Jaime Ensignia, sociólogo, Dr. en Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad Libre de Berlín. Fue director sociopolítico de la Fundación Friedrich Ebert en Chile (1994-2014). Director del Área Internacional de la Fundación Chile 21. Colaborador del Barómetro de Política y Equidad.
El contexto general
Es un hecho indesmentible, que el debate sobre la pandemia del Coronavirus (COVID-19) se impuso con una fuerza inédita en el escenario internacional, regional (ALyC) y en el plano nacional (Chile) desde fines de enero a la fecha. Los efectos de esta pandemia, su gestación, irradiación y desarrollo infeccioso a nivel planetario han dominado las principales noticias de los medios de comunicación, escritos, de la TV, de las redes sociales de una manera nunca vista en la historia reciente. Chile, no ha sido la excepción a este fenómeno mediático, muy por el contrario, observamos una hiper saturación del tema de la COVID-19. La prensa nacional y los medios de comunicación han explicitado de manera exhaustiva todo lo relacionado con el desarrollo de esta crisis sanitaria, poniendo el énfasis en el origen, en el desarrollo de esta pandemia y, en las comparaciones –supuestamente exitosa- de la gestión nacional con la de otros países. Se ha documentado de manera detallada la realidad de este virus en los países centrales, China, EEUU, Italia, Francia, España, Alemania, así como de otros países europeos, asiáticos y latinoamericanos y, en algunos momentos ha resultado agotadora la exposición sobre esta pandemia.
En este escenario, el debate e interés de la realidad internacional ha sido absorbido preferentemente por el desarrollo de esta pandemia sanitaria y, por la lucha hegemónica de las dos grandes potencias de este siglo XXI, China y EEUU. Cuestión ésta, que desde la asunción a la presidencia de Trump (2016) se venía agudizando, primero con la llamada guerra comercial entre estas dos naciones, y luego, en la actualidad, sobre las “responsabilidades” de China en la supuesta “propagación” del virus.
El pre crisis del coronavirus
No se debe soslayar, que previo a la crisis de esta pandemia, en particular la región latinoamericana, en el último trimestre del pasado año, en América del Sur y particularmente en Chile –pero también en algunos países europeos- se observaron fuertes revueltas y estallidos político-sociales de envergadura. De este modo, confrontada la hegemonía y el modelo neoliberal en sus más diversos aspectos, por masivas movilizaciones sociales y políticas.
Así se constató en la acción de los movimientos sociales indigenistas en Ecuador, en las protestas en Colombia, en Perú y, la resistencia de sectores importantes de la sociedad boliviana al gobierno de facto de Jeanine Áñez, en ese país. Argentina, nación estratégica en las relaciones bilaterales para un país como Chile, iniciaba una nueva era con el gobierno de Alberto Fernández. Brasil, con la política llevada a cabo en un año y medio de gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro, era objeto de preocupación para las sensibilidades democráticas y progresistas en la región. Chile con su 18-O (octubre 2019) iniciaba un estallido político social inédito en su reciente historia republicana.
Todo este contexto de agitación regional y nacional, ha quedado postergado, más no extinguido, por la crisis pandémica del COVID-19. Incluso hoy con algunas metrópolis con confinamiento extremo por las cuarentenas como en Santiago, Quito, Río de Janeiro y otras ciudades brasileñas, la protesta social ha vuelto a ser una protagonista en la denuncia de las falencias de políticas públicas de salud, de protección social y, por la lucha contra el hambre, la miseria y, la desigualdad extrema en estas región del mundo, descarnadamente expuesta por el virus en curso.
La crisis sanitaria actual y el post pandemia
Esta crisis, entre otros aspectos, ha puesto de relieve las insuficiencias estructurales de los Estados nacionales, algunos de ellos en Europa, en los EEUU y, en la gran mayoría de los países latinoamericanos. Con el objetivo de poder enfrentar de manera eficaz la crisis sanitaria y, las consecuencias de ésta muchas naciones han fracasado estrepitosamente. Los datos duros de la pandemia, la cantidad de infectados a nivel planetario, el número de fallecidos, impacta brutalmente el escenario internacional. Países, cómo los EEUU, sobrepasaran los 100 mil muertos, convirtiéndose ésta como el Vietnam del siglo XXI para la administración de Trump. La indolencia de un jefe de Estado, tipo Bolsonaro que con la gravedad de esta pandemia ha llevado a Brasil a un triste segundo puesto en la cantidad de decesos.
La opinión pública internacional mira horrorizada la gestión de estos dos jefes de Estado, así como de otros, que han privilegiado desde sus inicios el desarrollo económico por sobre la salud de sus ciudadanos. Esta política, de privilegiar más los intereses económicos y no la salud de la población, está teniendo resultados desastrosos para una importante cantidad de naciones, como ha sido el caso de la gestión del gobierno chileno, ecuatoriano y, en alguna manera, el peruano.
Al final del día, los costos económicos y financieros de esta pandemia serán muchísimos más altos que si se hubieran optado desde un principio en preservar la salud de los habitantes. Según informes del FMI, habrá una recesión mundial de un -3% del PIB, desagregando: EEUU un -6%, China una recesión de aproximadamente de un -6%, la Unión Europea en un -7,4% del PIB. Por otro lado, países que optaron por cuarentenas estrictas desde un principio, apoyo sanitario y económico a sus ciudadanos como Corea del Sur, Japón, China, Taiwán, Vietnam, a nivel europeo como Portugal, Alemania, países nórdicos a excepción de Suecia, Dinamarca, Finlandia, Noruega, Islandia, y finalmente el exitoso modelo de contención del virus en Nueva Zelanda han logrado sortear con éxito esta pandemia hasta el momento.
Mención aparte, es que muchos de estos países nombrados son gobernados por primeras ministras mujeres, que con una sensibilidad política y de género notable han logrado un éxito y merecido reconocimiento. Habría que agregar además, que han contado con Estados de Bienestar robustos en lo referente a los sistemas de Salud y de Protección Social que el neoliberalismo no lo desmontar. En el plano latinoamericano en cuanto al combate a esta epidemia, con dificultades y tropiezos, ha sido exitosa la gestión de los gobiernos de Costa Rica, Paraguay, Cuba y Argentina.
Síntesis
Seguramente hay una gran cantidad de factores que se tendrán que asumir en el período pos pandemia, como las falencias del Estado liberal y de los sistemas democráticos en muchas naciones. También habrá que analizar política y conceptualmente la reivindicación de un Estado más protector, más benefactor de sus ciudadanos. Existe la opinión, de que no se podrá volver al Estado Subsidiario neoliberal de la era pre pandemia. En opinión de analistas y expertos esta pandemia ha traído la reivindicación del Estado de Bienestar como factor determinante para enfrentar de mejor manera la actual COVID-19 como otras pandemias que estarán en curso en los próximos tiempos.
Un aspecto importante de analizar, será el debate intelectual, filosófico y político que esta crisis ha engendrado. Destacables son las opiniones y posturas de un mundo pos pandemia por parte de personalidades como el filósofo esloveno, Slovoj Zizek, el académico y filósofo sur coreano, Byung Chul Han, el historiador y filósofo israelí, Yuval Noah Harari, la canadiense Naomi Klein, el historiador británico, Timotthy Garton Ash, el filósofo italiano, Giorgio Agamben, el sociólogo portugués, Boaventura de Sousa Santos y, por cierto, al intelectual alemán exponente de la Escuela de Frankfurt, Juergen Habermas, entre muchos otros europeos, norteamericanos y latinoamericanos. Este interesantísimo debate, quedará pendiente para un futuro no tan lejano.
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