El copríncipe y presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, cumplió la promesa de visitar Andorra este viernes, día 13. Cabe decir que es francés, y no anglosajón, y se supone que libre de la superstición sobre la fecha.
Aunque esta segunda condición de jefe de Estado se intuye secundaria en el líder de un gran Estado europeo, de Mitterrand desde -coautor y copatrocinador de la actual constitución andorrana- los mandatarios galos han empleado en cumplir los deberes para del -también- su pequeño estado pirenaico.
Si hay que destacar algún rasgo distintivo de este evento, más que nada protocolario, ha sido la agilidad del mandatario en un recorrido, apenas de veinte y cuatro horas, por todo el territorio, con presencia en las siete parroquias.
Otra característica, esta habitual, fue el baño de multitudes facilitado por la ciudadanía. Las medidas de seguridad, tan rigurosas como discretas, incluidos rastreos para perros y despliegue de fuerzas de orden, volvieron a ser plenamente compatibles con el acceso de los ciudadanos a los copríncipes todo el recorrido, para obtener "selfies" y autógrafos.
Para el acto central, en la Plaza del Pueblo de la capital, con los discursos de las principales autoridades, y el acompañamiento del otro copríncipe, la episcopal Joan Enric Vives, había favorecido la presencia multitudinaria con el cierre de comercios y empresas -salvo la hostelería- entre las seis y las siete de la tarde.
En resumen, desde el punto de vista a la aceptación, la visita de Macron no tuvo nada que envidiar a la de Chirac del 1997, la más larga y entretenida, de entre todas las recibidas: la primera del general De Gaulle en 1957. Especialmente desde la aprobación de la Costitució 1993 no han faltado y se han sucedido Mitterrand -Especial como coautor y coimpulsor de la Carta Magna y el reconocimiento internacional del país con el obispo Joan Martí Alanis-, Giscard, Sarkozy Hollande y ahora el "joven" Macron.
Todas las presencias han sido marcadas por la situación política del momento. Los andorranos refuerzan como "más amarga" la del marido de Carla Bruni, que instó Andorra a salir de la lista de paraísos fiscales e incluso amenazó más tarde a renunciar al coprincipado si no se cumplían los requisitos para la homologación en materia fiscal y financiera del país. Como más peculiar, la de Hollande, que viendo la reacción ciudadana comentó: "veis, aquí sí que me quieren".
En el orden político interior, Macron -como el resto- no aportó nada imprevisible a las cuestiones claves para su Coprincipado: apoyo total al pacto para el acuerdo on la Unión Europea y para el arreglo de las vías de comunicación terrestres, especialmente la RN 22 francesa hasta el Pas de la Casa, a fin de evitar los cortes endémicos en invierno. Y, por supuesto, nada de mojarse con respecto a la situación ilegal del aborto, sobre la que le habían pedido un pronunciamiento diversas asociaciones sociales y el partido socialdemócrata.
El copríncipe, en presencia de su homólogo eclesiástico, se fugó como la UE con respecto al proceso catalán: "lo tienen que decidir los andorranos".
Llegado el jueves por la noche en el hotel donde pernoctó, viernes por la noche, tras el ágil pero intenso recorrido por las parroquias, Macron emprendió el viaje del regreso dejando, como la práctica totalidad de los predecesor, un grato recuerdo a su "otro" Estado. Y también como la práctica totalidad, solo, sin la mujer. Aunque quizás esta vez no habría provocado tanta expectación la veterana Briggitte como lo habría hecho la cantante y ex modelo Carla.
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