Estados Unidos y Huawei: guerra fría entre gigantes

Eva Perea
Profesora del Departamento de Empresa y Economía de la Universitat Abat Oliba CEU

¿Qué está pasando con Huawei? Trump, coincidiendo con la guerra comercial con China, prohibió a las empresas tecnológicas americanas vender componentes a Huawei. Como consecuencia, la compañía china vio cortado su acceso a los semiconductores hechos en América, columna vertebral de muchos sistemas de ordenadores y teléfonos móviles.


Logo de la compañía tecnológica china Huawei en su sede en Alemania.


En el asunto Huawei, múltiples razones más relevantes que los móviles están en juego. Este gigante tecnológico fue fundado por Ren Zhengfei, en la China rural de 1987, con un escaso capital inicial de tres mil dólares. Ingeniero, de clase humilde, pertenecía al Ejército Popular de Liberación. Hoy en día, Zhengfei, de 77 años y un rostro arrugado y siempre sonriente, continúa al frente de la empresa. Huawei significa “la prosperidad del pueblo chino”, todo un símbolo de una empresa que opera en 170 países, cuenta con más de 180.000 empleados y conecta a tres billones de personas en el mundo. Es el segundo proveedor de móviles, detrás de Samsung y por delante de Apple. Se estima que, en un año, se convertirá en el número uno mundial: su tecnología es superior y a mejores precios, es decir, imparable. ¿Imparable? Tal vez no: al menos la obsesión de Trump es pararle los pies.


¿Por qué esa obcecación contra Huawei? Todo apunta a que no se trata meramente de la cuota de mercado de los móviles, sino que el trasfondo es mucho más sustancial.


Por un lado está la carrera hacia el 5G. Si bien la carrera por el 4G la ganó Estados Unidos y le supuso un PIB adicional de 100 billones de dólares, la carrera por el 5G la está ganando China, con Huawei a la cabeza como empresa tecnológica, y proporcionará a China un PIB adicional de 500 billones de dólares. Huawei, con más de 85.000 patentes registradas, invirtió 15 billones de dólares en I+D, y tiene planificado, según información de la propia empresa, invertir 100 billones más en los próximos cinco años.


El 5G no solo supone una mayor velocidad de conexiones -es decir, algo cuantitativo- sino que se trata además de un salto cualitativo por el cual se facilita una comunicación mucho más rápida entre humanos, pero también entre máquinas, coches, robots, etc, de manera que, estratégicamente, toda la economía sería vulnerable si China deseara atacar al mundo occidental. Hablamos de razones económicas, pero también de razones geopolíticas y de dominio del mundo: es por ello que Trump hace lo posible por entorpecer el camino de Huawei. Es un problema de confianza, agravado por la pandemia del coronavirus.


Adicionalmente, existe un temor de espionaje basado en los “backdoors”, término cada vez más utilizado: es la entrada a los móviles o a los ordenadores de manera remota. Por supuesto, Huawei niega todas las acusaciones de ciber espionaje a través de Andy Purdy, la figura visible del Huawei más occidental, máximo responsable de seguridad de la empresa en Estados Unidos y omnipresente en los medios intentando establecer un clima de confianza.


Para completar el embrollo, la hija mayor de Zhengfei, Meng Wanzhou, Directora Financiera de Huawei, fue detenida por la policía canadiense y solicitada su extradición a Estados Unidos por violar las sanciones comerciales a Irán. Se encuentra en arresto domiciliario en su mansión de Vancouver, y constituye un elemento más en esta complicada historia.


Lo cierto es que para Europa lo ideal sería, sin duda, que la tecnología europea estuviera a la altura de sus rivales americanos o chinos y pudiera competir. Si algo hemos aprendido con la pandemia es la importancia de controlar sectores estratégicos. Nokia y Ericsson son los candidatos mejor posicionados; ojalá puedan conseguirlo.


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