Tras la dramática situación vivida en las dos oleadas de la pandemia llega el momento de mirar al futuro, y la estrategia para ello es hacer una política anticrisis que fortalezca a los sectores más afectados de las economías familiares más débiles, y así potenciar un consumo y una demanda agregada. Ahora, las recomendaciones del Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional han cambiado, y proponen que el sector público impulse la reactivación para reconstruir una Economía que fue sorprendida sin saber el camino que debía tomar. El entorno internacional y el nacional ha cambiado y se da el apoyo a los gobiernos que proyectan políticas progresistas. Por eso, es la hora de dar el salto al futuro que tanto deseamos.
Hace falta una política expansiva que cree una plataforma fiscal para adaptar de forma adecuada y eficiente el gasto público excepcional de 62.000 millones de euros. Un tercio superior al de años anteriores. Es importante saber que contaremos con un montante de 383.000 millones de euros, lo que nos puede poner en condiciones de afrontar los grandes retos para ese salto al futuro. Un salto que además de recursos precisa que los niveles de productividad cambien y que se generen empleos de calidad.
Si miramos a otros países veremos que estamos lejos situarnos en igualdad de condiciones con sus estructuras y empleos en salud y dedicación a los cuidados de mayores o en infancia. Esta pandemia ha dejado bien claro la triste realidad de un sistema sanitario muy débil y con graves fallos y dependencias. Las residencias de mayores, la atención primaria y los grandes retrasos en las listas de espera han evidenciado las debilidades y carencias de un sistema que presumía de ser de los mejores, cuando los recortes sucesivos de los últimos años lo habían hundido.
Los próximos presupuestos destinan 7.330 millones de euros a Salud Pública, con un aumento del 75% sobre los anteriores. Y las Comunidades Autónomas tienen el deber de complementarlo con una dotación excepcional por tener transferida la responsabilidad de su gestión. Los fondos europeos previstos para la inversión en Sanidad deben ser utilizados con proyectos acertados. La atención a la dependencia recibe un 34% más de presupuesto, con un montante de 2.354 millones de euros: 603 millones más. Y el programa de apoyo a la creación de empleo se incrementa en un 30% y alcanza la cifra de 7.405 millones de euros.
Se contemplan moratorias para las devoluciones de los créditos del Instituto de Crédito Oficial, y se garantiza los fondos suficientes para el Ingreso Mínimo Vital. También se crea un Fondo Covid-19 con 16.000 millones para complementar los gastos de las Autonomías a consecuencia de la pandemia. Y en la misma línea de futuro se puede destacar que las inversiones de Educación crecen un 70% y en Ciencia un 60%, con un especial énfasis en la transformación del modelo productivo, la digitalización y la transición ecológica.
El capítulo europeo tiene una proyección singular. El Plan Europeo de Recuperación, conocido como NextGenerationEU, destinará un montante de 750.000 millones de euros sobre todo para proyectos de transformación digital y verde y para fomentar el cambio del sistema productivo para su recuperación y resiliencia durante este ciclo depresivo. Hay que decir que, aun siendo muy necesario, este plan no solucionará los problemas diarios que vivimos con una Economía en caída y unos sectores económicos muy afectados. Porque ahora mismo se precisa también una capacidad de reacción a corto plazo: junto a los planes a largo plazo requerimos dar respuestas al día a día.
Economistas Frente a la Crisis ha propuesto en su reciente Declaración que la utilización de los fondos requiere la puesta en marcha de instrumentos financieros que vayan más allá de las habituales transferencias o subvenciones. ¿Cuál va a ser el retorno para los contribuyentes de las inversiones que se lleven a cabo con transferencias públicas? ¿No tiene más sentido que el Estado se quede con un porcentaje en el capital del proyecto, porque el Estado es quien, en definitiva, ha aportado las transferencias para llevar a cabo el proyecto? Hay que poner en valor el sector público empresarial, y ésta es una buena oportunidad para hacerlo. La calidad en la gestión de fondos públicos será el parámetro por el que se medirá el éxito de la ejecución presupuestaria. Y ello requiere garantizar destinos finalistas para los fondos y fortalecer el espíritu de colaboración en proyectos transversales.
No basta -señala Mazzucato en primer lugar- con un Estado emprendedor, con proyectos, sino que debemos construirlo día a día y ante todo fortalecer sus instituciones, algo que no parece ser lo que priva en los grupos políticos, sobre todo en el caso de los que juegan a fomentar la agresividad. Mazzucato argumenta, en segundo lugar, que es importante que el Estado se implique en este mundo que vivimos de incertidumbre, con las inevitables ganancias y pérdidas, y para eso se precisa un clima diferente. Y por último nos recomienda reducir riesgos, corregir los fallos del mercado y ser muy protagonistas del ecosistema de innovación.
El esencial esfuerzo financiero y presupuestario es el primer paso del proceso, pero el salto al futuro es construir el tipo de sociedad en la que queremos vivir y en la que queremos que vivan nuestros hijos y nietos. Para ello hay que dejar para la Historia el pasado, y pensar y llevar adelante el ADN de una nueva sociedad, que deberá basarse no solo en la innovación sino también en un carácter inclusivo. Una nueva sociedad para vivir todos juntos y en la que el enfrentamiento no tenga encaje.
Precisamos insistir que las inversiones y ayudas son necesarias, pero sin convivencia, no llegamos. El dinero no soluciona todos los problemas. Tengo la esperanza que logremos un reequilibrio y más comprensión. Para ello nuestro sistema político precisaría más democracia, y hoy la estamos ninguneando permanentemente porque no aceptamos sus reglas de funcionamiento y de reparto de responsabilidades: gobierna quien gana y el resto controla. Lamentablemente, lo que hoy hace la oposición es obstaculizar y bloquear, porque no cree en la gobernanza democrática.
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