El dilema chino: cinco claves para comprender la posición china

Eva Perea
Profesora del Departamento de Empresa y Economía de la Universitat Abat Oliba CEU

El president de la Xina, Xi Jinping, a Wuhan

El presidente de China, Xi Jinping @ep


La guerra de Rusia-Ucrania supone la invasión de un país poderoso sobre otro más débil, y un desastre humanitario. Ante la situación que se ha generado en los ámbitos militar, político, social y económico, interesa conocer el papel de China como potencia global, ¿al margen o no en este conflicto?


Cinco claves explican el papel de China en esta guerra:


1. Lo primero que se debe comprender es que China y Rusia comparten una frontera común de 4.200 km de extensión, una frontera muy extensa, de las mayores del mundo en longitud. Son países vecinos y con historias similares en muchos aspectos.


2. En segundo lugar, Rusia y China disfrutan actualmente de las mejores relaciones desde finales de la década de los 50: si bien no tienen un tratado oficial, sí que están vinculadas por un acuerdo informal sobre temas políticos, diplomáticos y económicos, siempre con el objetivo de establecer un frente unido ante los Estados Unidos, que es, finalmente, su rival compartido.


3. En tercer lugar, las economías de Rusia y de China son perfectamente complementarias. China es una potencia manufacturera pero pobre en recursos, por lo que necesita la energía rusa, mientras que Rusia tiene enormes reservas energéticas pero necesita inversiones y ayuda para ampliar su base económica. Ambos tienen graves problemas de derechos humanos y política exterior. China también ha sido un importante comprador de armamento ruso.


4. En cuarto lugar, encontramos que China desea anexionarse Taiwan, considerando que es parte irrenunciable de su territorio. El caso de Rusia sobre Ucrania no es exactamente igual, y así lo ha expresado claramente el Ministerio de Asuntos Exteriores de China. Mientras que Pekín ve a Taiwán como una parte inalienable de su territorio, considera a Ucrania un país plenamente soberano. Aunque a nadie le pasa inadvertido que existen ciertos paralelismos, China es remisa a aprobar que Rusia, ni ningún otro país, invada militarmente territorios ajenos, ya que la estrategia que ha asumido desde hace décadas consiste en conquistar mediante el comercio y las inversiones. Y no se le escapa el enorme rechazo que la invasión de Ucrania ha despertado en el mundo.


5. En último lugar, y como consecuencia de todo lo anterior, tenemos el gran dilema de China en esta guerra. Debe intentar, como sea y a cualquier precio, no posicionarse al lado de Rusia, pero tampoco enemistarse con ella. A la vez, China no puede enfrentarse a Estados Unidos o a la Unión Europea porque son sus principales socios comerciales. Si estos dejan de importar de China, su economía se hundiría, cosa que no se puede permitir. Por lo tanto, el gran reto de China es mantenerse neutral entre ambos bandos. Con este objetivo, podría haber encontrado la posición ideal, que sería la de ejercer de intermediario en el conflicto. De hecho, el 1 de marzo hablaron por teléfono el ministro de Asuntos Exteriores de China y el de Ucrania. El gigante asiático se ha instalado en la postura de fiar la resolución del conflicto a la negociación; si ésta obtuviera resultados, ello daría una enorme legitimidad a China como poder político a nivel mundial.


La página web oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores chino dice que su Gobierno está profundamente apenado ante el conflicto entre Ucrania y Rusia y muy preocupado por el daño causado a los civiles. Afirma que la posición fundamental de China sobre la cuestión de Ucrania es abierta, transparente y coherente. “Siempre hemos defendido el respeto a la soberanía y la integridad territorial de todos los países”, asegura. En cuanto a la crisis actual, China pide a Ucrania y a Rusia que encuentren una solución a través de las negociaciones y apoya todos los esfuerzos internacionales constructivos que conduzcan a un acuerdo político.


China sabe que apoyar la invasión rusa dañaría gravemente sus ya tensas relaciones con las democracias ricas que son sus principales socios comerciales, como Estados Unidos, los países de la Unión Europea y Japón. Así que no le queda más remedio que hacer equilibrios en la tensa cuerda de la política global.


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