolas puede tener que marcharse. La paradoja de los ciudadanos es que voten a quien voten difícilmente conseguirán que se emplee la mejor arma democrática para los grandes problemas: el dialogo sincero y la negociación constructiva.
En cualquier caso, como dijo David Lloyd George:“las elecciones, a veces, son la venganza del ciudadanoy la papeleta una especie de puñal de papel que el elector clava en sus representantes cuando descubre que le han mentido o simplemente defraudado”.
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