Con el fin de semana por delante y el puente que algunos disfrutarán, bueno es poner distancia a los últimos acontecimientos de este jueves, que algunos están aprovechando para manipularlos y confundir más al personal, que está dispuesto a tragárselo todo porque se creen a pies juntillas lo que le dicen los suyos. De lo que se trata es de dar munición para seguir alimentando al personal. ¡Vaya país y vaya personal!
La sentencia del Tribunal de la Unión Europea permite a Puigdemont y Comín recoger sus respectivas actas de diputados europeos. Lo mismo podrá hacer Junqueras. Eso no implica que se anule el juicio, que el dúo “belga” vuelva a Catalunya y que Junqueras salga a la calle. La sentencia no va de eso, que faltan unos días para el 28 de diciembre; quedan muchas cosas que explicar.
Dicen los entendidos que la entrada en el Parlamento puede acelerar la euroorden y hacer volver a Puigdemont a España, pero no a Barcelona, sino a Madrid, donde la Justicia lo está esperando. Cuidado con tanta alegría. Nadie en la Eurocámara duda de que España es un país democrático y que el juicio se ha realizado con todas las garantías: esto no se critica en la sentencia. Así que no abusen algunos del cava porque igual les sienta mal.
La mayoría de los independentistas están encantados de la vida, como si esto fuera el gran triunfo que les catapulta a la Europa que hasta ahora no les hacía caso. El único de los afectados que tiene los pies en el suelo es Junqueras, que ha pedido prudencia y analizar bien la sentencia, algo que deberían hacer los políticos que gobiernan Catalunya, que sin leer la sentencia se han echado a los medios con demasiada alegría. Prudencia, prudencia y más prudencia... El circo tiene sus propios actos y no deben invadir su espacio. Al circo profesional se va a pasárselo bien, en el otro lo único que produce es pena.
Pues con el gran pastel político-judicial que tenemos sobre la mesa, la alta contaminación que inunda los cielos del Área Metropolitana de Barcelona y que cada día respiran miles de personas, nada mejor que hacer un pensamiento y cambiar de zona, aunque solo sea por unos días. Quizás así, con las pilas recargadas, los pulmones algo más limpios y las ideas más claras, la vuelta a la dura realidad sea más llevadera.
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