Albert Einstein dijo: "Hay dos cosas infinitas, el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy del todo seguro". De la estupidez humana estamos sufriendo continuamente y desde la pandemia aún más. Basta con leer noticias como la de la muerte de un joven de 30 años por SARS-CoV-2 en Texas después de asistir voluntariamente a una "Covidparty" en Tuscaloosa (Alabama, EEUU) para ver quién se contagiaba antes con el coronavirus. Son fiestas en las que se hace una rifa y el dinero recaudado se entrega a la primera persona que dé positivo en un test de coronavirus. Según informó Sonya McKinstry, concejala de esta ciudad norteamericana, en las últimas semanas se habrían celebrado varias fiestas de este tipo en Tuscaloosa y sus alrededores.
Más allá de la estupidez e irresponsabilidad de estos jóvenes que se arriesgan a contraer una enfermedad potencialmente mortal y a contagiar a sus amigos, padres y abuelos, su actitud alocada sólo puede calificarse con un neologismo: Covidiotas. Covidiotas e irresponsables conspiranoicos.
Covidiota es un neologismo, reciente acuñado, un adjetivo muy calificativo aplicable al idiota de toda la vida pero que de forma específica se está luciendo en esta pandemia. Ante el admirable comportamiento de la mayoría de la ciudadanía, los Covidiotas son licenciados en virología por Twitter o Instagram, son los listos que propagan rumores conspiranoicos negando la Covid-19, los que salen a la calle con la mascarilla colgada del codo u organizan fiestas sin cumplir las normas sociales de las 3M (Mascarilla, manos, metros). Y también lo son políticos negacionistas como Donald Trump en Estados Unidos, Boris Johnson en Gran Bretaña, Andrés Manuel López Obrador en México o Jair Bolsonario en Brasil que se pasan por el arco de triunfo las recomendaciones de las autoridades sanitarias y las abrumadoras evidencias científicas.
Haría reír si no fuera porque se trata de una enfermedad que aún no tiene vacuna y que ha contagiado a 13 millones de personas y ha causado 573.000 muertos. Para los sanitarios que nos dedicamos a atender estos pacientes cada muerte es dolorosa, pero si era evitable entonces se convierte en insoportable.
Endurecimiento de las sanciones por delitos contra la Salud Pública
Ha llegado el momento de definirse ante este problema. Creo que hay que respetar todas las opiniones y conductas con una excepción: cuando pueden afectar a personas inocentes. Este es el caso de los Covidiotas. No se trata de que no crean en la gravedad de la pandemia, están en su derecho, sino de que sean vectores epidémicos que pueden contagiar a personas mayores o a personas con factores de riesgo y generar una morbilidad y mortalidad perfectamente evitable.
Las autoridades políticas deberían legislar de forma urgente para endurecer las sanciones contra las conductas irresponsables de estos Covidiotas que ponen en peligro el difícil equilibrio de la Salud Pública en tiempos de pandemia. También se debería legislar, al menos en situación de crisis sanitaria, la obligatoriedad de las vacunas dado que desde 1776, cuando el médico británico Edward Jenner administró la primera vacuna, este tratamiento ha salvado 1.500 millones de vidas humanas y no se ha demostrado científicamente ningún efecto adverso. Porque salvadas las diferencias, al igual que los Covidiotas, los anti-vacunas también argumentan con silogismos emocionales y conspiranoicos contra un tratamiento que ha demostrado haber salvado millones de vidas y haber erradicado enfermedades letales como la viruela.
¿Que pasará cuando dispongamos de vacuna contra la Covid-19? Qué los anti-vacunas negacionistas se unirán a los Covidiotas y dificultarán la adquisición de inmunidad de grupo que es la única manera de salir de esta pesadilla de la Covid-19.
Vacunaciones obligatorias en Europa
Once países europeos tienen al menos una vacuna obligatoria en el programa de vacunaciones dirigido a menores de 18 meses de edad. Es cierto que la vacunación obligatoria está ligada a controversia y que la vía normativa, por sí misma y sin otras medidas acompañantes, es, muy probablemente, un camino de escaso alcance a medio-largo plazo. Pero no hay ninguna duda de que en situaciones de crisis sanitaria como la de la pandemia Covid-19, la vacunación obligatoria, de manera puntual, es la mejor opción táctica para salvar situaciones de alto riesgo sin otras alternativas factibles a corto plazo. Por lo tanto, cuando dispongamos de la vacuna anti-SARS-Cov-2 ésta deberá ser obligatoria.
Conductas contra la Salud Pública en tiempos de pandemia
En Internet hay webs promoviendo con gran efectividad los mensajes anti-vacuna y Coviescéptico, con la ayuda ocasional de influencers y famosos. Las autoridades sanitarias no cuentan con dispositivos capaces de contrarrestar este despliegue. El papel que gigantes como Facebook o Youtube tienen a la hora de difundir información falsa y sin contrastar es inmenso. Grandes grupos anti-vacunas como Stop Mandatory vaccination, con más de 153.000 miembros, o Vitamin C agains Vaccine Damage, un grupo que asegura que las altas dosis de esta vitamina pueden "curar" a las "víctimas" de las vacunas, difunden todo tipo de mitos y falsedades muy nocivos para la Salud Pública.
Para los sanitarios resulta doloroso que el negacionismo de algunos haga dudar a personas bienintencionadas pero ingenuas de que la Covid-19 puede ser letal o de que la vacunación ha salvado millones de vidas y ha evitado enfermedades muy graves, dolor y sufrimiento. Resulta insoportable que se dé crédito a fuentes no científicas e infundadas en las redes sociales y en casos anecdóticos no probados que nunca se publican en revistas científicas prestigiosas. Desgraciadamente, los que no se vacunan, aunque estén bienintencionados y preocupados por su bienestar, simplemente no comprenden el alcance social de sus decisiones: no sólo ponen en peligro su salud, sino también la de otros.
Pero que nadie se equivoque, los sanitarios seguiremos salvando las vidas de los Covidiotas, de los anti- vacunas conspiranoicos y de los negacionistas alocados. Y lo seguiremos haciendo con la misma dedicación y profesionalidad que hasta ahora.
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