​La doble moral de Pep Guardiola

Carmen P. Flores

“La indignación moral es la estrategia tipo para dotar al idiota de dignidad”, decía el genio Herbert Marshall McLuhan. Esta frase se podría aplicar tranquilamente, desde mi punto de vista -otros pensarán lo contrario- al millonario en dinero Pep Guardia, el hombre de la doble moral, que de tanto en tanto es noticia por sus declaraciones en defensa de las libertades, la justicia, los presos y los “exiliados”, siempre en España, pero que está a sueldo –más de 18 millones de euros- de un jeque de los Emiratos Árabes Unidos -dueño del Manchester City-, donde hay tantas libertades que la gente solo abre la boca para comer o beber.


Este fin de semana Guardiola concedía una entrevista a uno de los diarios de cabecera del independentismo. Después de hablar de futbol, como no podía ser de otra manera, entraron en el tema político. Pep es el defensor de los derechos de los presos políticos catalanes y así lo manifiesta cada vez que lo entrevistan, faltaría plus.


“Los derechos fundamentales están por encima de cualquier otra cosa”, afirmaba el entrenador del Manchester City para reglón seguido decir: “Para mí la decepción de estos tiempos es la falta de altura política del Estado, que es quien tiene el poder de aplicar el 155 y no somos nadie. Ellos tienen la fuerza”.


Pep Guardiola


Guardiola está ofendido por muchas cosas que han sucedido: “la corrupción de los ERES de Andalucía; de que desde las cloacas del Estado se inventaron la “cuenta corriente” en el extranjero de Xavier Trias -que por cierto, finalmente Trias reconoció que fue beneficiario de un “trust” familiar administrado por la entidad de banca RBS Coutts de Suiza- y que Guardiola parece no “conocer”-. En ningún momento, el de Sant Pedor manifiesta estar ofendido por el escándalo de la familia Pujol, el 3% del Gobierno convergente, el Palau de la Música etc. Son cosas de país…


En uno de los acto de apoyo al referéndum en los que ha intervenido Guardiola manifestaba: “Apelamos a todos los demócratas de Europa y del mundo a que nos apoyen en la defensa de los derechos hoy amenazado"s. Es más, denunció “abusos de un Estado autoritario”. Sin embargo no tuvo ningún reparo en explicar en su día que “Qatar es sin duda el país del mundo islámico más abierto, más occidental, sino no le hubieran dado el Mundial, además Qatar es un lugar muy seguro, donde los ciudadanos tienen libertad” ¿Compra de votos para hacerse con la competición? Eso parece entender la justicia, que está investigando el tema de los sobornos. Sobre eso, ni una sola palabra.


El último informe de Amnistía Internacional sobre los Emiratos Árabes Unidos habla de un Gobierno que restringe la libertad de expresión utilizando leyes antiterroristas que le “permite” detener, enjuiciar y encarcelar a personas críticas con el régimen. También informa Amnistía de la detención de hombres por vestir de forma femenina. Y la prohibición de sindicatos.


Los derechos de los trabajadores en Qatar se están comprobando en la construcción de los estadios del Mundial 2022, donde los obreros son de países asiáticos y que viven en condiciones miserables. Algunos los catalogan como los esclavos del siglo XXI.


El pasado año, la Fundación para la Democracia Internacional denunciaba que más de 2.000 nepalíes habían muerto –no sabemos cuánto han aumentado este año- en la construcción de los estadios y los centros de convenciones en Qatar, aunque la Confederación Sindical Internacional (ITUC) calcula que la cifra se puede elevar a más de 4.000 personas las que pueden fallecer.


Qatar 2022 pasará a la historia del futbol como el mundial de la sangre, por la muerte de los “esclavos” en un país donde el dinero sobra, pero faltan derechos humanos, democracia y libertad. Los que han puesto las manos se las han llenado de dólares y se han tapado la nariz y los ojos; no olvidarán que sus manos también están manchadas de sangre.


Sobre estos temas, el abanderado de las libertades, Pep Guardiola, “el bien pagado” no habla. Decía Voltaire que “Quienes creen que el dinero lo hace todo, terminan haciendo todo por dinero”. La doble moral de Guardiola es realmente indignante.

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