¿A dónde vamos cuando morimos?
Para los que creemos en la posibilidad de la vida después de la muerte, hay que remarcar que el paso del cuerpo-mente hacia el espacio-muerte no implica necesariamente un camino, sino un cambio de estado y, por tanto, no implica un recorrido espacial específico. Dicho esto, indicó que hay una frase, con hedor dogmático, que se emplea para dejar finado cualquier debate en torno a este tema: "cuando morimos pasamos a otra dimensión" Y como "pasar a otra dimensión" implica misterio pero poco hace para concretar lo que se quiere decir, entonces quedamos bloqueados y renunciamos a la reflexión.
En el espacio muerto pueden desarrollarse los sentidos con los que llegamos y también pueden surgir nuevos sentidos que quedaban dormidos. Una previsión con rasgos altamente especulativos pero basada en las tendencias que se observan en nuestra realidad. Ahora bien, ¿puede ser el espacio-muerto un lugar con más dimensiones que las conocidas? A nivel teórico es evidente que podemos descubrir más dimensiones en el entorno donde vive el cuerpo-mente, pero definir nuevas dimensiones no significa que la dimensión vital (o conjunto de las dimensiones que habitamos) tenga que variar. Por lo tanto si la dimensión vital, que precisa el cuerpo-mente para vivir, no varía, es del todo probable que en el espacio-muerte tenga que haber la misma dimensión vital. Es decir que "pasar a otra dimensión" no tiene ningún tipo de consistencia.
¿A dónde vamos entonces? Podríamos ir a un Universo Paralelo, concepto que anima mucho a los físicos cuánticos, pues mantiene un entorno donde el cuerpo-mente se adaptaría sin problemas y al mismo tiempo el individuo podría aplicar el enriquecimiento de sus experiencias pasadas. Un entorno donde el individuo es consciente de dónde viene, recordando su vida pasada. La cuestión sería ahora: ¿qué Universo Paralelo iríamos a parar? Y aquí si que se abre un debate. Pero hay aún más cuestiones y, por tanto, más debates.
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