A veces va bien inventarse conceptos para realizar ensayos filosóficos. Aquí va uno: salaltía [de "malaltia", enfermedad en catalán]. Es ni más ni menos que lo contrario de enfermedad. De entrada es un concepto que no existe en nuestra realidad, el cual nos empuja inicialmente a dar una definición de enfermedad.
Las enfermedades ponen en peligro la supervivencia del individuo. Pero todo aquello que pone en peligro la supervivencia del individuo no es necesariamente una enfermedad. Tenemos que concretar más. Una enfermedad impide el desarrollo armónico de las funciones corporales. No es una enfermedad aquello que la provoca sino las alteraciones que tienen lugar como origen de una causa concreta. No pienso definir “desarrollo armónico" porque tendría que extenderme demasiado y este articulo tiene una extensión muy limitada.
No obstante el “desarrollo armónico" equivaldría al desarrollo “normal" o “eficaz" (son términos igualmente poco concretos, lo sé) Pero esta definición primaria de enfermedad nos permite determinar la definición de salaltía. La salaltía no permite el estado armónico del organismo. Va más allá. Mejora el desarrollo normal de las funciones corporales. Serian salaltías, por ejemplo, las funciones prodigiosas en el cuerpo de Peter Parker, Spiderman.
El ser humano puede desarrollar dispositivos que aplicados al cuerpo hacen aumentar la inteligencia global de éste, considerando inteligencia global aquella que se encuentra impregnada con las funciones cognitivas del organismo. Las sustancias dopantes que permiten a los deportistas gestas que parecen propias de las divinidades griegas son ejemplos de elementos que provocan salaltías.
La filosofía, como arte de la búsqueda de nuevas ideas y, también, claro esta, de conceptos, puede aportar propuestas interesantes que pueden alimentar lineas de investigación en otras disciplinas del saber. Porque si aceptamos que existen salaltías, podemos estudiarlas con detenimiento, como ya hacemos con las enfermedades. Pero con otros objetivos. Se trataría de estudiarlas para saber cuales son las vías para fomentarlas e incluso para saber de que manera interactúan con las enfermedades.
Decía Wittgenstein que los limites del lenguaje son los limites del conocimiento y podemos estar de acuerdo o no, pero es bien cierto es que el lenguaje no tiene limites, así que, a medida que lo enriquecemos seguro que incrementará los conocimientos.
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