​Elecciones del 10 N: Ganó el centro

Manuel Fernando González Iglesias

El centro izquierda, representado claramente por el PSOE, ha aguantado el tipo, pese a sus errores estratégicos ejemplarizados en la indeseada convocatoria electoral que acabamos de sufrir. No obstante, ha sacado más votos con indisimulada claridad. Por otra parte, el centro derecha -que tiene en el PP su buque insignia en España- acaba de recuperar un terreno electoral -tan valioso- como para que, ahora mismo, pueda poner en valor la oportunidad histórica de que, mirando de frente a su más encarnizado adversario político, pueda incordiarle para que intente abrir un diálogo duro y difícil para formar lo que casi todos hemos definido como la "gran coalición".


Para entendernos: los escaños del centro izquierda y los de centro derecha son el verdadero resultado de éxito de estas elecciones -a la que pueden anteponerse legítimamente diversas sumas parlamentarias -ahora mismo parten como propuesta favorita, dado que ahora mismo tenemos una urgencia ineludible: salvar al país del desastre en el que los políticos profesionales lo han metido con sus intransigencias y falta de diálogo.


El camino va a resultar muy comprometido si es esa la hoja de ruta que se elige. Si es otra y puede materializarse, pues bienvenida sea, siempre que no se deseche la mejor posible sin haberla intentado, por mucho que nunca se haya escenificado, salvo cuando otra generación tuvo el valor de olvidar las heridas de una guerra civil y nos regaló la Transición política y con ella la Constitución, de cuyas rentas hemos vivido hasta ayer mismo. Para acometer semejante hazaña hay que echarle valor e inteligencia a la política y dejarse de una vez por todas de medias tintas.


Hoy todo el mundo se asombra de la crecida de VOX y el mal mensaje que enviamos a Europa al haber parido electoralmente la peor de las extremas derechas del continente. Seamos optimistas. Si VOX es el precio que hemos tenido que pagar por sacar a la momia de Franco del Valle de los Caídos y enterrar las viejas querellas de rojos y azules, barato nos ha salido, porque los vivos teníamos una deuda de honor con muchos de nuestros compatriotas y ya era hora que la pagáramos. Aun más les digo y escribo: esa forma de pensar que tienen los hijos políticos de Abascal no tiene futuro, ni aquí, ni en el resto de Europa, porque si la tuviera, la vida no merece la pena vivirla.


En las próximas semanas veremos en qué acaba este lio en el que estamos metidos. Como siempre, si tiene barba será San Pancracio y si no la tiene podría ser un LGTB o la casta Susana... Depende de cómo lo enfoquemos.

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