Mi punto de vista

Yo tengo estos puntos de vista y no me bajo del burro; esta posición es muy común. Y tal vez debe ser así. Tener unos puntos de vista permanentes. Unos puntos. Solo unos puntos porque una de las características del pensamiento humano es que es cambiante. Tenemos una dinámica reflexiva contradictoria, con luchas de ideas confrontadas que giran y giran para formar un ovillo donde hay pequeñas certezas, grandes dudas, temores, soluciones... vaya, un amasijo de convicciones y rechazos bien curtidos de contradicciones. Hay que tener en cuenta que si una civilización extraterrestre, por ejemplo, quisiera juzgar a los seres humanos, en función de hipotéticas lecturas de sus pensamientos, es harían un lío descomunal. Poder leer el pensamiento implica encontrar un caos enorme y una incoherencia enorme entre ideas y acciones.

La insatisfacción constante de los seres humanos queda reflejada en su peculiar dinámica del pensamiento. Esto provoca, por ejemplo, que se suceda un gusto y disgusto sobre un mismo fenómeno real. Pero, al fin y al cabo, este comportamiento tan indeciso nos ayudar a mejorar.

Lo que también sucede con nuestra dinámica de pensamiento es que nos cuesta cambiar nuestras convicciones. Entre científicos y entre filósofos ha habido peleas para defender planteamientos teóricos. Y como sucede con los naufragios, que el capitán es el último en abandonar el barco, muchos filósofos y muchos científicos han agarrado a sus tesis con fuerza, a pesar de estar viendo que no encajaban con la realidad. Por lo tanto, debemos decir la nuestra, tenemos que defender nuestras opiniones pero al mismo tiempo debemos ser suficientemente modestos para recular, reflexionar sobre todo aquello que nos parece claro y, en su caso, defender, incluso, lo contrario.

El pensamiento es complejo, por suerte. Es lo que tenemos, por suerte. Sabiendo esto desconfiamos de aquellos que lo quieren convertir en una serie de normas y mandamientos y que se afanan en culpabilizarlo por ser... lo que es.