Se sabe, pero no se dice mucho, que la Constitución por la que nos regimos fue votada por la mayoría de los españoles, por cierto, una mayoría muy notable. Hoy muchos de los que la votaron, desgraciadamente ya no están con nosotros. El tiempo ha ido haciendo jirones de aquella ilusión colectiva que la provocó, ávidos como estábamos todos, antifranquistas y miles de franquistas de adentrarnos en una democracia que se nos había negado por la fuerza de las armas, tras una Guerra civil que presagiaba, como así sucedió casi de inmediato, otra tragedia mundial aún mayor que casi acaba con la humanidad, y sobre todo, con sus libertades.
En este 6 de Diciembre, de pandemia y zozobra económica apenas non quedan fuerzas ya para celebrar, tan solo, que hemos llegado hasta aquí y todavía no nos hemos matado entre nosostros. Nos miramos los unos a los otros, y las unas a los otros, a los que el machismo ha convertido en seres irracionales, y no nos reconocemos como ciudadanos completamente felices y amantes del diálogo y la paz social.
Por lo demás, la generación que no ha peleado por esta Ley Fundamental nos mira a los más viejos, con desprecio, porque, al parecer, fuimos débiles y cobardes durante la llamada Transición. Y todo es un maldito lío que la actual clase política no hace más que enmarañar y reconducir hacia un país ingobernable, por la sencilla razón, de que está, ahora mismo, pésimamente dirigido. Sin ir mas lejos, estos días tres cartas de militares retirados de alta graduación, nos ha descompuesto el cuerpo y a los de más edad nos ha recordado la noche del golpe de Estado del 23 F, en la que nuchos lo pasamos muy mal, y algunos, con un guardia civil vigilándonos pistola en su funda, pensamos que acabaríamos como aquellos del 36, de una bando o del otro que fueron asesinados inmisericordemente.
Pero, ¿qué hemos aprendido de nuestras barbaridades?. Pues , parece que muy poco. Especialmente aquellos que se insultan en el Parlamento o fabrican Cajas B en sus partidos o colocan legiones de amigos y compañeros en lugares donde el sueldo seguro y la prevaricación campan a sus anchas y sobre todo los populistas con corazón bolivariano y los milicos de lenguaje tabernario que siguen erigiéndose en los únicos patriotas en una Patria que nos les pertenece. Y por si fuera poca tanta desgracia, miles de nuestros compañeros de viaje quieren la independencia y dividir el Estado en varios trozos para así imponer a quienes no piensan como ellos y no hace tanto llenaban las calles a su lado gritando "llibertat, amnistía i estatut de autonomía", republicas taifas sin otra razón que un supremacismo trasnochado e injusto, una desmemoria preocupante y ,como consecuencia, un odio insuperable a todo lo español y por lógica a sus leyes, digan lo que digan.
Cuando redacto estas líneas es 6 de Diciembre y por ello me permito escribirles y no puedo dejar de acabar, en mi caso, con un Viva a la Libertad para todas y para todos presas y presos incluidos y también, como no, con un renovado ¡Viva la Constitución! , mi Constitución, a la que deseo larga vida entre nosotros y que sirva como mejor medio para renovar los futuros textos que se creen en este país.
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