Muchos filósofos se han obsesionado en el tema del Ser. Somos seres vivos con unas características específicas. Existimos; una realidad suficientemente fascinante como para reflexionarla. Si además aceptamos que somos seres temporales, podemos extraer muchas conclusiones , aunque podamos caer de lleno en la poesía. A mi me gustaría poner énfasis en el Estar. Vamos a ver: nacemos en un planeta dónde hemos de estar hasta la muerte, o más allá de la muerte, como creía Nietzsche con su teoría del eterno retorno, o como creen los defensores de la Reencarnación. Hemos de estar, por tanto hemos de adaptarnos al entorno pero sin renunciar a que el entorno se adapte a nosotros.
Por todo ello, a lo largo de generaciones, pensadores diversos, aún sintiéndose fascinados por la existencia, han sido conscientes de la necesidad de determinar aquellos fenómenos reales que ayudan a disfrutar del estar. Y se han llegado a determinar fenómenos reales esenciales pero aún no hay un discurso claro. La falta de un discurso claro somete a las personas a una incertidumbre en la cual se generan actitudes destructivas. Así hemos de ayudarnos de diferentes disciplinas del saber para frenar el desastre. Y no podemos parar nuestras reflexiones por esta dinámica destructiva. Pese a todo hemos de estar. Y si no se acepta se genera un problema porque no hay alternativa. Fijaros si es necesario aceptar el Estar que si no lo aceptas mínimamente puedes dejar de Ser.
No nos detendremos. Seguiremos pensando. Aunque aparezcan libros con títulos tan tendenciosos como “Pensar o vivir". Una afirmación que demoniza el pensar, ignorando que forma parte indivisible de nuestra naturaleza. Esparcir el miedo a pensar se ha convertido en un hábito habitual a lo largo de los tiempos. La capacidad de mejorar nuestro entorno y nuestra propia naturaleza es una característica del ser humano que nos mueve a pensar. Renunciar a este recurso pone en peligro, en un mundo cambiante, nuestra supervivencia y nuestra calidad de vida. Mucha gente se abraza a mantras y a dogmas como talismanes para no ir más allá. Y pese a la permanencia de muchos elementos del entorno, todo se está transformando como apuntaba Heráclito. Por tanto no podemos hacer el papel de rocas, árboles o de animales con inteligencias inferiores a la nuestra. Si se ha de estar, estaremos... y así es.
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