Lo de la salida de Oriol Pujol de Brians por la vía rápida, es éticamente una vergüenza para los catalanes pero, sobre todo, para la imparcialidad de la justicia catalana, aunque sea la penitenciaria.
Ya nos pareció deleznable el acuerdo/pacto para liberar a su mujer y a él mismo de una condena acorde con su delito, cuando de nuevo, ya dentro de la cárcel, se le permite salir a la calle en tan solo dos meses por una caso de corrupción tan grave como el de las ITV, que provocó lo que dicen los juristas una verdadera alarma social, no solo en Catalunya sino también en el resto del Estado.
Después los independentistas dirán que los jueces del Supremo les persiguen, mientras guardan un tenebroso silencio sobre este atropello a la ley y falta de respeto a todos los catalanes a los que nos gusta que la justicia sea igual para todo el mundo.
Como bien decía Francisco de Quevedo y Villegas, "donde hay poca Justicia es un peligro tener razón", y el insistir por nuestra parte sobre lo que este Pujol ha hecho, pone a este medio y a su editor a los pies de los caballos, porque el niño sigue teniendo amigos en la Generalitat y sabe cómo usarlos ante periodistas como nosotros.
Mi amigo Jaume Rexach, el valiente editor de El Triangle, podría dar una clase magistral sobre cómo se las gastan las huestes pujolianas cuando deciden matar social y mediáticamente al mensajero. Nosotros también sabemos algo por experiencias publicitarias pasadas pero, como ven, seguimos siendo unos testarudos incorregibles aunque nos cueste un buen disgusto.
Para finalizar este propio, un modesto consejo dirigido al delincuente: Oriol, majo, disfruta de tu libertad, pero aléjate una buena temporada de nosotros, vete por ejemplo a Andorra o a Méjico lindo y querido, y no te pasees por ahí para que todos podamos olvidarnos de tus días de gloria y sobre todo de tus turbios negocios a la sombra de papá Jordi y Mamá Marta.
Hazlo para que las jóvenes generaciones de catalanes no imiten tu ejemplo alcanzando sus metas sin enchufes que desvirtúen su valía. Ya te vale, listillo, con esta última puesta en libertad sin honor y sin vergüenza. Ya te vale.
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